El pez basa, oriundo de Asia, ya está en las cuencas de los ríos Magdalena, Sinú, Cauca y algunos afluentes de la Orinoquía. Su presencia es una amenaza para varias especies nativas de peces del país, en especial las migratorias.
2020/07/02
El primer registro en un medio natural en Colombia del pez basa se produjo en 2015. Foto: Fundación Humedales.
La rana toro (Lithobates catesbeianus), el hipopótamo (Hippopotamus amphibius), el pez león (Pterois volitans) y el caracol gigante africano (Achatina fulica) son solo cuatro de las 229 especies de animales reportadas por Colombia como invasores en el Registro Global de Especies Introducidas e Invasoras (GRIIS) del Grupo de Especialistas en Especies Invasoras de la Comisión de Supervivencia de Especies (CSE) de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Sin embargo, existen otros que, si bien es cierto no son tan populares y no han tenido tanta exposición mediática, pueden ser igual o peor de nocivos no solo para la fauna endémica (única) de los ríos colombianos, sino también para los ecosistemas y las personas que dependen de estos para su subsistencia.
El pez basa (pangasius bocourti), más conocido en el mundo como pangasius, es diferente al bagre o pez gato, ya que este tiene un cuerpo más aerodinámico, alargado y comprimido lateralmente. Se identifica por el color gris oscuro que cubre toda su espalda y su vientre plateado, así como por tener sobre la cabeza un tinte dorado y un color blanquecino, púrpura o plateado en los flancos.
Esta especie, oriunda de Asia, se caracteriza por tener una boca muy ancha, así como una larga y doble barba, parecida a la del pez tigre o goliat. Pueden llegar a vivir hasta veinte años cuando se desarrollan en su hábitat natural, razón por la cual alcanzan una longitud de un 1 metro y 80 centímetros, y pueden pesar hasta 18 kilogramos, aunque en los estanques de cultivo, cuando tienen 10 años, ya pueden pesar 25 kilos. De hecho, los pangasius que son cultivados para uso comercial entre los seis y ocho meses de vida, ya pueden llegar a pesar entre 800 y 1.200 gramos.
El hábitat de esta especie de pez se puede encontrar tanto en agua dulce como en agua salobre, siendo los grandes ríos, los estuarios, los canales, las ensenadas, las ciénagas y los arroyos los lugares más comunes en donde viven.
Su introducción en Colombia data de 2015. Se dio de manera ilegal por parte, al parecer, de granjas piscícolas que decidieron importarlo para su posterior comercialización, sin tener en cuenta el alto impacto ambiental y social que podría llegar a generar si era liberado en algún ecosistema natural, como finalmente ocurrió.
El pez basa ya ha sido reportado por varios pescadores en diferentes ríos. Foto: Fundación Humedales.
En agosto de ese año, un profesional de la Fundación Humedales encontró un espécimen de esa especie en un tramo del río entre Puerto Berrío (Antioquia) y Barrancabermeja (Santander), más exactamente en las bocas del río Carare, un tributario del río Magdalena. La situación generó preocupación, debido a que en el Magdalena habitan cerca de 200 especies de peces, muchas endémicas, de las cuales 35 se encuentran en algún grado de peligro de extinción.
“Yo estaba en ese momento en la zona (cerca de Barrancabermeja) cuando un pescador me lo trajo. Inmediatamente percibimos que no era un pez natural de la cuenca y ese fue el primer registro oficial que se hizo, en conjunto con el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia, sobre el pez basa en un medio natural del país. Pero mucho antes ya se sabía que estaba siendo criado en algunas granjas acuícolas. Quizás desde hace unos 10 años ya está acá”, indicó Mauricio Valderrama, director de la Fundación Humedales.
Esa información fue corroborada por la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap), entidad que en 2016 registró dos capturas. En julio fue reportada la captura de un macho de 1,5 kilos cerca de la desembocadura del río Viejo en el Magdalena, mientras que en mayo se capturó un ejemplar hembra, que pesó 5,5 kilos, en el sector de Santa Clara, a 40 minutos de Puerto Berrío (Antioquia).
«Es un pez que tiene mucho mercado en el mundo por sus características de rápido crecimiento y carne blanca. Colombia importa mucho este tipo de pescado en filetes y tal vez, debido a esa importancia, algunos colombianos lo trajeron ilegalmente al país para criarlo en estanques (acuicultura)”, dijo Valderrama.
Este es el pez basa que puede entrar a competir por espacio y alimento con especies nativas de Colombia. Foto: Fundación Humedales.
En un estudio realizado por la Fundación Humedales se logró determinar que para el año 2015, Colombia importaba un poco más de 40 millones de filetes de pez basa al año.
Para Valderrama el problema es que existe mucha presión en el mercado y, ante la necesidad de ser competitivos, los pescadores han optado por reducir las importaciones, a partir de la producción de esa especie en el país, que le ha venido ganando terreno a los peces nativos y que se comercializa a menor precio.
¿Cuáles son los riesgos del pangasius?
El director de la Fundación Humedales considera que el principal problema de esta especie exógena es que realiza grandes migraciones, al igual que peces nativos como el bocachico o el bagre, por lo que de una u otra forma les va a afectar.
“Al ser omnívoro (se alimenta tanto de animales como de plantas) es una especie que va a entrar a competir por espacio y alimento con nuestras especies, en especial con las migradoras y resulta que en el Magdalena estas son las especies que aportan cerca del 75 por ciento de la producción pesquera de la cuenca”, sostuvo Valderrama.
Según el experto, el pez basa podría constituirse en el declive de varios de los peces nativos del país, lo que los convierte en una amenaza real. “En el caso de que se establezca y se reproduzca en un río va a ser una especie que va a competir de manera muy marcada con nuestras especies migradoras y de verdad que pueden poner en alto riesgo a las poblaciones de bocachico y de bagre”, apuntó.
Sin embargo, el experto afirmó que es indispensable evaluar bien el grado y la magnitud de ese impacto porque hasta el momento todavía no sabe con certeza es si esta especie de pez se puede establecer naturalmente en un río de Colombia, es decir, reproducir y crecer.
En cauces de ríos como el Magdalena, Cauca, Sinú y algunos afuentes de la Orinoquía ha sido detectado el pez basa. Foto: Pilar Mejía / Semana.
“La presencia que hay en este momento proviene, aparentemente, de fugas de los estanques de la acuicultura ilegal que han ingresado al río”, manifestó.
Ante este panorama, el Instituto Humboldt optó por declarar a especie como de alto riesgo invasor e incluirlo dentro Registro Global de Especies Introducidas e Invasoras (GRIIS), en otras palabras, el Estado colombiano no ha avalado su introducción ni ha otorgado permisos para su cultivo hasta el momento.
Más reportes
La Fundación Humedales junto al Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional han logrado recopilar reportes, a través de la plataforma InvBasa (aplicación móvil para el monitoreo participativo de las especies invasoras), del pez basa o pangasius en la cuenca del río Sinú, así como del río Cauca, Magdalena y algunos afluentes de la Orinoquía.
“Hace poco nos reportaron un registro en el departamento de Casanare. Lo grave es que, aunque es un registro de un basa que provenía de acuicultura, fue vendido como bagre de la región, lo que indica que lo están cultivando y comercializando como si fuera bagre sin saber exactamente que es un pez exótico”, resaltó Valderrama.
En la plataforma InvBasa los colombianos pueden reportar gratuitamente especies invasoras desde cualquier parte del país. Fuente: Fundación Humedales.
Poca atención
Valderrama aseguró que, en el caso de los peces, en Colombia históricamente siempre ha existido un problema y es que por fines deportivos y de producción de alimentos ha habido mucho interés por importar animales acuáticos de más rápida reproducción.
“De buena fe empezaron a traer la trucha, un pez oriundo de América del Norte; después, carpa de Asia, y luego tilapia de África. Esas especies ya están establecidas en el país, pues cuentan poblaciones que hacen parte del ambiente, pero en el caso del basa todavía no sabemos si se podrá establecer”, dijo.
El director de la Fundación Humedales sostiene que la alta demanda de carne de peces ha generado un mayor incremento en el proceso de introducción de peces exóticos.
¿Qué se debería hacer con el pangasius?
Para Valderrama lo primero que habría por hacer sería que las autoridades regularan el comercio ilegal existente, así como la producción ilegal.
Luego habría que evaluar el impacto de este tipo de pez en el medio, estudiar bien su biología y sus relaciones ecológicas con las especies nativas para definir, posteriormente, el nivel de acciones por asumir.
“Es fundamental reforzar el control sobre su introducción en el país. De esto definitivamente hay que hacer una alerta porque están en riesgo las poblaciones naturales nativas de nuestros peces”, apuntó.
Valderrama considera que esta es una situación que hay que observar con mucho cuidado. “La opinión pública debe estar atenta a que las instituciones que son las encargadas de ese tema, hagan las cosas con base en información científica, evaluación real de riesgos y con valoración exacta de lo que podría generar el desarrollo de esa especie en Colombia de forma legal”, puntualizó.
28/11/2020
1 Comment
Rubén Torres
2 años agoSe me ocurre una forma de averiguar si el pangasius afecta a la fauna nativa de los ríos colombianos. Colocando radiotransmisores a unos cuantos de estos peces se puede determinar el impacto que provocan. Se delimitan unos tramos de río de 50 metros y mediante redes se capturan todos los peces y se apuntan el número de cada especie y sus tamaños, después se comparan con los tramos donde hay pangasius con los tramos donde no se han visto ninguno. Si no hay demasiadas diferencias se puede deducir que no afectan al bioma y no hay que preocuparse por esa especie.
Aquí en España se hizo algo parecido con el gamo, los ambientalistas pusieron el grito en el cielo, que si iba a competir con los corzos y con los venados. Con el paso del tiempo se comprobó que podían convivir perfectamente y por lo tanto llevamos varias décadas aceptándolo como nuestro. Todo lo contrario con el siluro, que ese voraz pez está acabando con nuestros peces nativos. Pero como su pesca deja mucho dinero, nuestro Gobierno no toma cartas en el asunto y se desentiende. El dinero a veces ciega el sentido común.
Aquí en España, ese pez es solicitado por los acuaristas. Están a la venta por 2 € los alevines y de 100€-120€ los de 30-40 cm. Yo mismo lo tuve cuando tenía un acuario de 400 litros en el comedor. Nunca atacó a los demás peces. Pero lo vendí cuando alcanzó los 20 cm por lo que no se si de adultos ataca a otros peces.