Seres sintientes

En la imagen de la derecha inferior se ve una plantación de soja cultivada en una zona robada a la selva del Amazonas

 

Hablamos a menudo de ‘derechos humanos’. Pero, ¿qué pasa con nuestros hermanos, los animales? ¿y con las selvas, los océanos, las montañas, los ríos…?

Los animales son seres sintientes. El trato que les da la ganadería industrial es brutal. Parece mentira hasta dónde hemos llegado… Sólo una sociedad en clara decadencia, como la nuestra, en la que las cuestiones morales y éticas se dejan aparcadas con tal de llenar los bolsillos, puede llegar a estos límites de falta absoluta de sentido común y humanidad.

El mundo no necesita seguir con la ganadería industrial para alimentar a la población. Porque, en realidad, este sistema provoca hambre, desequilibrios y una grave contaminación medioambiental, que agrava el cambio climático y, por tanto, la vida de muchos humanos y también animales. Es necesario un cambio muy urgente de paradigma alimentario. Lo primero, hacer descender drásticamente la ingesta de proteína animal. Lo segundo, optar por una ganadería ecológica, como la que presentamos en este monográfico, que produce alimentos sanos y sabrosos y que, al mismo tiempo, respeta la salud del consumidor, de los ecosistemas y, también, el bienestar de los propios animales.

No hemos hecho este monográfico para los que ya saben qué es la ganadería orgánica. Hemos querido hacer un monográfico abierto con informaciones de interés para todas aquellas personas que están interesadas en el tema pero que todavía no han empezado a dar pasos en ese camino. Porque nos siguen muchos medios generalistas. Y sabemos que lo que publicamos llega de forma indirecta, a muchas personas. No hemos querido entrar en los mil detalles macabros de la ganadería industrial. Sino en las virtudes de la ganadería biológica. Pensamos que, para malas noticias, ya está la gente harta de un flujo constante de pésimas informaciones. Por una vez veamos la botella medio llena.

Hablamos a menudo de “derechos humanos». Pero, ¿qué pasa con nuestros hermanos, los animales? ¿Y con las selvas, los océanos, las montañas, los ríos…? No olvidemos que la ganadería industrial no es sólo horrible para los propios animales confinados en los establos, sino también para los animales salvajes, pues la ganadería convencional sacrifica los ecosistemas en pos de los intereses de unos pocos. Es decir, que la contaminación, la resistencia a antibióticos, el cambio climático… acaba afectando también a todos nosotros y a la fauna silvestre.

En fin un consumidor responsable tiene que seguir un camino consciente, que conlleva menos ingesta de producción animal y, cuando se precia, el consumo de productos ganaderos ecológicos, directos o indirectos. La vieja dieta mediterránea tiene mucho que enseñarnos en este aspecto. Por eso es tan recomendable seguir los viejos caminos…

EcoActivista

Revista The ecologist, Enero 2014, Nº 56/5

TheEcologist56.pdf

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