La angula, un viaje de dos años y 6.000 kilómetros para acabar en una cazuela
La especie está en peligro crítico de extinción, pero se continúa comiendo y los alevines alcanzan precios astronómicos en Navidad
Angulas en imágenes del AZTI, centro de ciencia y tecnología marina y alimentaria. AZTI
Esther Sánchez
Madrid – 26 nov. 2023
Por cada 100 angulas (alevín de la anguila) que llegaban a las costas españolas en los años ochenta del siglo pasado desde el mar de Los Sargazos (en la parte occidental del océano Atlántico Norte, dentro del Triángulo de las Bermudas), hoy entran nueve. En otros lugares del mar del Norte, la situación es todavía más crítica. El derrumbe de la población de anguila europea (Anguilla anguilla) es tan pronunciado que en la península Ibérica se ha extinguido más del 80% de su hábitat. Si no se toman medidas globales ―en toda Europa―y se deja de capturar, el apreciado manjar se acabará, advierten los científicos.
Con él arrastrará los beneficios de pesquerías que venden angulas a precios muy elevados, sobre todo la primera captura, que este año alcanzó los 8.135 euros por kilo hace dos semanas en la lonja de Ribadesella. Es un precio simbólico que inmediatamente baja en picado y, aunque varía mucho, se mantiene entre unos 400 y 600 euros el kilo para los alevines. La Unión Europea permite la captura de la especie tanto de cría como de adulta con limitaciones, a pesar de estar calificada en peligro crítico de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Las anguilas comienzan a llegar en noviembre a la península Ibérica, miden unos siete centímetros y pesan entre 0,25 y 0,35 gramos ―en un kilo pueden entrar hasta 3.500 individuos―. Han sobrevivido a un viaje casi imposible de unos 6.000 kilómetros, dejándose llevar durante un año y medio o dos por la corriente del Golfo, desde su lugar de nacimiento, el mar de los Sargazos, situado en el Atlántico norte, frente a las costas del sureste de Estados Unidos.
Tras este periplo, penetran en los estuarios de Europa y del norte de África y remontan los ríos, donde empiezan a crecer. Primero pasan la fase de anguila amarilla, la de crecimiento, hasta convertirse en anguila plateada por el color de su vientre. En latitudes bajas maduran en unos cinco o siete años, periodo que sube a 20 o 30 años en las más altas de temperaturas más frías. Es el momento de regresar al mar de los Sargazos, un trayecto que se reduce a seis meses al ser adultas. Allí se reproducen, mueren y las nuevas reclutas emprenden su largo camino.
Anguilas en el río Ter, en Gerona. Lluís Zamora
“La especie se encuentra por debajo del umbral biológico y eso implica que cualquier evento puede causar su desaparición, así que lo que no tiene sentido es que sigamos comiendo alevines o anguilas adultas”, explica Carlos Fernández, catedrático de zoología de la Universidad de Córdoba. España es el único país donde se pescan las crías para su consumo, pero los investigadores opinan que también es muy dañino capturar a las adultas, cuando ya han alcanzado la madurez sexual y se van a reproducir.
Las anguilas se enfrentan a presas y otros obstáculos en los ríos que impiden su paso —contaminación, pesca, tráfico ilegal—, además de al cambio climático y a todas las lagunas sobre su forma de vida que dificultan su conservación. “Una de las peores lacras es el comercio negro con el mercado asiático, donde la anguila es muy apreciada. Se calcula que al año salen entre 100 y 200 toneladas ilegales de Europa”, indica el catedrático. El negocio es tal que a finales de agosto se incautaron de más de 25 toneladas de anguila, 18 de ellas en España, en una operación coordinada por la Europol en 32 países. Solo estas últimas podrían haber alcanzado un valor superior a los 20 millones de euros en el mercado negro, indica la Guardia Civil.
El Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES, por sus siglas en inglés), que coordina los recursos naturales del Atlántico Norte, evalúa el estado de la población y envía sus resultados a la Comisión Europea, que realiza una propuesta a los ministros de los Estados miembros sobre la que deciden. Este año, como en otras ocasiones, ha recomendado capturas cero en todos los hábitats para 2024. La situación de la anguila es “crítica”, advierte Estibaliz Díaz, representante española en el grupo de la anguila de este organismo e investigadora en el centro de tecnología marina y alimentaria AZTI. Las conclusiones del ICES para el último informe indican que en el mar del Norte (entre Reino Unido y Noruega) llegan 0,4 angulas por cada 100 que entraban antes; en el resto de Europa, entre el Atlántico y el Mediterráneo, ese índice aumenta un poco, hasta nueve ejemplares.
“Realmente no existe una explicación para no prohibir su pesca durante unos años indemnizando a los pescadores, los científicos sabemos que se encuentra al límite, pero la visión de los políticos sobre la naturaleza es miope y cortoplacista”, responde Fernández. Ante esta situación límite, el investigador de la Estación Biológica de Doñana, Miguel Clavero, ha puesto en marcha una recogida de firmas en change.org para evitar la extinción de la anguila. También existe otra iniciativa semejante para el mundo académico.
Hay zonas donde se han tomado medidas. En 2011, la Junta de Andalucía estableció una moratoria en el Guadalquivir al alcanzar un mínimo histórico con valores de entre un 1% y un 5% de anguila con respecto a 1960-1979. Pero en el caso de esta especie, las medidas locales no producen efectos importantes, porque se trata de una población única, de forma que un ejemplar de Marruecos se puede reproducir con uno de Noruega, y lo hacen fuera de nuestras aguas.
“La zona vive de la angula”
Pablo Riesgo lleva 28 de sus 46 años pescando angula en el río Nalón (Asturias), desde tierra, de forma artesanal. Se queja de que “cada vez baja menos agua y muy contaminada” y rechaza las limitaciones impuestas, como la que ha bajado de cuatro meses a 30 días la campaña de la angula. “Lo único que hacen es quitar de pescar sin controlar las sustancias químicas que acaban en los ríos desde las explotaciones agrícolas”, mantiene.
Una moratoria en la pesca le supondría perder alrededor de 20.000 euros al año. Es mariscador y se dedica también a los percebes y al calamar, pero “a ver qué economía aguanta esa bajada”. Riesgo pertenece a la cofradía de San Juan de la Arena, en cuya lonja solo se subasta angula. La temporada pasada, de noviembre de 2022 a febrero de 2023, se obtuvieron 918 kilos que se subastaron por 425.000 euros, a una media de 463 euros el kilo. El patrón mayor de la cofradía, Marino Manuel Díaz, asegura que “cada año hay menos angula” y recuerda el impacto económico que tiene en la zona: “Todos vivimos de ello, no solo los pescadores”.
La Secretaría General de Pesca del Ministerio de Agricultura asegura ser “consciente del estado preocupante” de la anguila y plantea que, además de la pesca, el cambio climático puede estar afectando a las corrientes del Golfo y a la especie. Dentro de las medidas que están aplicando junto a las que afectan a la pesca, se incluye la traslocación de ejemplares, la lucha contra depredadores de la especie, la desconexión temporal de las turbinas de producción eléctrica, mejoras en el hábitat fluvial y eliminación de obstáculos a la migración como son los embalses, “uno de los mayores problemas en el caso de la península Ibérica”.
20/06/2024
1 Comment
Rubén Torres
5 meses agoEs una vergüenza que se publique; “Realmente no existe una explicación para no prohibir su pesca durante unos años indemnizando a los pescadores” Me pregunto si el que ha dicho semejante majadería se habrá escapado de algún manicomio. Es como proponer que se debería premiar a los terroristas para que dejen por un tiempo de poner bombas a los civiles.
Si precisamente el exceso de pesca de anguilas y sus crías son los responsables de su precaria situación y encima viene un tarado proponiendo ideas absurdas.
Iniciada por Miguel Clavero Pineda
La anguila europea (Anguilla anguilla) fue un pez extraordinariamente abundante en Europa y el Norte de África, pieza clave de sus ecosistemas acuáticos y una de las pocas especies de las aguas continentales objeto de pesca comercial. Sin embargo, en torno a 1980 se inició el colapso de la anguila, con un declive superior al 90%, detectable tanto en la fase de angula como en la presencia de anguilas amarillas (propias del periodo en aguas continentales) y plateadas (listas para la migración reproductiva). El enorme derrumbe en el número de individuos tiene su reflejo en la pérdida de presencia en el territorio. En la península ibérica la anguila era común en prácticamente todos los cursos de agua hasta altitudes superiores a los 1000 metros sobre el nivel del mar, pero en los últimos 100 años ha perdido más del 80% de su área de distribución debido al efecto barrera de los embalses.
La Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), la referencia en la evaluación del estado de conservación de especies a nivel mundial, considera a la anguila europea una especie En Peligro Crítico de Extinción (CR). Éste es el máximo nivel de amenaza, paso previo a la extinción. La anguila europea está más amenazada que el águila imperial ibérica, el lince ibérico, el panda gigante o el gorila de montaña, especies cuyo pobre estado de conservación es mucho más conocido. Desde 2007 existe una regulación europea que obliga a los estados miembros a la recuperación de la anguila. Sin embargo, la situación de la anguila no ha mostrado signos de mejora en los últimos tiempos.
El Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES), el principal organismo asesor sobre pesquerías en el Atlántico Norte, tiene un grupo de especialistas sobre la anguila europea (WGEEL), que cada año emite recomendaciones sobre la explotación de la especie. Desde el año 2000, hace ya demasiado tiempo, este grupo de trabajo aconseja evitar todas las capturas de anguila, o llevarlas a valores tan próximos a cero como sea posible. En 2022 y 2023, la recomendación ha sido clara y rotunda: veda total. Cero capturas.
Cualquier aprovechamiento de la anguila es hoy insostenible. Contra de toda lógica, la anguila no solo sigue explotándose, sino que se ha convertido en un producto de lujo, cuyo precio se incrementa desenfrenadamente para satisfacer el deseo de exclusividad de personas que pueden permitirse grandes desembolsos. Se genera así una espiral de extinción asociada al consumo de especies que se han hecho escasas, ya descrita en animales como rinocerontes o esturiones, y que, de no pararse, desemboca en la extinción. Por otra parte, y por sorprendente que parezca, a pesar de las numerosas regulaciones, la mortalidad de anguila derivada de la pesca apenas se ha reducido en los últimos años. De hecho, en algunas zonas, incluyendo CCAA españolas, ha aumentado. Con el reclutamiento de juveniles a la baja, el impacto de la pesca, siempre insostenible, es cada vez mayor.
El cese de la actividad comercial en torno a la anguila no asegura su recuperación, pues son diversos los factores implicados en su colapso. Pero no acabar con esa actividad, al menos temporalmente, sí supone una garantía de que esa recuperación no se va a producir.
Evitar la extinción de la anguila europea requiere una veda total, que debe afectar a todas las tallas, todas las épocas, todos los hábitats y cualquier fin. El objetivo de cero capturas implica también el control de la pesca ilegal. La explotación ilegal de las anguilas europeas, y americanas, constituye el mayor tráfico de fauna a nivel global. Acabar con él implica controles en las zonas de captura y desincentivar el consumo de estos animales en todo el mundo. Además, es imprescindible eliminar cualquier tipo de comercialización de productos de anguila de cualquier procedencia. El hecho de que otras especies del género Anguilla explotadas comercialmente hayan sufrido colapsos similares al de la especie europea y estén gravemente amenazadas imposibilita alternativas razonables para el consumo.
Además, es fundamental incluir a la anguila europea en el Catálogo Español de Especies Amenazadas. Según los criterios publicados por MITECO (Resolución de 6 de marzo de 2017), la anguila europea reuniría las condiciones para ser catalogada como especie En Situación Crítica (SC), la máxima categoría de protección en el marco legal español. No hacerlo supone una gravísima dejación de funciones.