No basta con seguir una dieta equilibrada y comer alimentos considerados sanos, es importante tener garantías sobre cómo se han cultivado o producido esos alimentos.
Pesticidas, antibióticos, hormonas, metales pesados, tierras contaminadas… Por muy saludable que se vea una verdura, un pescado o una pieza de carne, siempre debemos preguntarnos acerca de su origen.
Esta elección de qué alimentos consumimos se trata de una gran responsabilidad cuyos resultados se ven a medio y largo plazo, tanto en nuestra salud como en la del planeta. Esta es la razón por la que es tan importante leer bien los etiquetados y saber la procedencia de cada alimento y/o su proceso de elaboración.
Para hacer frente a todos estos retos, la industria alimentaria debe adaptarse, y en la producción agrícola la vía más justa y responsable es la agricultura sostenible. Sigue un sistema de producción conservador con el uso de los recursos naturales, ambientalmente sano y económicamente viable, produciendo alimentos de alta calidad mientras vela por los productores de las comunidades rurales.
Un buen ejemplo es Bonduelle, firmemente comprometida en el desarrollo de una agricultura sostenible.
Maíz, saludable y crujiente
Con una trayectoria de más de 160 años a sus espaldas, el producto estrella del grupo Bonduelle es el maíz y, conscientes de las nuevas demandas sociales y medioambientales han potenciado una nueva línea de producción en la que se aplican las últimas tecnologías y técnicas alternativas para evitar al máximo el uso de pesticidas.
Es su maíz sin residuos de pesticidas, sin OGM, sin conservantes y sin azúcares añadidos. Además, una vez envasado es analizado por laboratorios independientes que confirman la ausencia de residuos de pesticidas. Un producto saludable y sabroso que aporta un toque crujiente a las ensaladas y a platos más elaborados.
31/10/2020
1 Comment
Rubén Torres
2 años agoLas empresas como esta quieren hacer creer que su producto es mejor porque carece de pesticidas, de conservantes y de azúcar. Dicen que siguen un sistema de producción conservador con el uso de los recursos naturales, ambientalmente sano y económicamente viable.
¡Qué bien se venden! Si son mensajes para el profano, pero qué ocurre si esos mensajes llegan a personas como yo, pues que nos preguntamos una serie de cosas: Los envases metálicos y el papel de las etiquetas son 100% reciclados, ¿por qué no usan plástico biodegradable? ¿El transporte logístico usa combustible fósil? Los tractores que recogen el maíz ¿qué combustible usa? ¿De dónde sacan el agua de regadío? ¿Qué abonos utilizan? Las miles de hectáreas dedicadas al cultivo de su maíz ¿qué especies de animales y de plantas o árboles habían antes de ser arrasados esos terrenos?
Por lo tanto eso de que es un producto ambientalmente sano lo pongo en duda. En fin, son cosas que normalmente a los consumidores les importa un carajo. Así nos va.