Los furtivos las están atacando para alimentar un negocio muy lucrativo de muebles y objetos de adorno.  Algunas tienen 2000 años, los seres vivientes más antiguos y el pulmón del planeta

 Vicenta Cobo. San Francisco – 15 ABR. 2014

Una turista frente a los troncos caídos de dos secuoyas gigantes en California. Paul GIAMOU

Los reedwood trees, nombre por el que se les conoce en inglés, y que los españoles, al llegar a California, denominaron “palo alto” y “palo colorado” (atributos ambos de su esbelto tronco que se alza al cielo hasta una altura que puede llegar a los 115 metros), están en peligro. Furtivos sin escrúpulos que persiguen la valiosa madera del árbol a cualquier precio y sin consideraciones de ningún tipo los están destruyendo.

Sólo en el pasado mes de febrero cuatro secuoyas fueron destrozadas, y durante el último año 18 árboles han sufrido los daños de los midnight burlers. “El burl es la protuberancia del árbol que almacena las semillas, el código genético de la secuoya. Destrozarlo significa amputar el árbol impidiendo que se reproduzca, además de hacerle muy vulnerable a los ataques de los insectos y a enfermedades que, de encontrarse íntegro, combatiría con facilidad.

Su importancia la conocen muy bien los agentes de Reedwood Nacional and State Parks. En su página web se advierte de la creciente demanda que existe en el mercado negro y se pide a todos los usuarios a que contribuyan a denunciar esta práctica ilegal y a no comprar productos de los que se desconozca la procedencia de la madera.

Los ataques de los furtivos han llegado a tal extremo que los oficiales del Parque han procedido al cierre durante la noche de 12 kilómetros de recorrido de una ruta de Newton B. Drury Scenic Parkwayen la que viven ejemplares muy antiguos de secuoyas. El objetivo es estrechar el cerco a los criminales y detenerles. Próximamente tienen previstos los cierres de más tramos de este Parque de 53.000 hectáreas.

Dañar las secuoyas está considerada una práctica criminal que puede acarrear años de prisión y multas. «El crimen es equiparable a matar elefantes en África para vender el marfil”, dicen los oficiales. Estos árboles de hasta 2000 años de antigüedad, los seres vivientes más antiguos del planeta, además de su pulmón, están declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y en la actualidad apenas quedan un 5% de los que originalmente poblaban las costa del Pacífico entre Oregón y Big Sur (California).

Los oficiales del Parque dicen que “lo que motiva a los furtivos a delinquir es conseguir recursos al margen de una economía local que no genera puestos de trabajo y costearse el consumo de sus caros hábitos como consumidores de metanfetaminas”. También apuntan que cada vez utilizan tácticas más agresivas que incluso pasan por derribar un árbol entero para aprovechar sólo la parte que contiene las semillas.

Algunos burls son pequeños y acaban convertidos en souvenirs tales como saleros y pimenteros, pero otros valen miles de dólares en el mercado negro. En eBay se venden mesas de café elaboradas con madera de secuoya por hasta 13.000 dólares. Y en Orick, una población de algo más de 350 habitantes en el condado de Humboldt, cercana a la entrada sur del Parque, proliferan las tiendas que venden madera de secuoya procesada en muebles, relojes y objetos de adorno. Un mercado lucrativo que mueve cientos de miles de dólares al precio de esquilmar el patrimonio ecológico del planeta.

Jeff Denny, el supervisor de los parques de secuoyas en la zona de la costa, hace una reflexión en voz alta: “Estos titanes han sobrevivido tormentas, rayos, fuegos, vientos y muchos desastres naturales, pero sobrevivir a los furtivos armados con sierras y cadenas es un asunto completamente distinto. Los consumidores necesitan ser conscientes antes de comprar un objeto hecho con esta madera de preguntarse de donde viene y entonces decidir”.

https://elpais.com/sociedad/2014/04/12/actualidad/1397264378_050188.html

12/07/2024