Barcelona es la ciudad más cara para alquilar una habitación en España, con un precio medio de 623,14 euros, seguida de Donostia (546,80) y Madrid (538,94).
«Los inquilinos cada vez tienen que destinar una mayor parte de sus ingresos al pago del alquiler y, encima, alquilan menos espacio y en peores condiciones», denuncia Javier Gil, investigador del CSIC.
Varias personas durante una manifestación por la vivienda en Madrid, a 5 de abril de 2025. Mateo Lanzuela/Europa Press
Inés García Rábade
Redactora de Vivienda y Memoria Histórica.
Madrid-07/07/2025
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Una cama, un pequeño espacio de escritorio, un armario y -con mucha suerte- incluso una ventana. El alquiler de habitaciones se está convirtiendo en la única opción residencial de cada vez más personas. No porque sea precisamente barato. Los datos del último informe del portal inmobiliario Fotocasa revelan una tendencia preocupante: el precio medio del alquiler de habitaciones supera cómodamente los 500 euros y se acerca cada vez más a la barrera de los 600 euros. En otras palabras, los precios por una habitación no paran de crecer: un 43% en los últimos tres años y un 11,7% tan solo en 2024.
Lo que está sucediendo en torno al precio de la vivienda es una dinámica alcista: cada vez suben más los precios de los alquileres, de modo que la población ya no puede pagarlos. Entonces, el propio mercado ofrece algunas ‘soluciones’ que, en este caso, lo que hacen es precarizar aún más la vida de los inquilinos. Entre ellas, el alquiler de habitaciones», explica Javier Gil, investigador del CSIC y del Grupo de Estudios Críticos Urbanos (GECU). La demanda de esta modalidad de alquiler empieza a crecer e inmediatamente el mercado reacciona para explotarla. «Surgen nuevos actores especializados en el alquiler de habitaciones, lo que provoca una presión muy fuerte sobre los precios», razona el investigador. ¿El resultado? Se convierten en un nuevo objetivo de las dinámicas de especulación.
«Aunque la vivienda completa ha subido algo más en porcentaje -un 14% en 2024-, el precio de las habitaciones está alcanzando rangos cercanos a lo que antes suponía el alquiler de un piso entero, sobre todo en grandes ciudades como Madrid y Barcelona, donde una habitación ronda ya esa media de los 600 euros», señala, por su parte, Alba Agraz, coordinadora del Área de Trabajo y Vivienda de Ideas en Guerra. Un extremo que también confirman los datos. Un informe reciente de Pisos.com sitúa a Barcelona como la ciudad con los alquileres de habitaciones más caros de España, con un precio medio de 623,14 euros. De cerca le seguirían Donostia (546,80 euros) y Madrid (538,94 euros).
Con todo lo que estos precios suponen. «Es un mercado que busca extraer todavía más renta de la población más precaria y empobrecida, porque una vivienda que se alquila por habitaciones, de media, se alquila a un precio mayor. El precio del metro cuadrado acaba siendo muy superior», insiste Gil. «Como consecuencia, los inquilinos cada vez tienen que destinar una mayor parte de sus ingresos al pago del alquiler y, encima, alquilan menos espacio y en peores condiciones«, denuncia.
Tierra sin ley
l negocio en torno al alquiler de habitaciones saca partido de la falta de regulación. ¿La respuesta del Ministerio de Vivienda? Un nuevo registro de alquiler turístico y de temporada: La Ventanilla Única Digital. Una medida que sindicatos y asociaciones sociales califican de «parche». «Esta ventanilla no es una regulación del alquiler de temporada. De hecho, no tiene ningún régimen sancionador y ni siquiera actúa sobre los contratos. Se fija sólo en los anuncios de páginas como Airbnb», critica Carme Arcarazo, portavoz del Sindicat de Llogaretes. «El verdadero problema del alquiler de temporada es cómo sigue siendo una trampa para saltarse los límites legales de los precios del alquiler», recalca la activista.
Catalunya es el ejemplo perfecto. «Como el precio de los alquileres se está controlando,
la oferta de vivienda está saliendo del mercado residencial y se está yendo al alquiler de temporada. Esto lo que hace es dar más flexibilidad a los caseros para controlar sus propiedades sin tener que cumplir con la Ley de Arrendamientos Urbanos«, subraya Gil. Una estratagema que posibilita la vulneración de derechos legalmente reconocidos de los inquilinos. «Por ejemplo, no tener que esperar cinco años para echarlos». Sin olvidar los casos -demasiado frecuentes en esta modalidad de alquiler- en los que ni siquiera se dispone de un contrato oficial.
Una generación inquilina
Los más afectados por la letra pequeña del alquiler de habitaciones terminan siendo los nuevos actores del mercado inmobiliario: los jóvenes. Según el informe Un problema como una casa del Consejo de Juventud de España, el 87% de los jóvenes emancipados comparte vivienda para reducir gastos, con una media de entre tres y cuatro personas por hogar. Un alquiler al que, a pesar de compartir, dedican un promedio de más del 40% de su renta mensual y tras el que les quedan unos 271,7€ mensuales.
Las condiciones de los pisos acentúan su sobreesfuerzo económico. Tres de cada diez habitaciones en alquiler no disponen de ventanas y, en un 33,5% de los casos, el piso ni siquiera cuenta con zonas comunes como un salón. Otra ausencia cada vez más habitual: la zona de lavandería. «Acaban haciendo toda su vida en 10 m²», ilustra Gil.
De alternativa temporal a solución permanente, el alquiler de habitaciones se ha normalizado como una opción residencial más, incorporando nuevos perfiles de inquilino. «Históricamente el alquiler de habitaciones se había reservado a un perfil de joven estudiante que emigra a una ciudad para formalizar estudios superiores. Sin embargo, últimamente este perfil se ha ampliado también a jóvenes profesionales, e incluso a personas del rango de edad de entre 40 y 50 años, grupo que representa hasta el 21% de la población inquilina», desgrana Agraz. «El fenómeno de alquiler por habitación no es ya algo residual, sino una opción permanente para personas de diferentes rangos de edad y situaciones socioeconómicas», continúa. «Personas y familias que antes no compartían vivienda y ahora se ven obligadas a hacerlo», completa Gil.
De pisos completos a habitaciones. De habitaciones a… ¿camas?
Ante las crecientes dificultades, ya no en el acceso a la vivienda, sino incluso a una habitación, ¿qué será lo siguiente? «La realidad es que ya existe el formato de alquiler de camas en espacios de co-living. Es la respuesta de un modelo de mercado inmobiliario basado en la no regulación, en el consumo y en el neoliberalismo», se lamenta Agraz. «Hay que enfrentar este modelo con políticas públicas valientes, que paren los pies a los fondos buitre y que pongan en el centro la vivienda como derecho», sentencia.
Políticas públicas que pasan necesariamente por una regulación estricta de los alquileres de temporada y, por tanto, de los alquileres por habitaciones, matiza Gil. «Hay que sacarlos del limbo legal en el que operan. Se están convirtiendo en la nueva frontera de la especulación inmobiliaria», advierte el investigador.
8/07/2025
1 Comment
Rubén Torres
2 días agoComo ya he explicado en infinidad de ocasiones, la codicia humana no tiene límites. Basta con ver esos precios del alquiler por una birria de habitación que se muestran en este artículo.
Y como buenos borregos que son, la gente se comporta como niños mal criados saliendo a la calle a protestar. Anda que no he visto veces esa misma situación. Me refiero a comportarse como niños malcriados dando pataletas a pesar de lo inútiles que han demostrado ser.
Ya lo dijo Albert Einstein en una de sus citas; No esperes resultados distintos si siempre haces lo mismo. Pero no hay forma de que el asunto mejore hasta que no se produzca esa gran criba que llevo tantos años proponiendo para que por fin la humanidad prospere al deshacernos de tanto descerebrado.
Mientras la gente pierde el tiempo en quejarse en vez de apóyame en mi orden mundial para conseguir que se implemente, los problemas se acentúan, como es el caso de no poder dónde vivir con una buena calidad de vida. Pues no solo es desproporcionado precio de los alquileres, que va. Son los inflados impuestos para Hacienda, es el tener que pagar por aparcar el coche, es el abusivo precio del combustible, de la luz, de lo caro que están los alimentos y un largo etc. donde todo eso sería cosa del pasado si se implementaran todas mis propuestas
Inés García a demostrado ser incapaz de proponer alguna solución efectiva para acabar para siempre con la codicia. Es lo que pasa con todo el mundo, no todos poseen una mente privilegiada como la mía.