Las secuencias genéticas usadas en los PCR para detectar el presunto SARS-CoV-2 y diagnosticar los casos de enfermos y muertos que se achacan a la Covid-19 están presentes en decenas de secuencias del propio genoma humano y en los de un centenar de microbios. Y eso incluye a los iniciadores o cebadores, a los fragmentos más extensos tomados al azar de su supuesto «genoma» e incluso a los llamados «genes diana» presuntamente específicos del «nuevo coronavirus». La prueba carece de valor alguno y todos los resultados «positivos» obtenidos hasta ahora deberían quedar científicamente invalidados y comunicársele así a los afectados; y si se trata de fallecidos a sus familiares. Stephen Bustin, uno de los mayores expertos mundiales en PCR, asevera de hecho que en determinadas condiciones ¡cualquier persona puede dar positivo al test!

Lo venimos advirtiendo desde marzo: no se puede disponer de test específicos para un virus sin conocer los componentes del virus que se pretende detectar. Y no se pueden conocer los componentes sin haber aislado/purificado previamente ese virus. Desde entonces seguimos acumulando evidencias de que nadie ha aislado el SARS-CoV-2 y, lo que es más importante, de que nunca se podrá aislar por los motivos que ya explicamos el pasado mes (lea en nuestra web –www.dsalud.com– el reportaje ¿Se puede demostrar que existen virus patógenos?). Y en el presente reportaje vamos a ofrecer nuevos datos que confirman que la RT-PCR no detecta el denominado SARS-CoV-2 como se afirma, sino fragmentos de ARN humano o de gran cantidad de microbios.

Ya explicamos en su momento los numerosos problemas que plantea la RT-PCR, reconocidos por organismos oficiales como la OMS o los CDC y por expertos internacionales de prestigio como el doctor Stephen Bustin quien considera un sinsentido la arbitrariedad a la hora de establecer criterios sobre resultados o la elección del número de ciclos porque puede llevar incluso a que cualquiera pueda dar positivo.

Pues bien, en este reportaje vamos a añadir los resultados de una particular investigación que hemos realizado a partir de los datos publicados sobre el supuesto SARS-CoV-2 y sobre los protocolos avalados por la OMS para el uso de las RT-PCR así como con los datos correspondientes al resto de los «coronavirus humanos». Y las conclusiones son de una gravedad extrema: ninguno de los siete «coronavirus humanos» se ha aislado realmente y todas las secuencias de los cebadores de sus respectivas PCR así como las de una gran cantidad de fragmentos de sus supuestos genomas se encuentran en diferentes zonas del genoma humano y de genomas de bacterias y arqueas como, por ejemplo, éstas: Shwanella marina JCM, Dialister succinatiphilus, Lactobacillus porcine, Lactobacillus manihotivorans, Leptospira sarikeiensis, Bizionia echini, Sanguibacteroides justesenil, Bacteroides massiliensis, Lacinutrix venerupis, Moraxella bovis, Leptospira saintgironsiae, Winogradskyeiia undariae, Acetobacterium puteale, Chryseobacterium hispanicum, Paenibacillius koleovorans, Tamiana fuccidanivorans, Fontibacillua panacisegetis, Rufibacter ruber, Skemania piniformis, Chryseobacterium sh i gen se, Caioramator peoteoclasticus, Cellulosilyticum ruminicola, Nitrosopumilius evryensis y un largo etcétera.

Vamos a explicar paso a paso la búsqueda que nos ha llevado a tan insólita conclusión.

¿SE HA AISLADO ALGÚN CORONAVIRUS HUMANO?

Durante la primera mitad del mes de abril, cuando las primeras investigaciones que realizamos indicaban que el SARS-CoV-2 no se había aislado y puesto que quienes pretendían haberlo hecho se basaban en los «aislamientos» de anteriores «coronavirus humanos», comenzamos a realizar un trabajo minucioso de revisión de esos pretendidos aislamientos. Concretamente hemos revisado los supuestos trabajos de aislamiento de los presuntos coronavirus humanos 229E (dicen que se aisló en 1965), OC43 (en 1967), SARS-CoV (en 2003), NL63 (en 2004), HKU1 (en 2005) y MERSCoV (en 2012). Y estos han sido los resultados:

Coronavirus 229E.

Artículo de referencia: Dorothy Hamre y John Procknow. A new virus isolated from the human respiratory Tract. Proceedings of the Society for Experimental Biology and Medicine, 121: 1: 190-193. January 1,1966.

Puesto que los autores se remiten a otros artículos para explicar el método de aislamiento -que denominan Complement Fixation (Fijación del complemento)- consultamos un artículo de referencia para ese método: el de Janet W. Hartley y otros. Complement Fixation and tissue culture assay for mouse leukemia viruses. PNAS, 53(5): 931-938, May 1965. Pues bien, se trata de un procedimiento ya en desuso que parte de la reacción antígeno-anticuerpo para detectar bien uno, bien el otro. En el caso que tratamos se pretendía detectar los antígenos del supuesto nuevo virus, pero como ya hemos explicado para ello se necesitan anticuerpos específicos que no pueden tenerse la primera vez que se quiere detectar un virus.

Coronavirus 0C43.

Artículo de referencia: Paul Lee. Molecular epidemiology of human coronavirus 0C43 in Hong Kong. Tesis para el Departamento de Microbiología de la Universidad de Hong Kong, agosto 2007. The HKU Scholars Hub.

Se extrajo de unos cultivos lo que consideraron ARN viral sin prueba alguna de que el ARN pertenezca a un virus. La herramienta utilizada -un kit de QlAamp- elimina reactivos, inhibidores y contaminantes pero lo que no puede hacer es determinar de dónde sale el ARN extraído. Y no hay controles. Posteriormente se amplifica con la PCR y se secuencia asumiendo -repetimos- que se trata de información genética de un virus. Finalmente al autor se dedica a especular sobre mutaciones, recombinaciones, genotipos, evolución molecular, cepas y demás jerga que transmite la idea -no demostrada- de que se está trabajando con un «virus».

Coronavirus SARS-CoV.

Artículo de referencia: J. S. M. Peiris y otros. Coronavirus as a possible cause of SARS. Lancet, 361: 1319-25, April 2003.

En el artículo no hay mención alguna a purificación. Ni siquiera se habla de filtración o centrifugación. Solo se afirma que «los virus se aislaron en células de hígado de mono fetales a partir de aspirados nasofaríngeos y biopsias de pulmón de dos pacientes«. No hay controles. Únicamente se menciona «efecto citopático» que se atribuye a un virus y se hacen PCR para virus y retrovirus conocidos sin obtener resultados. Por último se hacen RT-PCR con «iniciadores aleatorios» y se detecta una secuencia «de origen desconocido» a la que se encuentra «una débil homología con la familia coronaviridiae«. Luego diseñaron iniciadores para esa secuencia y al testar 44 muestras de pacientes con SARS solo 22 dieron positivo.

Coronavirus NL63.

Artículo de referencia: Lia van der Hock y otros. Identification of a new human coronavirus. Nature Medicine, 10,4 April 2004.

Los autores declaran que «la identificación de patógenos desconocidos utilizando herramientas de biología molecular es difícil porque la secuencia diana no se conoce de modo que no se pueden diseñar iniciadores específicos de PCR».

Lo que utilizaron es una herramienta desarrollada por ellos mismos denominada VIDISCA que según afirman ¡no necesita un conocimiento previo de la secuencia! ¿Y es eso posible? Veamos cómo funciona: primero se prepara el cultivo y se asume que hay un virus presente debido al ya comentado «efecto citopático». La novedad que introduce este método es que se añaden «enzimas de restricción», unas enzimas que cortan las moléculas de ácido nucleico por lugares determinados y siempre por el mismo. De este modo si tras la acción de esas enzimas observan muchos fragmentos de ADN o de ARN ¡guales o muy similares deducen que procede de un virus ya que el genoma del huésped presentaría cortes aleatorios mientras que el genoma del virus presenta gran cantidad de copias iguales por la replicación del virus. ¿Y es correcta tal deducción? ¡Por supuesto que no! Esta suposición (que se suma a la anterior suposición de que hay un virus) no tiene en cuenta que existen «partículas semejantes a virus», «partículas semejantes a retrovirus», «retrovirus endógenos», «exosomas», partículas «extracelulares» e incluso ADN mitocondriaL En definitiva, hay multitud de partículas que poseen las mismas características de reproducción en grandes cantidades que los «virus» y que, por tanto, pueden falsear los resultados al producir gran cantidad de copias iguales cuando los cortan las enzimas tal y como se reconoce en un artículo sobre la técnica VIDISCA titulado Enhanced bioinformatic profiling of VIDISCA librarles for virus detective and Discovery (Pérfiles bioinformáticos mejorados de las bibliotecas VIDISCA para la detección y el descubrimiento de virus). Se publicó en el volumen 263 de Virus Research el 2 de abril de 2019 y sus autores –Cormac M. Kinsella y otros– reconocen que “no se espera redundancia del inserto VIDISCA a partir del ácido nucleico de fondo del huésped excepto en el caso de características similares a virus’, es decir, alto número de copias como en el ADN mitocondrial».

Coronavirus HKU1.

Artículo de referencia: Patrick C. Y. Woo y otros. Characterization and Complete Genome Sequence ofa Novel Coronavirus, Coronavirus HKU1, from Patients with Pneumonía. Journal of Virology, 79, 2, January 2005.

El artículo, increíblemente, comienza con estas palabras: «A pesar de una investigación exhaustiva en pacientes con infecciones del tracto respiratorio no se ha podido identificar una causa microbiológica en una proporción significativa de pacientes«. El ARN se extrae de cultivos sin purificar. Y se utiliza una PCR con genes de coronavirus. Para la secuenciación utilizan dos bases de datos de proteínas organizadas en familias, dominios y sitios funcionales -PFAM y INterProScan- combinadas con dos programas informáticos que llevan a cabo «predicciones» sobre cómo deben combinarse los nucléotidos. El texto añade: «Las secuencias se ensamblaron y editaron manualmente para producir una secuencia final del genoma viral«. Y una vez más no hay controles.

Coronavirus MERS-CoV.

Artículo de referencia: Ali Moh Zaki y otros. Isolation of a Novel Coronavirus from a Man with Pneumonía in Saudi Arabia. The New England Journal of Medicine, 367:19, November 2012.

El material genético se extrae directamente del sobrenadante del cultivo y de una muestra de esputo con una herramienta llamada High Puré Viral Nucleic Acid Kit y luego se testa con diferentes PCR para varios microorganismos conocidos. No se menciona la purificación y no hay controles.

En definitiva, lo que se ha hecho con los primeros coronavirus -y con gran cantidad de otros supuestos virus– es cultivar tejidos supuestamente infectados -por haber detectado «efecto citopático»- y a partir de ahí o bien se obtienen unas proteínas que sin prueba alguna se consideran «antígenos del virus» y cuando estos «antígenos» se detectan en cultivos se interpreta como «aislamiento», o bien se extraen fragmentos de ácidos nucleicos asumiendo que pertenecen a un virus.

Ya explicamos en el artículo publicado en el número anterior de la revista que según el doctor Stefan Lanka el llamado «efecto citopático» es en realidad un efecto provocado por las condiciones del propio cultivo. Así se reconoce por ejemplo en el artículo Antibiotic-induced release of small extracellular vesides (exosomes) with surface-associated DNA (Producción de pequeñas vesículas extracelulares (exosomas) inducida por antibióticos con ADN asociado a superficie) publicado el 15 de agosto de 2017 en la web de Nature y firmado por Andrea Németh y otros (https://www.ncbi.nlm.nih.gOv/pmc/articles/PMC5557920/pdf/41598.2017_Artide_8392.pdf).