La complejidad de la explotación sexual desafía iniciativas como las de Suecia o Francia, pero es indudable el efecto pedagógico de las mismas; España debe seguir esta vía y superar el argumento falaz de la libertad individual de las víctimas
María Viñas
22 mayo 2023
La propuesta contempla castigar a proxenetas y a dueños de locales, pero también a clientes
Los socialistas prometieron que si gobernaban abolirían la prostitución. Quedan siete meses de legislatura y su ley contra el proxenetismo lleva seis atascada en el Congreso y ahí se quedará, como mínimo, hasta después de las elecciones municipales que se celebrarán el próximo domingo 28 de mayo.
La iniciativa se emancipó de la ley del «solo sí es sí» —donde había sido introducida como enmienda— cuando el PSOE comprendió que las batallas, de una en una, que la pelea por perseguir el consumo de prostitución ponía en el alambre su norma de libertad sexual. Troceó así el texto y presentó una proposición de ley independiente que, entre otras cosas, contempla castigar no solo al proxeneta, también al dueño de cualquier local en el que se ejerza la prostitución, aunque lo tenga alquilado o cedido —la llamada tercería locativa— y al cliente.
La propuesta de los socialistas, registrada hace ahora un año, recoge una reforma del Código Penal para «acabar con todas las formas de proxenetismo». En junio, el Congreso aceptó tramitar la ley, que cuenta con el apoyo de los de Podemos, pero también con el del PP, y a mediados de octubre se cerró el plazo para presentar enmiendas. La iniciativa lleva paralizada desde noviembre. Para la Plataforma Prostitutas no hay dudas sobre la razón que mantiene parada la ley: «No se atreven a hablar de trabajo sexual en el Congreso después de lo del caso Mediador [una trama presuntamente liderada por el exdiputado del PSOE Juan Bernardo Fuentes, alias Tito Berni, que incluía servicios de prostitución]». Considera la organización que el partido tiene «un discurso hipócrita», que «por el día dicen una cosa y por la noche hacen otra», mientras las feministas lamentan que no se haya solicitado un procedimiento de tramitación de urgencia, como sí se ha hecho con otras leyes.
Tampoco es que entre los socios del Gobierno haya consenso firme sobre la manera de abordar un problema que en el resto de Europa se afronta desde dos posiciones opuestas: el modelo abolicionista —por el que apuesta el PSOE—, implantado en Suecia, Islandia, Irlanda del Norte, Noruega y Francia, con sus respectivos matices; y el de la legalización, que es una realidad en Holanda, Bélgica, Alemania, Austria, Grecia, Suiza y Dinamarca.
«Creo que la norma se ha parado porque puede influir en los votos masculinos»
Rosa Cobo —teórica feminista, investigadora y profesora titular de Sociología del Género en la UDC— se pregunta si practicar una felación o dejarse penetrar analmente se puede considerar trabajo, si no pasa por ahí la dignidad de las personas. Y, tras haber trabajado exhaustivamente en el tema durante cinco años, se apoya en datos como que el 90 % de las mujeres que se prostituyen han sufrido abusos sexuales en su infancia o en su adolescencia para asegurar, rotunda, que son minoría, «muy minoría», las que ejercen por voluntad propia y no por necesidad, tanto que no puede ser representativa. «Tiene un carácter excepcional y las legislaciones no se hacen para las excepciones, se hacen para la mayoría, para la generalidad».
—Defiende el abolicionismo.
—La prostitución es el corazón de una industria global, la de la explotación sexual, que se mueve en el marco de la economía ilícita y está orientada a generar muchísimos beneficios. Para ello se recurre a prácticas radicales. La edad media de entrada en la prostitución está en los 13 años y la mayor parte de las mujeres que se prostituyen son migrantes que llegan a España sin saber exactamente a qué vienen. Nunca me he encontrado con ninguna que quisiera estar donde estaba.
Martina Miser
—Los que defienden la regulación creen que ilegalizar esta práctica solo empeorará las condiciones de las que seguirán ejerciendo.
—Yo haría una distinción entre prohibir y abolir. En el prohibicionismo la ley carga contra las mujeres prostituidas; el modelo abolicionista propone políticas públicas de igualdad, de apoyo integral a aquellas que están en esta situación para que puedan tomar las riendas de su vida y continuar por otros caminos, si es que así lo desean. Precisamente en los países europeos en los que se ha regulado, por ejemplo Alemania, Holanda o Suiza, las condiciones de vida de las prostitutas han empeorado. Un estudio realizado en Ámsterdam reveló que esta industria siempre acababa envuelta en otras economías criminales que deterioran enormemente la situación: allá donde hay prostitución, hay drogas, hay tasas altas de alcoholismo. Esa idea de mujeres que eligen la prostitución de forma libre, que quieren autoorganizarse en cooperativas, no ha acabado de funcionar. Esta es una industria global en la que el proxeneta que exporta a la mujer desde Rumanía está conectado con el que la explota aquí, no hay posibilidad de estar fuera de ese circuito. En Alemania se reguló con el argumento de que estas mujeres iban a tener más derechos, pero no hay prácticamente contratos de trabajo para ellas.
—La propuesta que está en el Congreso pasa por perseguir también a los clientes.
—Me parece muy bien. Mira, Suecia fue el primer país en el que se aplicó una legislación abolicionista y, sí, sigue habiendo hombres que cruzan el puente y se van a Dinamarca, porque el abolicionismo no acaba con la prostitución, pero sí tiene un carácter disuasorio y pedagógico: los chavales y los hombres jóvenes ya no contemplan allí la prostitución como una opción de ocio. Solo por eso merece la pena, y en ese sentido es importante el carácter disuasorio de las multas a los varones que acuden a la prostitución, que en España son muchos. Es oportuno que los chavales reciban el mensaje de que pagar por tener sexo con una mujer que viene de una situación de pobreza extrema, de una situación de vulnerabilidad, no es aceptable.
—¿Por qué está parada la ley?
—Por una parte, desde el punto de vista electoral creo que hay preocupación por si una ley de estas características tiene efecto sobre el electorado masculino. Y también pienso que tiene mucho que ver que la prostitución está de manera indirecta vinculada a la industria turística y esto tiene efectos sobre la contabilidad nacional.
27/08/2023
1 Comment
Rubén Torres
1 año agoEste tema ya lo he tratado en otras ocasiones. María Viñas nos demuestra que pertenece al grupo de las descerebradas por estar de acuerdo a que se debe multar a los hombres que pretenden contratar los servicios de las prostitutas.
Yo defiendo la abolición de pagar por follar, debería ser gratis. Multaría a las chicas que cobran por follar, pero no por hacer felaciones. Me baso en que cobrar porque te den placer es un abuso. Así pues, es raro que una prostituta disfrute por mamar pollas. Otra cosa distinta es contratar a una masajista, ella es la que te da placer, por lo tanto es un trabajo y como tal debe ser remunerado.
Cuando Viñas dice que pagar por sexo atenta contra la dignidad de las mujeres es ridículo. Si tenemos en cuenta que nadie me puede negar que se disfruta bastante al echar un polvo por ambas partes, es ilógico meter la dignidad en este asunto.
Otra cosa distinta es la falta de oportunidades de ganar mucha pasta, eso está en manos de los legisladores. Ahí está realmente el verdadero problema; que tenemos los políticos menos adecuados y menos resolutivos. De hecho, jamás los hemos tenido. En ese problema es donde se deberían centrar todos los periodistas.