¿Se debieron los casos de microcefalia en Brasil a un programa de ultrasonidos encubierto?
En junio de 2017 el doctor James Lyons-Weiler explicó en nuestra revista que el virus zika no pudo haber sido el único causante de la epidemia de microcefalia que tuvo lugar en Brasil aseverando que tenían que existir otros cofactores como larvicidas, mosquitos transgénicos, vacunas o herbicidas. Pues bien, el investigador independiente Jim West -a quien ya entrevistamos a propósito de su investigación sobre el origen tóxico de la polio- acaba de publicar la primera entrega de una exhaustiva investigación de más de 600 páginas en la que descarta que la causa fuera el virus zika y los demás cofactores planteados aseverando que la auténtica razón fue un programa de ultrasonidos encubierto promovido por un grupo de consultoría médica con base en Recife (Brasil), zona cero de la epidemia. Hemos hablado con él de ello.
Conocido periodista con formación en Ingeniería radicado en Nueva York y especializado en temas de salud Jim West ha analizado ya en profundidad las causas de epidemias y enfermedades graves relacionando por ejemplo la polio con el DDT, la enfermedad del Nilo Occidental con el metil tert- butil éter (MTBE) o el SARS y la gripe H1N1 con la contaminación del aire. Es además autor de dos conocidos libros de investigación: DDT/Polio: Virology versus Toxicology -sobre el origen tóxico de la polio contradiciendo la teoría de que la provocan virus- y Prenatal Ultrasound: a New Bibliography en el que expone las evidencias del grave daño que los ultrasonidos pueden causar en las ecografías prenatales-. Sus trabajos cuestionando la Virología se han publicado y citado en revistas como The Ecoíogist, Nexus Magazine, Townsend Letter for Doctors and Patients, Greenmedinfo y Weston A. Price Foundation Journal y utilizado en varios libros de Medicina. Como en Autismo: diagnóstico, tratamiento y etiología de la epidemia innegable del Dr. John Oller y Virus Manía de Torsten Englebrecht y el Dr. Claus Kóhnlein. Es asimismo miembro de Toastmasters (club de oradores), de NoSpray Coalition -entidad de activismo ambiental- y de nuestro Consejo Asesor.
Pues bien, West acaba de publicar la primera parte de un extenso y minucioso trabajo sobre la pasada epidemia de microcefalia en Brasil -oficialmente atribuida al virus zika- en el que revisa tanto esa explicación oficial como otras hipótesis alternativas -factores medioambientales, tóxicos o causas genéticas- para concluir que ninguna de ellas puede explicar la epidemia. De hecho postula que la auténtica causa es un programa de telemedicina que presta servicios de Cardiología Pediátrica a distancia instalado en el noreste de Brasil en el que se utiliza trasmisión en vivo de video por ultrasonidos. En un trabajo que supera las seiscientas páginas West documenta la relación entre este programa y la epidemia que, al contrario de las otras hipótesis, muestra una coincidencia exacta en cuanto a la cronología y su extensión geográfica. Razón suficiente para que decidiéramos hablar con él a fin de que nos explicase los elementos fundamentales de su trabajo, aún en fase de publicación.
–Comencemos por el principio: recuérdenos cómo llegó a la opinión pública la epidemia de microcefalia. ¿Cuándo, dónde y cómo sucedió?
-Ante todo querría aclarar que presento los resultados de mi investigación como una hipótesis. Suficientemente argumentada y con gran cantidad de pruebas y evidencias pero aún así sin certeza absoluta. Mi intención al publicar el trabajo que he realizado es precisamente impulsar el debate y profundizar en los resultados obtenidos ya que aunque he procurado proceder con el mayor rigor posible no soy especialista, ni autoridad, ni experto oficial. Mi objetivo con este nuevo libro -como en los anteriores- es fomentar una discusión razonable sobre las contradicciones en la historia del uso médico y terapéutico de los ultrasonidos y aportar al público mayor información sobre sus riesgos y peligros.
Dicho esto y contestando a su pregunta le diré que los principales medios de comunicación consideran que la epidemia comenzó en octubre de 2015, fecha posterior al primer descubrimiento del virus zika en Brasil que tuvo lugar en marzo de ese año. Siendo en enero de 2016 cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la emergencia mundial sobre el zika como causante de la epidemia.
–¿Pero cómo se llegó a la conclusión de que la causa era un virus? ¿Quién propuso tal tesis?
-El argumento de que la causa era un virus salió al parecer de los Centros para el Control de las Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés de Centers for Disease Control) de Estados Unidos así como de la OMS apoyándose en afirmaciones absurdas como las del Dr. Anthony Costello -Director de Salud Materna del recién nacido, el niño y el adolescente de la OMS– quien el 2 de febrero de 2016 afirmaría textualmente: «El virus zika es culpable hasta que se pruebe que es inocente». Dos meses después la Dra. Sonja Rasmussen incluiría en un artículo publicado en el n° 374 del New England Journal of Medicine -puede leerse íntegramente en http://www.nejm.org/doi/full/10.1056 /NEJMsr1604338– la siguiente afirmación: «La falta de una explicación alternativa significa una relación causal (entre el virus y la epidemia)». Tras lo cual y con tan pobres razones el entonces presidente Barak Obama prometió miles de millones de dólares para «luchar contra el virus zjka» a instancias de los CDC y la OMS.
–¿Quiere usted decir que no tenían argumentos sólidos?
-No tenían nada. Los propios funcionarios admiten que no hay pruebas obvias y claras de que la causa de la microcefalia haya sido el virus zika. Sin embargo así se lo hicieron creer a la gente cuando organizaron sus campañas de recaudación de fondos en los principales medios de comunicación. Los propios médicos de Brasil aceptaron oficialmente el argumento del virus zika pero en sus informes argumentaron en contra explicando que la cronología de la epidemia no encajaba porque ésta realmente comenzó en 2012. En otras palabras, entendían que el virus zika no podía explicar lo sucedido. Y que tienen razón lo constata la propia OMS que en uno de sus boletines publicó el cronograma de la epidemia (véase la ilustración 1) estableciendo su inicio en 2012 (puede leerse íntegramente el texto en el siguiente enlace: http://www.who.int/bulletin /volumes/94/11/16-170639.pdf).
Algunos dicen que habría que estudiar posibilidades alternativas como las vacunas, los fármacos y los pesticidas pero omiten un agente que se sabe fehacientemente que puede provocar microcefalia: la radiación de algunos aparatos médicos.
–Entonces usted no solo rechaza la explicación del virus zika sino las alternativas planteadas: posibles mutaciones, herbicidas, insecticidas, drogas y vacunas. ¿Puede explicarnos por qué?
-Efectivamente, rechazo todos los agentes causales sugeridos, ya sean de la corriente principal -con sus virus o argumentos genéticos- o de la comunidad ambientalista disidente -con sus argumentos sobre la vacuna y los plaguicidas-. Para empezar porque ninguno de los plazos se correlaciona con la epidemia. Todos los argumentos ambientales emplean la «línea de tiempo 2015» y como ya he explicado y los médicos brasileños plantean correctamente es una cronología falsa.
El genetista James-Lyons Weiler investigó todas esas causas rechazándolas; postula en cambio teorías híbridas de agentes genéticos, virales y químicos. En un artículo inédito de 2016 su equipo documentó problemas para todos los potenciales agentes causales excepto cuando se interpretan como fruto de la interacción de varios de ellos, incluyendo la mutación genética. Su borrador -titulado Areas of Research and PreHminary Evidence on Microcephaly, GuiHain-Barré Syndrome and zika Virus Infection in the Western Hemisphere (Áreas de investigación y evidencia preliminar de Microcefalia, Síndrome de GuiHain-Barré e infección del virus zika en el hemisferio occidental)- puede leerse íntegramente en http://ipaknowledge.org/resources/PONE-D-16-09495.pdf
Es evidente que sus teorías no encajan con mis investigaciones pero estoy de acuerdo con algunas de sus afirmaciones; en su artículo menciona por ejemplo un estudio que muestra un aumento de la microcefalia antes de que el zika llegara a Brasil (los datos pueden leerse en https://www.theepochtimes.com/the-lethal-suspects-of-microcephaly-in-brazil-with-zika-virus-at- the-bottom-of-the-list_2117149. html).
– En suma, usted descarta tanto los factores ambientales como los genéticos…
-Acepto que otros agentes causales ambientales puedan haber contribuido pero no doy credibilidad a la mutación genética como agente causal porque la causación genética a menudo se demuestra con «estudios de gemelos» que estudian el medio ambiente frente a los genes. Tales estudios son defectuosos porque no descartan los factores toxicológicos más relevantes. Se basan en lo que se denomina Equal Environment Asuntion (Asunción de Medioambiente Equivalente) para gemelos fraternos y genéticos pero esa asunción es en realidad una suposición no probada.
–¿Niega usted que los estudios con gemelos sean en general fiables?
-Los estudios con gemelos se utilizan como «patrón oro» para demostrar causalidad genética pero se trata de estudios de población que comparan correlaciones de enfermedad en gemelos fraternos -procedentes de dos cigotos diferentes- con gemelos genéticos -procedentes del mismo cigoto- para determinar un agente causal. Es habitual que los investigadores afirmen haber encontrado factores genéticos relevantes pero esos estudios son «controvertidos»… por decirlo suavemente. Yo los considero inútiles por la sencilla razón de que se basan en una falsedad: la denominada Asunción de Medioambiente Equivalente. Es decir, aceptan sin más que el medio en el que se encuentran unos y otros gemelos son equivalentes a efectos de este tipo de estudios comparativos y por tanto la única variable es la de proceder de uno o de dos cigotos. Y que eso es totalmente falso no lo digo yo sino muchos autores e investigadores. Véase por ejemplo el artículo The Equal Environment Assumption of the Classical Twin Method: A Critical Analysis (La Asunción de Medioamtiente Equivalente del método clásico de gemelos: análisis crítico) publicado en 1998 en el Journal of Mind and Behavior. Lo escribió el profesor Jay Joseph mientras preparaba su doctorado de Psicología en la School of Professional Psychology de Alameda (California, EEUU) y en él se explica que los únicos investigadores que han analizado específicamente esa asunción en 1996 llegaron a la conclusión de que tal método de trabajo con gemelos es cuanto menos de «dudoso valor científico» Joseph ha publicado numerosos artículos reafirmándose en este planteamiento desde entonces.
–Dijo usted antes que la radiación que emiten algunos aparatos médicos es causa conocida de microcefalia…
-Y es así. Es el caso por ejemplo de los rayos X. Aunque no hay estudios relevantes sobre la relación directa entre los ultrasonidos y la microcefalia está documentada su relación con los rayos X. Sí hay en cambio estudios que indican que los riesgos de los ultrasonidos y los rayos X son comparables cuando se aplican prenatalmente.
En mi libro doy cuenta de varios trabajos -entre ellos uno del Dr. Savithiri Ratnapalan publicado en diciembre de 2008 en el Canadian Medical Association Journal que puede leerse íntegramente en https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2585137- que documentan el riesgo de los rayos X según el período de exposición. Y según afirman el riesgo cuando el feto se expone antes de tener 14 días es de muerte prenatal, si está en las primeras 8 semanas de retraso del crecimiento, entre 8 y 15 semanas de microcefalia y cáncer, entre las semanas 6 y 15 de daños cerebrales y entre las semanas 15 y 25 de retraso mental severo.
–¿Y a dónde nos lleva eso? ¿Hay una explicación razonada para la epidemia de microcefalia en Brasil?
-La hay. Nadie habla de ello pero en el nordeste de Brasil, lugar de la «epidemia», existe un programa prenatal específico en el que se emplean ultrasonidos de gran intensidad. Y se inició en 2012 que es cuando empezaron a aparecer los casos.
–Eso solo indica una coincidencia temporal…
-Cierto; pero la evidencia de que los ultrasonidos pueden ser el agente causal es mucho mayor que para todas las demás explicaciones aunque los expertos y los medios de comunicación lo omitan por completo. Y se debe a que a los ultrasonidos se les declaró oficialmente «inofensivos» a mediados del pasado siglo XX aceptándose ello sin rechistar. Por eso a mucha gente mi hipótesis le parece fantástica e inaceptable.
Sin embargo su peligrosidad la documenté en mi primer libro; especialmente en la etapa prenatal. Se lo expliqué a ustedes hace un par de años (lea el lector en nuestra web –www.dsatud.com– el reportaje que con el título Jim West «Los ecógrafos y demás dispositivos de ultrasonidos no son inocuos» apareció en el n° 195). Hasta las ecografías convencionales son dañinas para el feto. Pues bien, está constatado que durante la epidemia de Brasil se emplearon ultrasonidos de alto riesgo de forma rutinaria y exhaustiva en la población.
Y admito que al igual que la mayoría de los ecologistas también consideré al principio la posibilidad de que la causa fueran pesticidas o vacunas.
–¿A qué «programa prenatal” se refiere? ¿Puede ser más concreto?
-A principios de enero de 2012 se puso en marcha en el nordeste de Brasil un programa de telemedicina llevándose ecógrafos que emiten ultrasonidos de alta intensidad a zonas donde prácticamente no existen ni aparatos ni especialistas; concretamente a los estados de Paraíba y Pernambuco aunque también acudieron pacientes de estados vecinos. El programa se llamó por ello The NetWork (La Red) y la idea era conectar en red diversos centros médicos con un grupo de expertos que daban su parecer e impartían clases mientras veían vía internet las ecografías en vivo, en tiempo real. Expertos en Cardiología Pediátrica que querían detectar así posibles malformaciones en los fetos. Pues bien, seis meses después -en julio- empezó a haber entre las mujeres que se sometieron a los ultrasonidos de los ecógrafos numerosos casos de microcefalia leve.
La descripción de los trabajos puede consultarse en el artículo titulado A telemedicine network for remote paediatric cardiology Services in north-east Brazil (Red de telemedicina para servicios de Cardiología Pediátrica en el nordeste de Brasil) publicado en el n° 93 del Boletín de la OMS aparecido en diciembre de 2015 (está disponible en https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles /PMC4669725). El proyecto se llevó a cabo por un acuerdo del sistema sanitario brasileño con la ONG Círculo do Coragao. Y da la «casualidad» de que se efectuó en el considerado “punto cero» de la epidemia (véanse las ilustraciones 2 y 3). Luego todo apunta a que la auténtica causa de los casos de microcefalia fueron las ecocardiografías fetales masivas realizadas.
–¿Dónde estaba la sede central de la red?
-En la ciudad de Recife del estado de Pernambuco. Ciudad que fue el «punto cero» de la epidemia de «microcefalia extrema» que se daría a conocer públicamente en 2015 pero empezó en 2012 con casos de «microcefalia leve».
–¿Y si era un programa público por qué lo califica usted de «encubierto»?
-Lo califico así porque públicamente se definió como un simple «programa neonatal» y quedó fuera de toda sospecha. Y no insinúo que quisieran ocultarlo. Es muy probable que el personal que lo llevó a cabo no conociera los riesgos de los ultrasonidos; de hecho la mayoría de los profesionales de la salud sigue creyendo que son inofensivos.
–¿Pero hay estudios de algún tipo, aunque sean epidemiológicos, que respalden su teoría de que los ultrasonidos pueden provocar microcefalia en los fetos?
-No los hay. Solo apoyan mi tesis evidencias circunstanciales. En cambio la hipótesis de que la causa fue un virus del género Flavivirus de la familia Flaviviridae transmitido por mosquitos no cuenta ni con eso.
Lo irónico es que fue The NetWork quien en diciembre de 2015 elaboró el cronograma de incidencias tras recopilar los datos de los pacientes desde 2012. Y ese cronograma tiene similitudes con estudios realizados décadas antes en Europa en los que se relacionan los ultrasonidos son síntomas relacionados con la microcefalia como la restricción del crecimiento fetal (véase la ilustración 4).
No olvidemos que hablamos de una población pobre que no se había sometido nunca a ultrasonidos de alta intensidad porque las instituciones médicas de la región no disponen habitualmente de esa tecnología.
–¿A su juicio por qué se aceptó tan rápidamente la teoría del zika?
-Pues no puedo asegurarlo pero los argumentos que apoyan tal hipótesis son tan débiles que no se entiende que las más altas autoridades la asumieran rápidamente.
¿Fue una campaña intencionada de desinformación?
Lo ignoro.
¿Se quiso aprovechar para vender una vez más vacunas, fármacos u otra tecnología?
A fin de cuentas en cuanto se logra asustar a la gente masivamente se dedican sin oposición miles de millones de dólares a la industria sanitaria.
El caso es que el estudio que describe el descubrimiento inicial del virus zika en África en 1947 es absurdamente pobre. Carece de controles, no se descartó la toxicología y sin embargo fue inmediatamente aceptado sin réplica alguna. ¡Y el virus registrado por el Instituto Rockefeller! De todo ello puede informarse cualquiera leyendo el artículo Isolations and serological specificity (Aislamientos y especificidad serológica) publicado en el volumen 46, n° 5 de Transactions of The Royal Society of Tropical Medicine and Hygiene correspondiente a septiembre de 1952. Está en https://www. sciencedirect. com/science/article/pii/0035920352900424).
Claro que se trata de un procedimiento habitual en la medicina moderna: se declara rápidamente la causalidad viral o genética de una enfermedad y se omiten las posibles causas ambientales toxicológicas.
–Tenemos entendido que todo esto lo explica usted detalladamente en el libro que va a salir en breve pero es que anuncia ¡una trilogía! ¿Necesita dos libros más?
-Es más bien un libro que consta de tres partes. Unas 600 páginas en total. En la primera describo la hipótesis y las correlaciones, en la segunda proporciono la documentación que lo respalda a la vez que extiendo mi hipótesis a que las radiaciones médicas pueden ser asimismo causa de otras enfermedades infantiles -como el Síndrome de Rubéola Congénita o la Corioamnionitis- y en la tercera amplío argumentos, datos y referencias. Se trata de un asunto complejo con implicaciones muy diversas difícil de presentar de forma asequible al ciudadano de a pie. Por eso me he esforzado en llegar a la mayor cantidad de gente posible a fin de alertarla del peligro de los ultrasonidos.
–¿Hay datos objetivos para afirmar que los ultrasonidos pueden ser también causa de esas otras patologías infantiles?
-Los hay. Y ofrezco datos y argumentos que desarrollo en la segunda parte del libro. De hecho los propios científicos que investigaron el zika han reconocido que la mayor parte de lo que saben -o creen saber- sobre él procede de su conocimiento de las epidemias de Rubéola Congénita, habituales durante el siglo XX. Y hay más: en el primer estudio de anticuerpos de la epidemia brasileña de microcefalia que llevó a cabo el llamado Grupo de Investigación de la Epidemia de Microcefalia se detectó en casi todos los casos el ¡virus de la rubéola! Y aún así continuaron centrándose en el zika que acabó «triunfando» a nivel científico y mediático.
–Cuando se dieron tantos casos de rubéola congénita el uso de ecógrafos no estaba tan extendido…
-Pero lo estaban los rayos X. Y éstos son tan o más peligrosos que los ultrasonidos para el feto. Lo constataron dos estudios. Uno efectuado por un equipo liderado por la Dra. Doreen Liebeskind titulado Morphological Changes in the Sur face Characteristics of Cultured Cells After Expos ure to Diagnostic Ultrasound que se publicó en febrero de 1981 en el n° 138 de Radiology y otro mucho más reciente realizado por un equipo coordinado por Zvonko Hocevar titulado Gene Expression ProfiHng of Rat Fetuses Exposed to 2-Dimensional Ultrasound que apareció en junio de 2012 en el n° 6 del Journal of Ultrasound in Medicine.
Ambos tipos de radiación médica tienen una larga historia de uso sin haber demostrado su seguridad a pesar de estar bien documentados sus peligros. Basta leerse para comprobarlo los trabajos del Dr. John Gofman y otros muchos investigadores.
–Pues la corioamnionitis se considera oficialmente causada por una infección bacteriana del líquido amniótico…
-Así es. Pero para mí se trata de una tapadera para no reconocer los daños que causa la radiación médica. Recuérdese que el diagnóstico de esta patología no se realiza mediante pruebas de detección de los gérmenes sino basándose en los síntomas clínicos. Y es que como explica la Dra. Audra Robertson en el artículo Chorioamnionitis: Could This Infection Spell Diseaster? que publicó el Brigham and Women’s Hospital de Boston (está en https://www.healthline.com/health /pregnancy/infections-chorioamnionitis) se descarta acceder a la placenta o a fluidos amnióticos sin contaminar para hacer cultivos al ser un procedimiento invasivo. Por otra parte, la literatura científica sobre esta «infección» obvia -como de costumbre- la toxicología.
Si uno lee los patrones de inflamación que describen los patólogos comprobará que más cabría describirlos como «patrones de inflamación por ultrasonidos». De hecho es más intensa en los tejidos más cercanos al transductor. Son cosas claras y evidentes que no se investigan ni se tienen en cuenta. Ni en este caso ni en multitud de dolencias y patologías atribuidas sin pruebas sólidas y a veces sin evidencia alguna a virus, bacterias o mutaciones genéticas. De ahí la importancia de difundir estos datos y la necesidad de abrir un debate profundo sobre las radiaciones médicas. Tal es la principal motivación de mi trabajo desde hace años.
–Pues esperamos haber contribuido a ello con esta entrevista; muchas gracias.
-Gracias a ustedes.
Jesús García Blanca
Fuente; Revista Discovery Salud. Número 213 – Marzo 2018
5/10/2023