La plataforma vecinal pone el foco en el parking para visitantes que se pretende construir, mientras el Gobierno municipal llama a la calma y asegura que se eliminará el aparcamiento de los planos finales.
Varios árboles cortados tras el vallado de las obras en la Dehesa de Navalcarbón. — Alejandro Tena
LAS ROZAS (Madrid)
11/09/2021 08:35
Alejandro Tena
Nunca antes un proyecto de huertos urbanos había generado tanto revuelo. Una buena parte de los vecinos de Las Rozas, municipio madrileño, está en pie de guerra contra su Ayuntamiento, precisamente por querer asentar en mitad de un encinar un gran proyecto que contará con 79 lugares de siembre y un gran aparcamiento. La idea, según el texto del proyecto, es levantar un centro de educación ambiental donde los más de 23.000 escolares del pueblo puedan acudir a observar, pero las plataformas vecinales y algunas organizaciones ecologistas locales no terminan de encontrar sentido a las obras; temen que «la joya verde del pueblo» termine masificándose.
«Queremos huertos, pero no así», dice a Público Pablo Gómez, portavoz de la plataforma vecinal que ha organizado una concentración este domingo para pedir que se paralicen las obras. El problema, así lo indican algunos residentes del municipio, es la ubicación. La Dehesa de Navalcarbón es un pedacito verde gobernado por la sombra de encinas y pinos piñoneros, tierra de conejos y hogar de algún que otro rapaz. «Hay algunos búhos, se puede seguir su rastro», indica Mariano Gómez, miembro de la asociación conservacionista La Encina. En ese entorno, aparecen tres edificios abandonados en un espacio conocido popularmente como La Talaverona. Es allí donde el equipo de Gobierno del PP tiene previsto desarrollar el proyecto ambiental, aprovechando las infraestructuras existentes para crear un aula de naturaleza.
Jaime Santamarta, concejal de Medio Ambiente del Partido Popular, reconoce que el proyecto ha levantado polémica en parte del vecindario, pero asegura que la propuesta de huertos urbanos responde a un reclamo histórico de buena parte del pueblo de Las Rozas. Sin embargo, los ciudadanos que se oponen a él consideran que este modelo carece de sentido y explican que «lo más lógico es distribuir los 79 huertos por los diferentes barrios o localizarlos directamente en las escuelas». El portavoz de la plataforma sostiene que «no tiene sentido colocar estas instalaciones en un lugar tan alejado; lo normal es ubicarlo en las propias escuelas, donde los niños puedan desarrollar de manera continuada las actividades».
Lo que más rechazo genera, sin embargo, no es el vergel urbano, sino el parking de visitantes que se incluye dentro del terreno en cuestión, unos 42.000 metros cuadrados, según el proyecto inicial presentado. Desde la Concejalía de Medio Ambiente explican a Público que, tras las quejas, el proyecto fue revisado y se desechó la idea de incluir el aparcamiento. Únicamente habrá un pequeño espacio donde operarios y demás empleados podrán estacionar los vehículos. «Entiendo que en el proyecto hubiera cosas que no gustaran y por eso hemos pedido que se retire la ampliación del recinto que había prevista», argumenta Santamarta, en referencia al polémico parking.
Los vecinos y algunos partidos de la oposición, sin embargo, siguen sin confiar en la palabra del Ejecutivo municipal. Si bien, en la web del Ayuntamiento se ha retirado el parking de los planos, en los pliegos del proyecto subidos al portal de contratación pública del Estado sigue apareciendo el aparcamiento de visitantes, que ocupará una hectárea. El concejal argumenta que han pedido un avance de las modificaciones que se han previsto para tratar de hacerlas públicas «cuanto antes».
Patricia García, concejala de Unidas por Las Rozas, asegura que «la primera noticia que hemos tenido de que no se va a construir el aparcamiento ha sido este miércoles en una comisión informativa y a instancias de una pregunta mía». La política achaca el grueso de las polémicas a una «constante falta de transparencia». «Nos parece bastante grave que se pueda estar ejecutando un proyecto que realmente no es que esté subido en la web», agrega.
Vista de herramientas y tubos en el recinto de las obras de la Dehesa de Navalcarbón, en Las Rozas, donde se pretende construir un centro de educación ambiental. — Alejandro Tena
¿Árboles cortados?
«Cortar árboles no es precisamente algo muy educativo», dice a este diario un vecino que pasea al perro por la zona. Tras la verja metálica asoman varios tocones gruesos de unos viejos pinos. «No estoy muy puesto, pero sé que la gente está en contra de todo esto. No tiene muy buena pinta, ¿no? Esto le quita encanto a la dehesa», agrega. La presunta tala de algunos ejemplares es la otra gran preocupación de ecologistas y ciudadanos, que no comprenden la supuesta incoherencia de asentar un centro de educación ambiental en un lugar donde se han eliminado árboles. «Lo que realmente hace falta en toda esa zona es reforestar», opina Mariano Gómez, de la organización La Encina.
«Hemos preguntado varias veces por ello. Este miércoles obtuvimos por primera vez una respuesta formal y nos dijeron que las talas son previas a las obras, que se vinculan a los daños de Filomena y a árboles secos», expone la concejala de Unidas Podemos. «Esto es lo que nos dijeron, pero vamos a exigir documentación que acredite que es cierto», añade.
Desde la Concejalía de Medio Ambiente inciden en esa misma idea: los tocones que se atisban desde el otro lado del cercado se remontan a la borrasca Filomena y a los daños que la nevada dejó en esa zona. «También hubo unos pinos que se secaron en el mes de abril y que se tuvieron que cortar porque suponían un riesgo», matiza Santamarta. Desde la plataforma vecinal, por su parte, niegan que los daños se deban al temporal y acusan directamente al Gobierno de haber causado los desperfectos con la maquinaria que trabaja en la zona. Inciden también en la coincidencia de que los únicos ejemplares afectados estén dentro del perímetro de las obras.
12/03/2022