Ruanda: 30 años de impunidad y olvido internacional
elenacvelasco
21 de Mayo de 2024
El genocidio marcado por la indiferencia internacional causó la muerte de casi un millón de tutsis a manos de hutus
«Supervivientes del genocidio» Fuente: Andrés Saslavsky en Revista Enraizada.
La RAE define el genocidio como: “Exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad”. Esto fue lo que sucedió hace 30 años en Ruanda, donde los hutus asesinaron al 70% de la población tutsi. Este genocidio fue uno de los más rápidos, apenas duró 100 días, pero se cobró la vida de casi 1 millón de personas. También es uno de los genocidios más olvidados por parte de occidente ¿Por qué será?
Este genocidio sucedió en Ruanda entre el 7 de abril y el 15 de julio de 1994, y fue un intento de exterminio de la población tutsi por parte de grupos extremistas hutus. Durante los aproximados 100 días que duró el genocidio, asesinaron a casi 1 millon de tutsis, reduciendo en un 70% su población, la cual ya de por si era la minoritaria.
Antes del genocidio el 85% de la población era hutu, pero aun siendo el grupo mayoritario, los tutsi eran la etnia dominante. Es lógico preguntarse ¿A qué se debe esto?, si los tutsi eran mayoría, ¿No deberían ser ellos los dominantes? ¿Los líderes políticos? Para explicar esto debemos ir al origen de esta tensa división por etnias, concretamente nos trasladaremos al S XIX, al periodo colonial, cuando los colonizadores belgas llegaron a Ruanda.
Aunque cabe aclarar que no existe momento específico, sino que tiene raíces históricas y sociales profundas. La distinción étnica entre tutsis y hutus tiene sus orígenes en la estructura social precolonial de la región. Los tutsis eran generalmente considerados como la élite gobernante, mientras que los hutus eran predominantemente agricultores.
Ambos grupos étnicos son originarios de la región de los Grandes Lagos de África Central por lo que comparten historia y cultura. Antes ambas etnias coexistían en Ruanda y compartían un sistema de organización social en el que los tutsis generalmente ocupaban posiciones de liderazgo y poder, mientras que los hutus trabajaban la tierra. Sin embargo, las diferencias étnicas no eran tan extremas como lo fueron más tarde.
Los colonizadores belgas, durante su administración colonial en Ruanda, introdujeron políticas y prácticas que agrandaban las divisiones étnicas. Los belgas utilizaban métodos de gobierno indirecto, por lo que delegaban su autoridad en líderes que consideraban afines y de su confianza, los belgas favorecieron a los tutsis como gobernantes, ya que los consideraban más «civilizados» debido a su apariencia física y su papel en la ganadería, que era vista como una actividad «noble».
A raíz de esto, se creó un sistema de identificación étnica que los dividía según su “ascendencia” y sus “características físicas,” aunque no existe ninguna evidencia científica que lo respalde esto ya que ambas etnias descienden del mismo origen, simplemente “seleccionaron” a los más similares a ellos: ya sea por una mayor altura, una tez más clara o una nariz más fina, y los situaron en un nivel más alto socialmente, políticamente, económicamente,.. Todo, desde su perspectiva.
«Diferencias físicas entre las dos etnias; Hutus y Tutsis» Fuente: Madiha Loni en Hubpages
Los belgas emitieron tarjetas de identificación que clasificaban a las personas en tutsis o hutus, haciendo más visible las tensiones étnicas y se convirtieron en una herramienta de discriminación y exclusión.
Debido a esta división étnica, la situación de Ruanda comenzó a empeorar.
Lo cual no es ninguna sorpresa, a lo largo de la historia es fácil encontrar terribles acontecimientos causados por la división y la discriminación de una parte de la población.
La Revolución Francesa (1789), la Rebelión de los campesinos en la Edad Media, la Revolución Rusa (1917), Revolución Mexicana (1910-1920),.. son solo algunos de los ejemplos que demuestran cómo la sociedad estamental, el feudalismo, o en general cualquier división por clases en donde la minoría regenta el poder, mientras que la mayoría está sometida a este, no es un buen sistema político.
Volviendo a Ruanda, debido a este nuevo sistema político, se vivía en una constante y creciente tensión, que no tardaría en estallar.
En 1961 la mayoría hutu tomó el control del gobierno, abolió la monarquía tutsi y la sustituyó por una república. Como consecuencia de esto muchos tutsis tuvieron que huir y exiliarse. Un grupo de exiliados tutsi creó el grupo rebelde FPR (Frente Patriótico Ruandés) con el objetivo de derrocar el gobierno ruandés, y poner fin al exilio tutsi.
En 1990 combatientes del FPR invadieron Ruanda, comenzando una guerra civil que finalizó el 4 de agosto de 1993, con el acuerdo de la Paz de Arusha, poniendo fin a la guerra y comenzando un gobierno de transición tutsi y hutu, etnia de la cual era Juvénal Habyarimana, su líder político.
Esta “paz” duró poco, 8 meses después, el 6 de abril de 1994 el avión donde viajaba el presidente Juvénal Habyarimana fue derribado por dos misiles lanzados desde tierra, ¿El culpable? Aun sigue siendo un misterio, los extremistas hutus culparon al FPR, mientras que el FPR culpó a los propios hutus ya que así tenían una “excusa” para comenzar el genocidio hutu contra los tutsi.
«Soldados ruandeses frente a los restos de víctimas del genocidio.» Fuente: Getty en BBC
Durante este genocidio, que duró aproximadamente 100 días, asesinaron a entre 800.000- 1 millón de tutsis, y a algún hutu moderado que no apoyaba el genocidio. Está matanza fue brutal, cerca de 9.000 víctimas diarias, predominantemente a machetazos, y a niños ya que buscaban “aniquilar a la próxima generación”. Fue algo sin precedentes, vecino contra vecino, amigos enfrentados, maridos y mujeres que asesinaron a su pareja por miedo a que los mataran a ellos por ser “cómplices”, incluso hay registros de sacerdotes y monjas que asesinaron a personas que acudían a ellos en busca de un refugio. Este, fue el caso del Padre Athanase Seromba, un sacerdote católico ruandés que fue condenado por genocidio y crímenes contra la humanidad por su papel en la masacre de miles de tutsis que se habían refugiado en su iglesia en Nyange. Athanase ordenó que la iglesia fuera destruida con las personas dentro, contribuyendo así a la muerte de miles de tutsis.
En julio de 1994, 100 días después de que comenzara el genocidio, el FPR tomó el control de Kigali, la capital de Ruanda, y puso fin al régimen que había perpetrado los asesinatos masivos. Sin embargo, aunque el genocidio había terminado oficialmente, Ruanda se enfrentó y continúa enfrentándose a grandes desafíos. Desde entonces Ruanda se esfuerza por buscar la reconciliación, la reconstrucción y la justicia para las víctimas.
Acción tras el genocidio:
Tras el final del genocidio, tocó juzgar a los culpables e iniciar el proceso de recuperación del país de Ruanda.
Por parte del Consejo de seguridad de la ONU, los juicios los relevaron al Tribunal Penal Internacional, el cual acusó a 93 personas, de las cuales decenas eran altos funcionarios del antiguo régimen a quienes condenaron por genocidio.
En Ruanda crearon tribunales comunitarios llamados gacacas para acelerar el procesamiento de cientos de miles de sospechosos, de los cuales hasta 10.000 murieron en prisión antes de ser juzgados. Las gacacas durante una década (2002-2012) juzgaron 1,2 millones de casos.
«lista de los más buscados por el genocidio contra la etnia tutsi de Ruanda en 1994» Fuente: Getty Images en DW
En la actualidad Ruanda sigue en proceso de rehabilitación, aunque ha experimentado un progreso significativo desde el genocidio. A nivel económico; ha experimentado un crecimiento económico sostenido en las últimas décadas, con una tasa de crecimiento promedio del PIB de alrededor del 7-8% anual. Respecto a la política; se ha mantenido una relativa estabilidad bajo el liderazgo del presidente Paul Kagame, haciendo un gran esfuerzo para promover la reconciliación nacional y la cohesión social. También ha mejorado notablemente en educación, salud y turismo.
El país sigue en un proceso de restauración, pero va por el buen camino, aunque las heridas de la masacre siguen siendo muy recientes y muy profundas, son tan delicadas que en la actualidad es ilegal hablar de diferencias étnicas para así evitar posibles discursos de odio.
Acción Internacional:
La acción internacional es algo que hay que destacar, no por su ayuda sino por la ausencia de esta.
Occidente siempre muestra su cara más caritativa, se llena la boca hablando de cómo defienden a los necesitados, hablan y crean pactos, acuerdos,… en donde afirman que en caso de un exterminio, o de un genocidio, estos países intervendrán, ayudarán a los que lo necesitan. Está claro que eso solo será si es un país de occidente, un país “amigo”, o del cual sacan algún tipo de beneficio.
Tras la Segunda Guerra Mundial, cuando el resto de países europeos fueron conscientes de la barbaridad y de las grandes dimensiones de los campos de concentración, todos se llevaron las manos a la cabeza, exclamando qué cómo pudo pasar algo así sin ser ellos conscientes. Para evitar que algo así volviera a suceder, prometieron que iban a tomar todas las medidas preventivas necesarias.
Tras la 2GM y por el miedo de que esto pudiese volver a suceder se crearon organismos como: La Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de las Naciones Unidas (1948); que establece el genocidio como un crimen internacional y obliga a los estados parte a prevenir y castigar el genocidio.
El Tribunal Penal Internacional (TPI); que se creó para juzgar a individuos por genocidio, crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y agresión.
La declaración Universal de Derechos Humanos (1948); fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, y establece que los derechos humanos fundamentales deben ser protegidos universalmente.
La Carta de las Naciones Unidas; es el tratado fundacional de las Naciones Unidas, y en ella establece que los miembros de la organización deben actuar de acuerdo con los principios de paz y seguridad internacional, y deberán tomar medidas colectivas para prevenir y resolver amenazas a la paz y a la seguridad internacional, incluidos los actos de genocidio.