Rusia planea un nuevo Ekranoplano: tendrá un peso de 600 toneladas y capacidad para llevar hasta 500 pasajeros. Podrá alcanzar una velocidad máxima de casi 550 km/h
El Erkanoplano MD-160 Lun, abandonado en la base naval de Kaspiysk. (Foto: Igor113)
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Pepe Cervera
Actualizado: 12/11/2017 – 11:30
Una vez más Rusia anuncia la inminente construcción de un nuevo modelo de Ekranoplano de transporte, esta vez pensado para cubrir las necesidades de comunicación de sus vastos territorios árticos. La nueva máquina tendría un peso de 600 toneladas, más de 100 metros de eslora y 70 de envergadura con capacidad para llevar hasta 500 pasajeros y sería capaz de alcanzar una velocidad máxima de casi 550 km/h; para subrayar sus pacíficas intenciones sería bautizado como ‘Rescuer’ (rescatador), aunque ya ha sido apodado ‘el Monstruo Ártico’. ¿Por qué quiere Rusia crear en realidad este nuevo modelo del que está considerado como el avión más extraño del mundo? Y, sobre todo, ¿cómo será este nuevo Ekranoplano?
Según el diario Izvestia, uno de los principales del país, el primer prototipo del nuevo Ekranoplano despegaría en 2022 o 2023, con plena capacidad operativa para 2025. El objetivo de cubrir las enormes extensiones del Ártico ruso; sólo se ha hablado de misiones de transporte, pero equiparlo con misiles no sería un gran problema. La compañía detrás de su diseño y construcción es la rusa Alekseyev Design Bureau.
En la época soviética el país desarrolló numerosos conceptos y varios prototipos de este sistema de transporte mitad aéreo mitad naval, aunque ninguno de ellos llegó a entrar en servicio. Basados en el ‘efecto suelo’ que se produce cuando el ala de un avión a baja altura comprime el aire entre el ala y el terreno, la idea promete elevadas velocidades y grandes capacidades de transporte y se ha investigado e intentado implementar en numerosas ocasiones y países. Pero problemas prácticos han provocado que, excepto modelos pequeños en situaciones muy particulares, el concepto nunca haya acabado de cuajar. Esta vez puede ser diferente.
El Ekranoplano es una idea que se resiste a morir, aunque (muy adecuadamente) tampoco acaba de despegar del todo jamás. El concepto es simple: aprovechar el ‘efecto suelo’ que aumenta la sustentación de un ala cuando ésta se encuentra cerca de una superficie plana y comprime el colchón de aire entre ambos planos. Con un diseño adecuado del perfil alar, diferente del de un avión convencional, esto permite vehículos con elevadas velocidades y/o enormes capacidades de carga con un consumo de combustible menor que el de un avión convencional, siempre que se mantengan a una altura reducida (en la práctica entre 3 y 12 metros) sobre una superficie plana como es el océano.
De este modo es posible crear aparatos similares a un gran avión de transporte pero con una enorme capacidad de carga, o rápidos vehículos de ataque armados con misiles que además son poco visibles en el radar al operar a una muy baja altura. Todo esto hace el Ekranoplano un concepto muy interesante en el ámbito militar (grandes transporte rápidos, vehículos de ataque navales y de asalto anfibio) y también civil (transporte de grandes cargas, búsqueda y rescate). Al menos sobre el papel.
El KM, uno de los primeros Erkanoplanos, realizó su primer vuelo en 1966. Y dejó estupefactos a los servicios de espionaje occidentales
El fenómeno era conocido pero de no ser por el ingeniero ruso-soviético Rostislav Yevgénievich Alekseiev quizá nunca se hubiese convertido en un vehículo operativo. Trabajando sobre barcos del tipo hidroala, en los que unas aletas submarinas elevan el casco de la nave hasta sacarla por completo del agua reduciendo así la resistencia y aumentando la velocidad, Alekseiev se dio cuenta de que era posible aprovechar el ‘efecto suelo’ directamente prescindiendo de las aletas.
Además cayó en la cuenta de que un aparato grande tenía ventaja, ya que la envergadura permite aumentar la altura de vuelo sin perder el aumento de sustentación; a mayor altura menor problema con posibles obstáculos, lo que en teoría permite a un Ekranoplano volar sobre cualquier superficie más o menos plana incluyendo tierra llana, pantanos o hielo. Aunque naturalmente la mejor superficie es el mar. Tras convencer a los mandos militares del potencial de su idea y construir varios prototipos cada vez mayores a partir de 1961 Alekseiev construyó el KM, que realizó su primer vuelo en octubre de 1966. Y que dejó estupefactos a los servicios de espionaje occidentales.
El Erkanoplano MD-160 Lun. (Foto: Igor113)
En aquellas fechas un satélite de espionaje de la serie ‘Corona’ obtuvo fotografías de un extraño vehículo maniobrando en el Mar Caspio. Se trataba de algo similar a un barco de casi 100 metros de longitud con alas cortas (entre 32 y 40 m de envergadura) que era capaz de evolucionar sobre el agua a casi 500 km/h. Nada en el arsenal occidental podía siquiera acercarse a esas dimensiones y velocidades en el agua. Los analistas estadounidenses lo bautizaron como ‘el Monstruo del Caspio’.
Cuando consiguieron más datos descubrieron que tenía un peso máximo de 540 toneladas: era como dos Boeing 747 Jumbos juntos. La propulsión del KM estaba compuesta por 10 motores a reacción Dobryin VD-7, dos en la cola y 8 en dos aletas a ambos lados de la carlinga, en la proa; estos disponían de toberas orientables que permitían dirigir sus chorros de aire debajo de las alas para aumentar la sustentación.
Construido con un casco similar al de un hidroavión el monstruoso aparato aceleraba sobre el agua hasta despegar y alcanzar los 3 metros de altura (en las versiones iniciales), que mediante sucesivas modificaciones del prototipo llegaron a aumentar hasta permitirle ‘saltos’ de 20 metros de altura; suficiente para sobrevolar olas de hasta 5 metros. Pese a sus despilfarradores motores soviéticos y dado que el consumo en vuelo era la cuarta parte que el de un avión convencional, el KM tenía un alcance de unos 2.000 km.
En suma se trataba de una plataforma con un temible potencial militar en velocidad, capacidad de transporte y alcance. El prototipo KM se perdió en un accidente en 1980 cuando un piloto poco experimentado reaccionó de forma inadecuada en una maniobra al encabritarse el aparato y acelerar, como habría hecho en un avión convencional; la máquina se hundió y no pudo recuperarse. En paralelo se estaba desarrollando otro aparato con el mismo sistema pero algo más pequeño, el A-90 Orlyonok (aguilucho), adaptado para el desembarco anfibio.
El A-90 tenía 58 metros de largo y 31,5 metros de envergadura y pesaba alrededor de 140 toneladas; estaba propulsado por un motor turbohélice Kuznetsov NK-12mk en la cola y dos turbofans Kuznetsov NK-8 en la proa para inyectar aire bajo las alas durante el despegue. Podía llevar hasta 40 toneladas de carga, es decir hasta 150 soldados equipados o dos blindados ligeros. Era capaz de alcanzar los 400 km/h y tenía una autonomía de 1.500 km, con un detalle extra: podía llegar hasta los 300 metros de altura, perdiendo esto sí las ventajas del ‘efecto suelo’ pero permitiéndole librar obstáculos antes de regresar a los 3 m de altura. Esto suponía una ventaja militar importante al hacer posible que ‘saltara’ por encima de áreas de mar encrespado o de defensas costeras, por ejemplo.
El Erkanoplano MD-160 Lun. (Foto: Igor113)
La URSS quería adquirir hasta 120 Orlyonoks pero para 1985 sólo se habían construido cuatro ejemplares; la desintegración de la URSS y la falta de fondos de la armada rusa hizo que el proyecto se acabara abandonando. Tres de ellos se mantuvieron operativos hasta 1993 y la industria rusa coqueteó con la idea de transformar el cuarto en un vehículo civil, pero los planes no llegaron a nada.
Aún se construyó otro modelo diferente de Ekranoplano entre los años 1970 y 1986, esta vez con misión de ataque: el MD-160 Lun. Similar al KM aunque más pequeño (74 metros de largo, envergadura de 44 metros, 400 toneladas de peso) el Lun dispone de ocho motores turbofan NK-87 montados en aletas en la proa y carece de motores traseros; es el Ekranoplano más rápido, alcanzando los 550 km/h, y es capaz de ‘saltar’ hasta los 500 metros de altura y puede transportar 40 toneladas de carga hasta a 2.000 km de distancia.
Pero además lleva seis tubos lanzamisiles equipados con misiles antibuque P-270 Moskit, un temible arma con 120 km de alcance y una velocidad de Mach 5 que puede llevar una cabeza de combate de 320 kg de explosivos convencionales o nuclear de 120 kilotones. En la cola pueden verse radomos de radar situados en altura para maximizar su alcance. Como vehículo antibuque sería devastador: difícil de detectar al volar bajo el horizonte, muy rápido y capaz de lanzar una terrorífica salva de misiles casi hipersónicos, invulnerable a barreras costeras, torpedos o minas y podría realizar ataques puntuales con terrorífica efectividad. Afortunadamente, para las armadas occidentales el colapso de la URSS hizo que sólo se construyera un Lun, que se pudre en un dique seco de la base naval de Kaspiysk, en el Caspio. Un segundo ejemplar sin terminar se quiso modificar como vehículo rápido de rescate; bautizado como Spasatel jamás llegó a terminarse.
A partir de entonces muchos países han experimentado con Ekranoplanos, casi siempre muy pequeños y civiles, a menudo con tecnología o ayuda rusa. China ha construido varios modelos de transporte civil medianos, y también alguna empresa civil estadounidense. Irán incluso ha puesto en servicio militar un pequeño modelo, el Bavar-2, copia de un prototipo soviético de los 70 que lleva dos tripulantes y está impulsado por un motor de hélice; las versiones operativas carecen de armamento y se cree tienen como misión el reconocimiento.
Basados en Bandar Abbas, en la entrada del Golfo Pérsico, complementarían a otras lanchas rápidas de ataque en misiones ‘en enjambre’ para intentar cerrar el paso al tráfico en caso de guerra. El proyecto de transporte pesado Pelican ULTRA de Boeing no es, en rigor, un Ekranoplano, ya que aterriza y despega en aeródromos convencionales aunque pueda ayudarse del ‘efecto suelo’ para reducir su consumo de combustible en vuelos largos.
Es en Rusia donde se ha mantenido viva la tecnología, apareciendo sucesivos prototipos y proyectos en ferias militares. Como ejemplo puede citarse a los proyectos de vehículo de pasajeros Orion-14 y Orion-20, este último un prototipo de tamaño medio que sufrió un aparatoso accidente en 2015 pero acaba de regresar a hacer pruebas con vistas a su comercialización. Ahora, la firma Alekseyev Design Bureau, nombrada como el ingeniero que ideó el Ekranoplano, es la que apuesta por resucitar este vehículo. Veremos si esta vez pasa de monstruoso (aunque interesante) concepto a realidad práctica. Para variar.
1 Comment
Rubén Torres
3 años agoTodo lo que sea invertir miles de millones de dólares/euros en artefactos militares es absurdo. La humanidad tiene problemas muy urgentes que solucionar y que ese enorme monto de dinero muy bien podría servir para invertirlos en aviones antiincendios que no necesitan agua. (Ver los artículos sobre los incendios)