Cuando alguien está decidido a cargarse a alguien, no importa que se le retire las armas de fuego que pueda tener en casa, siempre podrá acudir al mercado negro para pillar otras, aunque hay muchas formas de matar a alguien sin necesidad de utilizar armas de fuego. Ya se sabe que los humanos somos especialistas en destruir cosas o vidas.
Ana Pastor dijo: antes de que mueran más mujeres, necesitan ponerse medios para evitar nuevos casos, y para eso se necesita dinero», y que la Ley contra la Violencia de Género «no ha funcionado por falta de medios para aplicarla».
Con esas afirmaciones queda en evidencia lo necia que es. Como vengo anunciando hace varias décadas, deberían dimitir todas aquellas personas que no sirven para lograr encontrar soluciones eficientes. Pastor no es una excepción. Porque como también llevo muchos años anunciando, para encontrar una solución a un problema, hay que buscar el origen. Por lo que no sirve de nada luchar contra la violencia machista con más presupuesto ¿acaso quieren poner un vigilante detrás de cada tío denunciado las 24 horas? Eso es una utopía.
Todos deberíamos tener presente que la especie humana es agresiva, pero que si no se nos provoca solemos ser más o menos amables.
Parte de la culpa de este problema son las leyes españolas, que no hay ni una que esté reúna un buen criterio.
Las personas somos de naturaleza polígama, salvo alguna excepción, pero las mujeres se empeñan en que seamos monógamos. Ahí está el error. Por eso es tan frecuente que tanto mujeres como hombres engañen a sus parejas. Esta sociedad no está preparada para compartir sus parejas. Una solución sería que a los niños les enseñaran lo malo que es la monogamia. También habría que destruir los cuentos de príncipes y princesas monógamas, las novelas de amor entre un hombre y una mujer y las películas de amor. Cuanto antes admitamos que somos polígamos más pronto se acabará la violencia machista, pues al convivir con varias mujeres es difícil enfadarse.
Otra razón es la falta de honestidad y de sinceridad. También las leyes impuestas tienen la culpa. Estamos acostumbrados a que cuando nos saltamos las reglas establecidas se nos multa; por no llevar el cinturón al conducir, por no pagar el tiket de aparcamiento, por pasar sin pagar en el metro, así un largo etc. Entonces, cuando una mujer o un hombre nos ofenden, ese agravio hay que pagarlo de algún modo. Las multas no son aceptadas ni por el que ofende ni por el ofendido, pues tampoco está instaurada esa posibilidad. La única forma de calmar esa ofensa es el castigo físico, que por cierto, las mujeres acuden a ella por nada. Les pongo un ejemplo de los cientos que se me ocurren; un tipo se cruza con una chica y de repente la intenta besar, lo más probable es que la chica le dé un guantazo. La agresividad está a flor de piel en las mujeres. Ahora ese ejemplo al revés, la chica besa a un desconocido; el chico queda extrañado con cara de póker pero en ningún momento intentará agredirla. Con esto quiero demostrarles que hay que aceptar que los humanos somos agresivos, unos más que otros, pero que en un momento dado, cualquiera tiene sentimientos de asesinar a un congénere dependiendo las circunstancias, por lo que no hay dinero en el mundo para erradicar la agresividad que llevamos en los genes. Además, nos es indispensable para poder defendernos en caso de estar amenazados por otras personas o animales.
2/02/2021