La investigación dice que estos enormes mamíferos pueden estar restaurando las funciones ecológicas de las especies pérdidas durante la última glaciación. Para Brigitte Baptiste, esa teoría funcionaría sin humanos y en dos millones de años e insiste en que sería letal para la fauna y flora colombianas.
2020/03/29
En 10 años, el Magdalena medio podría albergar más de 150 hipopótamos. Nuevo estudio levanta polémica. Foto: Felipe Villegas.
En 1993, luego de la muerte del narcotraficante Pablo Escobar, las autoridades no se percataron de que en los humedales de la hacienda Nápoles, ubicada en los municipios de Doradal y Puerto Triunfo, habitaban cuatro hipopótamos africanos adultos que hacían parte de la colección de su safari zoológico.
Estos imponentes animales herbívoros, que pueden alcanzar las cuatro toneladas de peso, quedaron a sus anchas y empezaron a reproducirse. Las manadas se fueron adueñando de los humedales cercanos al río Magdalena, con tal velocidad que hoy pueden existir más de 80 animales, un panorama que desencadena impactos negativos para la flora y fauna nativa colombiana, como manatíes, peces y nutrias.
Un estudio de la revista PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences) liderado por la Universidad de Massachusetts Amherst, divulgado en un artículo del The New York Times, argumenta que los estilos de vida de los hipopótamos y otros animales exóticos introducidos, como camellos, antílopes y cerdos salvajes, podrían estar restaurando las funciones ecológicas de las especies perdidas durante la última glaciación.
Erick Lundgren, ecólogo de la Universidad Tecnológica de Sydney y autor principal del estudio, le dijo al The New York Times: “Descubrimos que, sorprendentemente, el mundo es más similar al pasado previo a la extinción cuando se incluyen especies introducidas”.
La cantidad de hipopótamos en el Magdalena medio tiene en aprietos a la fauna nativa, como manatíes y nutrias. Foto: Felipe Villegas.
Según el diario estadounidense, desde hace 100.000 años, durante el Pleistoceno tardío, una ola de extinciones se apoderó de grandes animales en el mundo: mamuts en Eurasia, caballos y perezosos gigantes en las Américas y marsupiales gigantes en Australia. “Los investigadores sospechan que la pérdida de esta megafauna puede haber dejado agujeros en las redes alimentarias y otros ciclos de los ecosistemas donde vivían, particularmente en lugares como América y Australia”.
Los autores del estudio pretendían probar que los herbívoros introducidos estaban recogiendo la holgura ecológica de sus homólogos extintos. “El equipo buscó en la literatura para crear una lista de especies de herbívoros vivos y extintos en los últimos 126.000 años. Los clasificaron por tamaño, anatomía y dieta, y compararon cómo se superponían los estilos de vida de los herbívoros introducidos y extintos en una región”, apunta el diario.
Según el medio de comunicación, el equipo esperaba encontrar que los ensamblajes de especies puramente nativas estarían más cerca de los ecosistemas del Pleistoceno. “Pero las mezclas de animales exóticos y nativos eran una pareja más cercana. Es de esperar que estas introducciones hubieran aumentado los cambios y amenazado a las especies nativas, pero parece que las criaturas restauran las capacidades ecológicas perdidas”.
Hace dos años, un hipopótamo juvenil del Magdalena medio fue reubicado en el zoológico de Santa Cruz. Foto: Zoológico Santa Cruz.
En cuanto a los hipopótamos de Colombia, el diario resalta que cuando salen del agua por la noche para pastar en los prados, toman roles similares a las llamas gigantes extintas. “Sus defecaciones diurnas en las vías fluviales arrojan cantidades de nutrientes en los sistemas submarinos, al igual que un animal desaparecido como el rinoceronte”.
El artículo puntualiza que el agotamiento de los depredadores y la fragmentación del paisaje han causado que algunos herbívoros introducidos se conviertan en un problema. «Pero el punto de nuestro trabajo es que esto probablemente no tiene nada que ver con los herbívoros mismos. La visión del mundo traerá algo de humildad y curiosidad cuando veamos estos organismos y la forma en que cambian el mundo».
Estudio polémico
Brigitte Baptiste, ambientalista y actual rectora de la Universidad EAN, le aseguró a SEMANA SOSTENIBLE que este estudio internacional ya fue destruido por biólogos expertos. “Mi opinión es que el estudio presenta una teoría que funcionaría pero sin humanos. Un ecosistema se ajusta a todo, pero con dos o tres millones de años. Ese ajuste presentado es letal para miles de especies colombianas. Si les damos dos millones de años, seguro sería positivo”.
Para Baptiste, los planteamientos del estudio liderado por la Universidad de Massachusetts Amherst, son totalmente teóricos y abstractos que, “dan pie a buscar la legitimidad en la introducción de especies invasoras con cualquier argumento. Tiene cero consideraciones a la realidad y retos de gestión ambiental en tiempos humanos. Esto es algo muy grave”.
Para Brigitte Baptiste, la única opción para controlar a los hipopótamos en Colombia es sacrificarlos. Foto: Archivo.
La ex directora del Instituto Humboldt siempre se ha mostrado radical frente al desbordado crecimiento del número de hipopótamos en el Magdalena Medio. Este año, prendió las alarmas al declarar que la única solución es sacrificarlos, ya que están compitiendo con otras especies nativas de la región que hoy en día estarían en riesgo.
«Los hipopótamos también están modificando los ecosistemas, compitiendo con la ecología de las especies y desplazando manatíes y nutrias. Estos animales no pueden seguir sueltos, principalmente por los efectos negativos a la fauna silvestre de Colombia”, aseguró la experta.
Sumado a esto, Baptiste denunció hace poco en sus redes sociales que algunos habitantes de Doradal y Puerto Triunfo, epicentros de los más de 80 hipopótamos que hoy en día habitan en el Magdalena medio, están vendiendo las crías.
“Han llevado varios hipopótamos a fincas privadas. Se los compran a los habitantes de Doradal pequeños, por precios entre los 5 y 10 millones de pesos. Allí los crían como mascotas. Esto me lo han escrito por medio de otras redes”.
“Los hipopótamos ya son una especie invasora», dijo la ambientalista. «Cumplen todos los requisitos establecidos en los protocolos para declararlos en esa categoría, tienen un potencial efecto letal para el ecosistema porque amenazan a la fauna silvestre y también a los humanos. No creo que nadie de la comunidad científica se oponga a la idea de que representan un problema ecológico grandísimo”.
150 hipopótamos en 10 años
Un análisis de un grupo de investigadores de la Pontificia Universidad Javeriana, Cornare y el Instituto Humboldt, arrojó que el número de hipopótamos en Colombia podría llegar a 150 en 10 años, aumentando su rango en los cuerpos de agua de Antioquia, Bolívar, Boyacá, Cundinamarca y Santander.
“A futuro serían zonas de muy alta probabilidad de invasión. El área de distribución actual de los hipopótamos en el país es de 1.915 kilómetros cuadrados. Sin embargo, por la favorabilidad que ofrece el hábitat nacional, la especie podría extenderse hasta los 13.587”, concluyeron los expertos.
El hipopótamo es una especie invasora procedente del continente africano. En Colombia no cuenta con predadores que controlen la población. Foto: Archivo.
Los resultados fueron obtenidos por medio de registros de campo, encuestas asociadas y análisis de condiciones climáticas y coberturas presentes, además de información proporcionada desde BioModelos y de la línea de gestión de vida silvestre del programa de gestión territorial y de la biodiversidad del Humboldt.
“La ocupación en zonas de humedales temporales y potencialmente inundables, caños y aguas poco profundas cercanas al río Magdalena, es una de las afectaciones que la expansión de estos animales generará en el medioambiente. A esto se suma la reducción en el crecimiento de la vegetación natural, alteración del paisaje, contaminación del agua por sus heces y desplazamiento de manatíes y nutrias”.
Estudio sobre los hipopótamos del Magdalena prende alarmas de los ambientalistas (semana.com)
3/12/2020
1 Comment
Rubén Torres
3 años agoNo veo ningún problema en que la gente compre crías de hipopótamo mientras los tengan bien cuidados y cercados. Al igual que hay animales exóticos en los zoológicos.
En Colombia no cuenta con predadores que controlen la población.
R. No es cierto. Todos los animales tienen un superpredador; nosotros. Cuando nos da la gana nos liamos a tiros y no queda ni el apuntador.
Si casi extinguimos a las ballenas que son más difíciles de encontrar ¿no vamos a poder con esas”ovejas” gordas?. Nosotros somos los seres más eficientes destruyendo todo lo que se nos antoje. Incluso ya hace varias décadas que se inventó una bomba capaz de destruir cualquier cosa en un radio de 300 m2 sin dejar rastro de radiación. Solo deja una nube de polvo. Sería una forma de solucionar el problema de los vertederos. El artículo lo leí en la revista Muy interesante.
Como ecologista, soy el primero en defender la vida de los animales, pero eso no quiere decir que carezca de sentido común, y en esta ocasión, dado lo costoso del traslado de tantos hipopótamos, y la dificultad de que sean bien recibidos en el país de origen, opino que deberían ser sacrificados de la forma menos dolorosa posible (usando dardos tranquilizantes antes de matarlos).
De tantos animales saldría varias toneladas de carne, se podría aprovechar para donarla a todos los zoológicos de Colombia como alimento de los carnívoros que tan mal lo están pasando, e incluso repartirla entre la población colombiana que lo desee.
La contaminación del agua por las heces de los hipopótamos se solucionaría importando peces africanos que se las comen. (Labeo velifer, Barbus hindei)
Los excrementos del paquidermo cumplen a largo plazo una función muy importante, pues, dispersos en el fondo fluvial, constituyen un excelente abono nitrogenado que, al fertilizar el terreno, posibilita el crecimiento de una inmensa variedad de plantas acuáticas, sobre todo de las minúsculas algas verdiazules, consideradas como la base de sustentación de la vida en el río por ser el alimento principal de infinidad de invertebrados y alevines de peces, material nutritivo de primer orden, a su vez, para otros animales de mayor tamaño.