En él se explica que ciertas sustancias -como los antibióticos- añadidas a los experimentos realizados in vitro pueden estresar los cultivos celulares de modo que generen nuevas secuencias que no habían sido previamente detectadas. Algo que ya había advertido nada menos que en 1983 la doctora Barbara McCIintock durante su conferencia de recepción del Premio Nobel como puede comprobarse en https://www.nobelprize.org/uploads/2018/06/mcdintock-lecture.pdf
En definitiva, NI UNO SOLO DE LOS SIETE SUPUESTOS CORONAVIRUS HUMANOS SE HA AISLADO REALMENTE. Lo único que ha variado entre ellos son los procedimientos y técnicas de laboratorio que fueron haciéndose progresivamente más sofisticadas lo que, en este caso, ha implicado no una mayor exactitud sino una mayor capacidad de engaño y autoengaño que ha culminado con la fabricación virtual del SARS-CoV-2.
Y la consecuencia obvia de la falta de pruebas de su aislamiento es que a tales «coronavirus» no se les puede considerar responsables de ninguna enfermedad. Es más, todas las pruebas o test -del tipo que sean- basadas en los presuntos componentes de esos «virus» (ácidos nucleicos o proteínas) quedan completamente descalificadas como «test de infección» y más aún como «diagnósticos» de enfermedades.
MÁS PETICIONES DEL AISLAMIENTO SIN RESPUESTA
En el número anterior ya recogimos las respuestas que nos dieron los autores de varios artículos que se supone describían el aislamiento del SARS-CoV-2 en las que reconocían que no habían «purificado» lo que implícitamente supone reconocer que el virus no fue aislado. Y ahora vamos a añadir una evidencia más: las respuestas dadas por diferentes autoridades -políticas y sanitarias- de varios países sobre la purificación y aislamiento del SARS-CoV-2.
James McCumiskey -autor del libro La última conspiración: el paradigma biomédico- cuenta que el National Virus Reference Laboratory (Laboratorio Nacional de Referencia de Virus) de Irlanda solicitó información sobre ello a la Universidad de Dublín y ésta respondió que «no tiene registros que puedan responder a su petición». El director de los servicios legales del laboratorio insistiría en su petición a la universidad y ésta respondió así: «La posición de la universidad es que las materias de debate académico no pueden someterse a la Ley de Libertad de Información». De la petición del NVR se deduce que ellos no han cultivado el SARS-CoV-2 ni lo han purificado. Solo reconocen haber «detectado el ARN del SARS-CoV-2 en muestras para el diagnóstico».
El pasado 22 de junio un grupo de expertos envió una consulta en términos similares al Primer Ministro británico Boris Johnson. La carta estaba firmada por el doctor Kevin Corbett, Piers Corbyn -profesor del Imperial College de Londres-, el ingeniero e investigador independiente -a quien en su día entrevistamos en la revista- David Crowe, el doctor Andrew Kaufman, el profesor de Biología de Ediburgo Roger Watson y el biólogo y químico David Rasnick ¡y a día de hoy siguen sin recibir respuesta!
Otra petición similar -en este caso al National Research Council (Consejo Nacional de Investigación) de Canadá- recibió la siguiente respuesta: «No hemos podido llevar a cabo una búsqueda completa en los registros del NRC así que lamentamos informarle de que no se ha identificado ningún registro que responda a su petición»
Agregaremos que dos periodistas han estado enviando peticiones similares -apoyándose en la Ley de Libertad de Información- a varias instituciones de Canadá, Nueva Zelanda, Australia, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos y a 5 de septiembre doce instituciones habían respondido indicando todas lo mismo: que no tienen registrado ningún trabajo que describa el aislamiento del virus que se supone causa la Covid-19. Los detalles y las respuestas pueden verse en
https://www. fluoridefreepeel. ca/u-k-dept-of-health-and-social-care-has-no-record-of-covid-19-virus- isolation/.
BUSCANDO EL ORIGEN DEL FALSO GENOMA
La pregunta que nos hicimos entonces fue: si las secuencias que se han ido publicando no pertenecen -como se ha afirmado- a nuevos virus, ¿de dónde proceden? Y para tratar de responder a esa pregunta decidimos realizar una búsqueda con un programa informático llamado Basic Local Alignment Search Tool (BLAST), herramienta de búsqueda de alineamientos de secuencias que permite comparar una determinada con todas las secuencias almacenadas en los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (es pública y puede consultarse en https://blast.ncbi.nlm.nih.gov/Blast.cgi. Explicamos paso a paso lo que hicimos para que el lector pueda repetir la búsqueda por sí mismo y comprobar los resultados.
En primer lugar recopilamos todos los iniciadores de las PCR descritas en los protocolos alojados en la web de la OMS en aquel momento que eran estos:
-Protocolo de los CDC de China: utiliza como diana los genes 0RF1 ab y N.
-Protocolo del Instituto Pasteur (Francia): utiliza dos fragmentos del RdRP (que se supone es específico del SARS.CoV-2).
-Protocolo de los CDC de Estados Unidos: utiliza tres fragmentos del gen N
-Protocolo del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de Japón: es el único que tiene como diana el gen S junto a otros genes supuestamente compartidos con otros coronavirus.
-Protocolo de Charité (Alemania): utiliza los genes E, N y RdRP.
-Protocolo de la Universidad de Hong Kong: utiliza el 0RF1 b-nsp14 y el N.
-Protocolo del Instituto Nacional de Salud de Tailandia: utiliza el gen N.
A continuación fuimos introduciendo la secuencia de los cebadores -el que indica el comienzo de la secuencia a detectar (forward) y el que indica el final (reverse)- en el BLAST para que las buscara en dos bases de datos: una recopilación de genomas de microbios y la correspondiente al genoma humano.
LAS SECUENCIAS DEL SUPUESTO SARS-COV-2 ¡ESTÁN EN LOS HUMANOS Y EN NUMEROSOS MICROBIOS!
Veamos en detalle el procedimiento tomando como ejemplo los iniciadores del protocolo francés. Una vez en la web de BLAST elegimos Microbes (Microbios) para buscar en las bases de datos de genomas microbianos y avanzamos página. Aparece entonces un formulario en el que introdujimos la secuencia del iniciador forward del protocolo francés -que es ATGAGCTTAGTCCTGTTG-, seleccionamos la opción Highiy similar sequences (Secuencias muy similares) y pulsamos la tecla BLAST. Apenas unos segundos después aparecieron los resultados -hicimos una captura de la pantalla (imagen 1)- y se nos mostraron 100 secuencias de microbios -en particular de bacterias y arqueas- con una coincidencia de entre un 77% y un 100% con un porcentaje de identidad del 100%.
A continuación volvimos a la página de inicio y esa segunda vez elegimos Human (Humanos) para buscar en el genoma humano, repetimos la misma operación y tras unos segundos apareció el resultado que volvimos a capturar (imagen 2). Y resulta que la secuencia introducida coincide con 74 secuencias del genoma humano, con una coincidencia de entre el 66% y el 100% y un porcentaje de identidad del 100%.
Y eso indica que la secuencia de ese cebador inicial de la PCR que se supone es específica para el SARS-CoV-2 corresponde en realidad igualmente ¡a 74 fragmentos del genoma humano y a un centenar de fragmentos microbianos».
A continuación decidimos repetir la operación pero con el cebador final o reverse -que es CTCCCTTTGTTGTGTTGT– y los resultados fueron similares.
Decidimos luego probar de nuevo pero con la secuencia diana que definen esos dos cebadores, es decir, la secuencia del supuesto genoma del SARS-CoV-2 que se encuentra entre el cebador de inicio y el del final. Obviamente para ello necesitábamos la secuencia que oficialmente se admite como la del «genoma del SARS-CoV-2» y aunque miles de laboratorios aseveran haberlo aislado y secuenciado -una afirmación falsa como hemos explicado en reportajes anteriores- decidimos acudir a la página oficial del National Center for Biotechnology Information (Centro Nacional de Información Biotecnológica):
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/nuccore/NC_045512.2?report=genbank&to=29903. Una vez en ella localizamos la «secuencia diana», fragmento de 108 nucléotidos situados entre las posiciones 12.690 y 12.797 del «genoma» y que es ésta:
ATGAGCTTAGTCCTGTTGCACTACGACAGATGTCTTGTGCTGCCGGTACTACACAAACTGCTTGCACT GATGACAATGCGTTAGCTTACTACAACACAACAAAGGGAG.
Pues bien, repetimos con ella las operaciones antes descritas -solo que en este caso cortamos la secuencia en seis fragmentos al azar, concretamente estos: ATGAGCTTAGTCCTGTTGC + ACTACGACAGATGTCTTGT + GCTGCCGGTACTACACAAA + CTGCTTGCACTGATGACA + ATGCGTTAGCTTACTAC + AACACAACAAAGGGAG. Y los resultados volvieron a ser sorprendentes ya que -para cada fragmento- aparecieron de nuevo un centenar de secuencias de microbios con un porcentaje de coincidencia del 100% y varias secuencias del genoma humano con un porcentaje de identidad de entre el 83% y el 95%. Las coincidencias eran pues menores pero lo trascendente e importante es que seguimos encontrando fragmentos de la supuesta «secuencia diana» del SARS-CoV-2 tanto en microbios como en nuestro propio genoma.
Realmente atónitos dimos un paso más y probamos con el gen considerado en ese momento como el más específico del SARS-CoV-2, el Gen E que se supone genera las proteínas de envoltura y está situado entre las posiciones 26.245 y 26.472. Se trata de una secuencia de 227 nucléotidos considerada de las más específicas y es ésta:
ATGTACTCATTCGTTTCGGAAGAGACAGGTACGTTAATAGTTAATAGCGTACTTCTTTTTCTTGCTTTCGTGGTATTCTTGCTAGTTACACTAGCCATCCTTACTGCGCTTCGATTGTGTGCGTACTGCTGCAATATTGTTAACGTGAGTCTTGTAAAACCTTCTTTTTACGTTTACTCTCGTGTTAAAAATCTGAATTCTTCTAGA GTTCCTGATCTTCTGGTCTAA.
Repetimos con ella las operaciones ya descritas -dividiéndola igualmente en fragmentos- y el resultado fue aún más sorprendente porque aparecieron otro centenar de secuencias de microbios con un porcentaje de identidad del 100% y una decena de secuencias del genoma humano con un porcentaje de identidad de entre el 80% y el 100%. Y resultados similares obtuvimos con un fragmento elegido al azar y con el gen N que dicen corresponde a las proteínas de la nucleocápside del SARS-CoV-2.
Finalmente decidimos probar con el Gen S que según se afirma es el que generaría las proteínas estructurales de «espina» que son claves para la entrada en la célula y posteriormente se consideró como el gen más específico del SARS-CoV-2. Por tratarse de un gen cuya secuencia es mucho más larga -3.821 nucléotidos entre las posiciones 21.563 y 25.384- probamos con dos fragmentos escogidos al azar dentro de ese gen y el primero –TTGGCAAAATTCAAGACTCACTTTC– arrojó como resultado otro centenar de secuencias de microbios y 93 secuencias del genoma humano y el segundo – CTTGCTGCTACTAAAATGTCAGAGTGT– un centenar de secuencias microbianas y 90 del genoma humano.
Y para terminar decidimos probar con los iniciadores del Protocolo de Japón, único que incluye secuencias diana del Gen S. Concretamente el cebador inicial es AAGACTCACTTTCTTCCACAG y el cebador final CAAAGACACCTTCACGAGG. Como el lector ya habrá supuesto los resultados fueron una vez más similares: ¡un centenar de secuencias de microbios y 93 secuencias del genoma humano con un porcentaje de identidad de entre 94,12% y 100%!
CONCLUSIONES
La consecuencia de todo lo que acabamos de explicar es clara e inmediata: NO HAY NINGÚN TEST VÁLIDO PARA DETECTAR EL SARS-COV-2, Ni los test de anticuerpos o antígenos ni los RT-PCR. E incluimos los basados en el supuesto gen que se afirma codifica la proteína S1 o de espiga. Y eso supone QUE TODAS LAS CIFRAS DE «CASOS», «CONTAGIADOS», «ENFERMOS», «ASINTOMÁTICOS» O «MUERTOS POR LA COVID-19’ CARECEN DE SOPORTE CIENTÍFICO Y TODOS LOS «POSITIVOS» SON FALSOS POSITIVOS. Algo que debería comunicarse inmediatamente a los afectados y pedir cuentas a los responsables.
Terminamos añadiendo que en estos test no cree en realidad ni la propia OMS. Basta leerse el documento que publicó el pasado 11 de septiembre como guía de laboratorio para el SARS-CoV-2 titulado Diagnosis festina for SARS-CoV-2 (Pruebas de diagnóstico para el SARS-CoV-2) -lo tiene en https://apps.who.int/iris/rest/bitstreams/1302661/retrieve- y en él se dice literalmente en la página 5 lo siguiente: «Cuando sea posible la sospecha de infección activa debería testarse con un test de amplificación de ácidos nucleicos (NAAT) como la RT-PCR. Las pruebas de NAAT deberían tener como diana el genoma del SARS-CoV-2 pero puesto que no existe circulación global conocida del SARS-CoV-1 una secuencia de Sarbecovirus (supuesta especie que incluye al menos cinco coronavirus humanos y animales entre los que se encuentran el SARS-CoV-1 y el SARS-Cov-2) es también una diana razonable». Es decir, la OMS acepta utilizar para detectar el SARS-CoV-2 secuencias no específicas.
Y eso no es todo porque el manual dice más adelante: «Un diagnóstico óptimo consiste en una prueba NAAT con al menos dos dianas independientes del genoma del SARS-CoV-2; no obstante, en zonas donde la trasmisión esté muy extendida se puede utilizar un simple algoritmo con una sola diana«.
El manual de la OMS dice finalmente: «Uno o más resultados negativos no descartan necesariamente la infección por el SARS-CoV-2. Hay una serie de factores que pueden producir un resultado negativo en un individuo infectado incluyendo baja calidad de la muestra, haberla recogido en un momento tardío de la enfermedad, no haberla manejado adecuadamente o razones técnicas inherentes al test; por ejemplo una mutación del virus o una inhibición de la PCR».
¿A qué esperan los jueces para actuar de oficio?
Jesús García Blanca
Nota: el autor agradece públicamente a Juan Pedro Aparicio Aicaraz su paciente y minucioso trabajo de colaboración en la búsqueda de artículos científicos y en el tedioso trabajo con el BLAST.
https://www.dsalud.com/reportaje/la-estafa-se-constata-la-pcr-no-detecta-el-sars-cov-2/
Fuente; Revista Discovery Salud. Número 242 – Noviembre 2020
15/04/2022