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La XXV Cumbre del Clima celebrada en Madrid terminó sin medidas eficaces concretas y dos grupos de países enfrentados: los que apuestan por reducir aún más rápidamente las emisiones de CO2 -liderados por Europa- y los que como China, India, los países productores de petróleo y los menos desarrollados no están dispuestos ni a aportar más fondos ni a adoptar nuevas medidas. Y lo peor de todo: se utilizó reiteradamente el argumento de que el planeta se está calentando por exceso de CO2 en la atmósfera -lo que como ya hemos explicado ampliamente es falso- para no tener que afrontar el problema real: la brutal contaminación y deforestación del planeta por las grandes industrias -especialmente las petroleras, eléctricas, químicas y farmacéuticas- y la obsolescencia programada que obliga al consumo masivo de todo tipo de dispositivos.
Sesenta millones de euros -gastos menos ingresos- es lo que a los españoles nos ha costado la inútil cumbre del clima celebrada en Madrid en diciembre de 2019 donde lo único que se ha hecho es repetir como un mantra la falaz advertencia de que nos acercamos a la extinción si no tomamos medidas de inmediato y que la culpa es básicamente de las emisiones de CO2 que produce el hombre. Y es que ya se sabe que una mentira repetida hasta la saciedad termina haciendo mella en las mentes de las personas menos informadas. Además, las verdades oficiales siempre tienen en el vulgo preponderancia sobre las reales. No hay más que ver cómo la sociedad ha asumido la estupidez de que una niña de 16 años sin formación –Greta Thunberg– les diga a los gobernantes, científicos y periodistas del mundo lo que hay que hacer porque ella sabe cuál es el problema que padece nuestro planeta y cómo afrontarlo.
Dicho esto agregaremos que el hecho de que nuestro mundo está medioambientalmente contaminado -incluido el aire- es obvio y NADIE lo discute. Se están incendiando impunemente en todo el mundo bosques y selvas sin que nadie haga nada serio por evitarlo, se echan a lagos, ríos y mares todo tipo de productos industriales químicos tóxicos -y no solo plásticos e hidrocarburos- por falta de controles rigurosos, se vierten a las aguas y alcantarillas fármacos tóxicos -además de antibióticos- que están alterado genéticamente la vida vegetal y animal -fluvial y marina- con muy graves consecuencias para su salud… y para la nuestra, ya que luego los consumimos, se abusa de los herbicidas y pesticidas que provocan grandes matanzas de plantas e insectos -sobre todo de las abejas sin las cuales la supervivencia sí se vería amenazada, aunque todo indica que la principal causa de su extinción masiva son las radiaciones electromagnéticas que sin embargo, se potencian y apoyan en un alarde de cretinez-, se agregan innecesariamente aditivos tóxicos a los alimentos solo para que algunos se enriquezcan, se potencia la tecnología 5 G cuyos potenciales daños se ocultan o minimizan, se permite la obsolescencia programada con lo que se están fabricando constantemente todo tipo de aparatos que ya no sabemos ni dónde almacenar -electrodomésticos, ordenadores, coches, etc.-, se contamina el aire…
La lista es muy larga pero de todo esto se ha pasado de puntillas -o no se ha hablado ni en esta cumbre ni en las anteriores porque en realidad no se han convocado nunca para prevenir y resolver los problemas reales medioambientales, sino para presionar a los gobiernos a fin de que sus ignorantes -y a menudo corruptos- gobernantes aporten gigantescas sumas de dinero a los proyectos -muchos de ellos ilusorios e irrealizables cuando no innecesarios- que presentan las numerosas multinacionales y grupos de poder que viven de prometer resolver problemas -en general inexistentes- que les financiamos los ciudadanos. Hoy día muchos grupos se enriquecen, de hecho, inventándose problemas presuntamente catastróficos que a continuación se ofrecen a resolver, estafa en toda regla en la que se utiliza a aquellos políticos ávidos de gloria y reconocimiento que a cambio están dispuestos a vaciar las arcas de sus naciones. Y todo eso lo saben muy bien los gobernantes más poderosos del planeta que por eso ni han acudido a la cumbre a pesar de que la misma se ha presentado al público poco menos que como la última oportunidad de supervivencia de la humanidad. Algo que luego apoyan toda esas «buenas personas» que aprovechan para ir de solidarios, altruistas, benefactores y ejemplares ciudadanos preocupados por los demás y, sobre todo, por los más necesitados pero que no son en realidad sino millonarios con unos egos enfermizos, personajes de todo tipo entre los que destacan «artistas» e «intelectuales» que suelen militar en movimientos supuestamente «progresistas» o simpatizar con ellos.
El esperpento en esta ocasión ha llegado al extremo de que una iglesia sueca ha calificado a Greta Thunberg como «el segundo Mesías» y The Times la ha designado «personaje del año»! Y eso que hablamos de una niña rica, pija y enferma utilizada por grupos de poder que alega que abandonó los estudios porque de nada servirán en un mundo arrasado por el calentamiento global.
EL CUENTO DE LA EMERGENCIA CLIMÁTICA
Seamos concisos y claros: es absolutamente falso que haya consenso entre los científicos sobre el presunto calentamiento global y que éste pone en peligro la supervivencia de la Tierra. Es una mentira inventada y asumida por quienes carecen de datos, no se informan, no investigan nunca y asumen como verdades las que otros -normalmente desde el poder y usando los grandes medios de comunicación que controlan- les inculcan. La mayoría de la gente cree tener «criterio propio» pero en realidad se ha limitado a asumir como propias creencias que se le han impuesto sutilmente.
Y pasa en todos los ámbitos. Un ejemplo es la idea aceptada acríticamente de que en muchos ámbitos existe «consenso científico». Una falsedad que permite a los que imponen tales «consensos» manejar a la sociedad a su antojo. Ya lo dijo el conocido antropólogo y escritor Michael Crichton: «Seamos daros: el trabajo de la ciencia no tiene nada que ver con el consenso. El consenso es el negocio de la política. En ciencia el consenso es irrelevante. Lo relevante son los resultados reproducibles. Los mejores científicos de la historia son excelentes precisamente porque rompieron con el consenso».
Pues bien, una de las pruebas de la falta de consenso en el tema del presunto cambio climático es el documento que la Fundación de Inteligencia Climática (CLINTEL) -entidad que agrupa a más de 500 científicos de todo el mundo- envió al secretario General de la ONU Antonio Gutierres el pasado 23 de septiembre con el título Declaración climática europea: no hay emergencia climática. Documento en el que entre otras muchas cosas se dice lo siguiente:
1) El archivo geológico revela que el clima de la Tierra varía desde que existe el planeta con fases naturales frías y cálidas.
2) El mundo se ha calentado menos de la mitad de lo previsto originalmente y principalmente se ha debido al desequilibrio radiactivo, a la diferencia entre la luz solar que absorbe la Tierra y la energía que irradia al espacio.
3) El dióxido de carbono (CO2) no es un contaminante; de hecho su aumento ha promovido el crecimiento global de la biomasa vegetal por lo que es bueno para la agricultura ya que ha aumentado el rendimiento de los cultivos en todo el mundo.
4) No hay evidencia estadística alguna de que el calentamiento global esté intensificando la cantidad o frecuencia de huracanes, inundaciones, sequías y desastres naturales. Es más, las medidas para reducir los niveles de dióxido de carbono (CO2) son tan dañinas como costosas.
5) No existe emergencia climática así que no hay motivo para el pánico y la alarma. Nos oponemos pues drásticamente a la política dañina y poco realista de que en 2050 la emisión de CO2 sea «cero».
6) Los «modelos climáticos» tienen muchas deficiencias y es absurdo usarlos como herramientas políticas; de hecho se está exagerando el impacto de los gases de efecto invernadero e ignorando que enriquecer la atmósfera con CO2 no es negativo sino beneficioso para el planeta.
El propio Bjorn Stevens, director del Instituto Max Planck de Meteorología y uno de los científicos que defiende que el calentamiento global existe y lo provoca el CO2, reconocería sin embargo durante la cumbre de Madrid que los modelos climáticos que se están utilizando «son inadecuados porque no nos dan una idea, por ejemplo, de cómo cambiará todo el trópico con el calentamiento, si los patrones de lluvia se intensificarán, si el Amazonas se perderá o si las áreas lluviosas se expandirán. Los modelos no sirven de guía para contestar a todas esas preguntas importantes en todas las regiones«. Interrogado entonces sobre la realidad de la «emergencia» ante la que se supone estamos diría: «La emergencia es una declaración más política que científica’’.
Y no crean los lectores que solo esos 500 científicos discrepan de la teoría de que el CO2 es el principal responsable del supuesto calentamiento global de la Tierra. Ya en 2006 treinta y dos de los principales científicos internacionales del ámbito de la climatología firmaron la denominada Declaración de Consenso de Hohenkammer según la cual no hay bases científicas para afirmar que el supuesto calentamiento global se deba a los llamados gases de efecto invernadero. Tres años después -en marzo de 2009- un centenar de científicos norteamericanos publicaría en diversos diarios norteamericanos un manifiesto -pagando porque el medio se negaba a informar de lo que se decía en él- titulado With all due respect Mr. President, that is not true (Con el debido respeto, señor Presidente, eso no es cierto).
Cuatro meses más tarde -en junio- 60 científicos alemanes publicarían una Carta Abierta a la Canciller alemana Ángela Merkel la que se expresaban en el mismo sentido. Y ya en 2010 serían 1.000 los investigadores -de diversos países y disciplinas científicas- que firmaron un manifiesto similar y lo presentaron en la Conferencia sobre el Clima de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Tales son los datos y hechos objetivos y, sin embargo, ¿en cuántos medios de comunicación se han dado a conocer? Sin comentarios.
Vamos a reiterarlo: la afirmación de que el 97% de los científicos del mundo está de acuerdo en que nos hallamos ante una grave emergencia porque el planeta se está calentando rápidamente y el exceso de CO2 es la principal causa es una GRAN MENTIRA. Lo explicamos ampliamente en el reportaje ¿Es el dióxido de carbono culpable del calentamiento global? que apareció publicado en el n° 229 de la revista. Tal falacia procede de un trabajo publicado en 2009 en el que en un subgrupo de apenas ¡77 científicos! respondió a una simple encuesta y el 97% respondió afirmativamente a dos ambiguas preguntas que llevaban a responsabilizar al hombre de que está ocurriendo. Hablamos pues de pura y dura manipulación.
Es más, puede hablarse de desinformación aunque cada vez más periodistas y representantes políticos empiezan a darse cuenta de que están siendo manipulados. El pasado 28 de noviembre por ejemplo la resolución del Parlamento Europeo que declara la emergencia climática y ambiental en el viejo continente y el mundo se aprobó con 429 votos a favor, 225 en contra y 19 abstenciones; es decir, hubo ya 244 parlamentarios discrepantes.
MANIPULANDO LAS CIFRAS
Para convencernos de la «gravedad» del problema y de nuestra culpabilidad se recurre constantemente a cifras y gráficos que abruman. Nos enseñan una fecha y nos dicen: ¿Veis? A partir de ese año hay en el mundo más calor, más incendios, más tornados, huracanes y otros fenómenos naturales extremos, mayor deshielo en los polos…» Y claro, ante tales «datos» e imágenes -cuidosamente seleccionadas- nadie duda. Sin embargo cualquiera que trabaja con estadísticas sabe que las cifras pueden presentarse de forma que digan lo que uno quiera. El autor norteamericano Gregg Easterbrook escribió metafóricamente: «¡Tortura a los números y lo confesarán todo!» En la revista estamos de hecho acostumbrados a ver esa estrategia cuando se habla de las vacunas y de los supuestos beneficios de otros fármacos. Y lo primero que se hace siempre es hablar de sus beneficios a partir del año en que se introduce la vacuna o comercializa el medicamento ocultando los datos anteriores porque a menudo dejan en evidencia lo que pretende concluirse.
Veamos algunos ejemplos: el pasado 1 de diciembre el diario El País -firme defensor de la causa del calentamiento y de que los humanos somos los responsables- afirmaba que Groenlandia está perdiendo hielo siete veces más rápido que en la década de 1990 según el trabajo Balance de masas de la capa de hielo de Groenlandia de 1992 a 2018 -publicado en Nature-y que la causa es el calentamiento global. Sin embargo no dijo ni una palabra del trabajo publicado el pasado mes de abril realizado por un grupo de investigadores de la NASA que se publicó en Nature Geoscience con el título Interruption of two decades of Jakobshavn ¡sbrae acceleration and thinning as regional ocean cools (Interrupción de dos décadas de aceleración y adelgazamiento del Jakobshavn Isbrae a medida que el océano regional se enfría). Se trata de un trabajo que desvela que el glaciar Jakobshavn Isbrae -famoso porque de él se desprendió el iceberg que mandó al fondo del mar al Titanic y ha sido símbolo durante más de una década del calentamiento global por su pérdida de hielo- ¡está creciendo de nuevo! Y en él puede leerse lo siguiente: «Vinculamos tales cambios al enfriamiento simultáneo de las aguas oceánicas en la bahía de Disko que se extienden al fiordo de hielo de llulissat. Las temperaturas del océano en los 250 metros superiores de la bahía se han enfriado a niveles no vistos desde mediados de la década de 1980«. Es decir, el glaciar encogió hace años… ¡y ahora ha crecido! En realidad nada diferente de lo que viene ocurriendo desde hace siglos. Pero claro, los datos anteriores que demuestran ese ciclo constante de enfriamiento/calentamiento se ocultan.
Y hablando de temperaturas: según la Organización Meteorológica Mundial la temperatura global promedio del periodo 2015-2019 está en camino de ser la más cálida de cualquier otro período equivalente registrado… ¡pero es que hablamos de solo un grado más que en la época preindustrial (1850-1900)!
Por otra parte, ¿cuál es la temperatura «ideal» del planeta? ¿Es que alguien puede afirmar saber eso? ¿Cómo se calcula? Se nos dice que si la temperatura aumentara de media solo grado y medio respecto a la actual el caos sería inevitable y que si se sube cuatro grados desaparecerían los glaciares y los fenómenos atmosféricos catastróficos aumentarían por doquier pero, ¿cómo se sabe eso? Pues usando «modelos» que son más que cuestionables como ya hemos comentado. Es decir, se trata de una extrapolación meramente especulativa en modo alguno constatadle y aun así se da por cierta. Inconcebible.
Por otra parte, ¿estamos seguros de que las temperaturas se están midiendo correctamente? Porque, ¿dónde están instaladas las estaciones meteorológicas de las que se extraen los datos? ¿En las grandes urbes, auténticas islas de calor? ¿En medio del campo? ¿En los hielos polares? Porque la cuestión no es baladí. Analicémoslo.
Fue en enero de 2005 cuando la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos comenzó a registrar temperaturas incluyendo los datos en su red de referencia climática -la U.S. Climate Reference NetWork (USCRN)- gracias a las 114 estaciones de temperatura que espaciadas de manera relativamente uniforme hay instaladas en los 48 estados interiores del país y que se colocaron lejos de las ciudades porque se constató que éstas contaminan las lecturas; de hecho así había ocurrido con las estaciones anteriores ya que creaban sus propios microclimas cálidos. Pues bien, según los datos actualizados procedentes del nuevo sistema -publicados a finales de agosto de 2019- en Estados Unidos no ha habido calentamiento alguno desde al menos 2005, momento en el que la red se puso en marcha. Es más, según los datos las temperaturas son algo más bajas que hace 14 años. ¿Por qué nadie informa de ello? Porque hablamos de datos objetivos obtenidos por un organismo oficial estadounidense.
Existe una web realmente interesante para quienes no se conforman con admitir como cierto todo lo que le cuentan sobre el clima: realclimatescience.com. Y lo es porque su autor, Tony Heller, es un geólogo e ingeniero ambientalista que documenta gráficamente cada uno de los datos y textos que aporta, sean artículos de prensa de principios de siglo -en algunos de los cuales ya se afirmaba que el planeta se iba a congelar-, sean gráficos recientes de la NASA o documentos del Gobierno norteamericano, Pues bien, en una de sus entradas Heller explica muy bien cómo puede manipularse a la población a través de gráficos y utiliza como ejemplo los datos de la National CHmate Assessment (Evaluación Nacional del Clima), entidad que depende del programa Cambio Global de los Estados Unidos y envió a periodistas y responsables políticos para que entendieran el peligro del calentamiento global. Los gráficos mostraban un aumento de las olas de calor desde 1960, la disminución del hielo marino en el Ártico desde 1979 y el aumento del nivel del mar desde 1920, entre otros. Bueno, pues las mediciones empiezan en cada caso en un año distinto -1960, 1979 y 1920- algo que Heller explica con sencillez: «Cuando se desea engañar a las personas con estadísticas elegir la fecha de comienzo es muy importante«.
Heller pone de manifiesto el engaño comparando los datos de las gráficas con los de los años que no se proporcionan ya que hacerlo demuestra por ejemplo que antes de 1960 hubo veranos mucho más calurosos en Estados Unidos; por ejemplo en la década de los años 30. Posteriormente las temperaturas comenzaron a descender pero para subir luego de nuevo. Es algo cíclico, ¿Y que se consigue ocultándolo? Pues hacer creer que la temperatura está subiendo desde 1960 cuando en realidad era más alta treinta años antes.
Las alarmantes cifras del gráfico sobre la pérdida de extensión del hielo marino ártico comienzan en 1979 y muestran una disminución progresiva pero según los propios datos del informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de 1990 -que muestra los datos desde principios de la década de los setenta- la extensión de hielo era mucho menor antes. Y lo ilustra aportando un documento gráfico de la National Oceanic and Atmospheric Administraron (NOAA) adjunto al informe de 1990 en el que se dice: «En el periodo 1972-1975 la extensión de hielo marino era significativamente menor«.
¿Y qué pasa con el nivel del mar? Nos dicen que terminará cubriendo en unos años muchas islas y costas y lo justifican con datos según los cuales su nivel aumenta constantemente desde el pasado siglo XX. Bueno, pues Heller volvió a recurrir a los datos oficiales de la NOAA y lo que éstos demuestran es que el nivel del mar aumenta ciertamente 2,8 milímetros al año pero que ¡lleva haciéndolo así desde hace 20.000 años! Luego afirmar que se debe al calentamiento de las últimas décadas es igualmente mentira.