Cuba se enfrenta a un incontenible sangrado de la población y las cifras sobre el éxodo solo se ven en contextos extremos como una guerra o una pandemia.
Personas caminan por una calle en el centro de La Habana. (EFE/Yander Zamora)
Por Alfredo Herrera Sánchez
01/08/2024
«¿Será que me voy?, ¿será que me quedo?». Esta es una de las preguntas que rondan por la cabeza de una ciudadana de Venezuela después de las elecciones presidenciales que han sumido al país en un entorno de incertidumbre política. Mientras la oposición reclama la victoria de Edmundo González y el Consejo Nacional Electoral (CNE) insiste en que Nicolás Maduro ha sido reelegido a pesar de las irregularidades, esta venezolana se pregunta si abandonar su país será la mejor opción.
No será la última en hacerse esta pregunta y seguro que no es la primera en hacerlo desde la nueva victoria de Maduro. Si decidiera migrar, se convertiría en un número más de los casi 8 millones de venezolanos que han dejado el país. Una cifra que ha batido sus propios récords y que supone el 19% de la población. Las precarias condiciones de vida es uno de los factores decisivos de este éxodo que los expertos vaticinan que puede aumentar si Maduro se mantiene en el poder.
Precisamente uno de los primeros mandatarios en felicitar al Gobierno chavista, y también uno de sus grandes aliados políticos, está sufriendo el mismo problema. «Hoy triunfó la dignidad y el valor del pueblo venezolano sobre presiones y manipulaciones. Transmito al hermano presidente Nicolas Maduro nuestras afectuosas felicitaciones por esta victoria histórica y el compromiso de Cuba de estar junto a la Revolución Bolivariana y Chavista», escribió el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel. Comparten ideología y ahora también un desafío poblacional.
Al igual que Venezuela, Cuba está viviendo una crisis migratoria sin precedentes. Empezó en diciembre de 2021 a través de Nicaragua y ha diezmado la población de la isla. El régimen cubano lo ha aceptado. Un funcionario de la Oficina Nacional de Estadística e Información dijo hace pocos días que hasta el 31 de diciembre de 2023 la «población efectiva» cubana era de 10.055.968 personas. «Esa población efectiva es un 10,1% menor a la que se tenía al 31 de diciembre de 2020, y similar a la que Cuba registró en algún momento del año 1985», comentó durante una sesión del Parlamento.
«El régimen reconoció que 1,3 millones de personas se han ido del país. Esas cifras oficiales son muy cuestionables, porque ellos nunca han demostrado ser confiables y manipulan los indicadores. Si buscamos otros estudios, como el del demógrafo Juan Carlos Albizu Campos, se ha ido un 18% de la población», apunta Loraine Morales Pino, una cubana doctora en Estudios de Migración del Colegio de la Frontera Norte (Tijuana, México)
Ese estudio al que hace referencia Morales indica que en Cuba quedan poco menos de nueve millones de personas. La diferencia que plantean estas cifras (más de un millón de cubanos) radica en que las estadísticas del régimen incluyen como «población efectiva» a los migrantes que mantienen su residencia legal en la Isla, aunque estén fuera. Es una manera de maquillar este incontenible sangrado de población. Además, entre enero y junio de 2024, han llegado 117.741 cubanos a EEUU, según los datos de la Oficina de Protección y Aduanas de ese país (CBP en inglés).
«Estas cifras solo se ven en contextos extremos como una guerra o una pandemia, pero yo creo que ninguna otra población del mundo decreció tanto durante la pandemia del covid. Esa disminución no solo responde a la migración, sino también a los bajos índices de natalidad y a un envejecimiento creciente. No hay un reemplazo generacional y la población tiende a decrecer», detalla la periodista y académica cubana que se ha especializado en temas migratorios.
Migrar, la única alternativa de los cubanos
Morales insiste en que la pésima gestión del Gobierno ha incentivado la estampida. «La principal causa es la crisis económica actual, agudizada por el contexto de la Covid-19 y por las medidas que tomó el régimen durante la pandemia. Ese no era el momento más indicado para hacer cambios tan radicales, y lo que trajo consigo fue que aumentara la pobreza y la vulnerabilidad de la población cubana». El Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) publicó un estudio a mediados de este mes que indica que la extrema pobreza escaló durante 2024 al 89% de la población en Cuba.
«La gente no tiene recursos ni tan siquiera para sobrevivir en la Isla y la única alternativa que les queda es emigrar«, explica Morales. «Todo aquel que tiene la posibilidad se va. Hay que tener en cuenta no solo a los que se han ido, sino el potencial migratorio que existe. En Cuba solo se habla de irse del país. A pesar de que se han marchado muchos, los que quedan también se quieren ir».
Una investigación sobre migración realizada por psicólogos de la Universidad de Oriente (Santiago de Cuba), ha concluido, luego de una dinámica psicológica de cinco deseos aplicada a grupos infantiles, que el centro de las respuestas fue «salir del país». También se detectaron «afectaciones en las dinámicas y estructuras de la familia», ya que a partir de las ausencias «empiezan a cambiar los roles» de los miembros que quedan.
El informe oficial ofrecido ante el Parlamento cubano reconocía que casi el 80% de las edades de los emigrados entre 2021 y 2023 oscilan entre los 15 y los 59 años. Para Morales, esta realidad va a incidir directamente en el capital de la mano de obra: «La población cubana seguirá envejeciendo y veremos una crisis de mano de obra. A pesar de la estampida, queda un capital laboral que no se aprovecha dentro del país. No hay capacidad para absorber todo el potencial laboral de la juventud. La baja productividad y la falta de libertades económicas que mantiene el Estado, hacen que el país sufra una debacle imparable y cada vez está peor».
Jamás se habían marchado tantos cubanos de la Isla. Ni en la etapa colonial o republicana se vivieron tales crisis, sino todo lo contrario: Cuba era un destino seguro para emprendedores tan diversos como españoles o chinos. Solo cuando llegó la Revolución liderada por Fidel Castro en 1959, comenzaron los flujos cíclicos de migración. Ni sumando las tres más grandes estampidas (éxodo de Camarioca en 1965, éxodo del Mariel en 1980 y la crisis de los Balseros en 1994), se llegan a las cifras de la actual ola.
«Esto no se va a recuperar fácilmente», alerta Morales. «Estamos hablando de décadas para sustituir lo que hemos perdido en cuatro años. Lo primero que hay que buscar es un cambio de sistema. Tendría que haber una apertura democrática real y una reconstrucción de la nación. Y esto es complicado, porque Cuba es un país que está totalmente destruido en todos los ámbitos. Además, no sabemos si las personas que están en el exilio estarían dispuestas a regresar para vivir en la Isla. Se necesitaría un proceso de reconciliación para sanar estas heridas que se han producido durante más de seis décadas, pero eso tomaría mucho tiempo».
Morales considera que no podrá detenerse esta crisis sin que haya un cambio político significativo en la Isla: «No creo que la población cubana confíe en el sistema actual y por eso no apuestan por un futuro en Cuba. Eso se ve hasta con los mismos militantes, en quienes el Gobierno ha confiado y se han ido. Hablamos de gente que servía al sistema y eran parte de su estructura política. Esos tampoco confían en el sistema porque en cuanto tienen una oportunidad se largan, y eso nos da una idea de lo que está ocurriendo en Cuba».
En los últimos meses, las autoridades estadounidenses han detenido en frontera a varios exfuncionarios del régimen cubano. Han logrado establecerse en EEUU cubanos que fueron oficiales del Ejército y del Ministerio del Interior, jueces o miembros del Partido Comunista; incluso algunos estuvieron directamente vinculados a hechos represivos dentro de la Isla.
«No conocemos un contexto distinto a la crisis»
«También hay que ver con la oposición hacia dónde iría ese cambio político que necesitamos», continúa la experta. «Hace falta un cambio, pero no cualquiera. Es importante tener en cuenta quién estaría dispuesto a vivir una transición de este tipo y qué es lo que vendría después. Yo, como migrante, prefiero vivir en un país que esté medianamente constituido. Reconstruir una nación es un proceso muy complejo y que lleva el esfuerzo de todos. En términos masivos, no creo que haya un gran repoblamiento de los que se han ido. Tendría que haber una sustitución hacia adentro del país, y Cuba nunca destacó entre los territorios de América Latina con mayor natalidad».
Países como EEUU, España, Rusia o Uruguay se han convertido en destino frecuente para los migrantes cubanos. Según Morales, las comunidades de exiliados que se van formando en esos sitios también deben lidiar con sus propias preocupaciones y retos: «Está ese ideal de que todo el que sale del país triunfa y resuelve todos los problemas, pero creo que se necesita un mejor abordaje de qué es lo que está ocurriendo con los cubanos que están en el exterior. Si bien logran conquistar cuestiones básicas de calidad de vida, también se enfrentan a muchas complejidades en un nuevo contexto para el que no están preparados».
En EEUU, el principal destino migratorio de los cubanos, había más de 442.000 migrantes de la isla con procesos de expulsión abiertos en febrero de este año. A principios de abril, unos 5.000 cubanos asentados en Uruguay se encontraban en un limbo legal que no les permitía regularizarse.
La académica subraya que el reto de los cubanos asentados en el exterior está en crear puntos comunes: «En el exilio cubano hay una desarticulación debido a la gran polarización que hay entre sus miembros. Yo creo que debemos aprender a lidiar con las diferencias de pensamiento y las ideologías ajenas. Es muy complicado articularse, hacer propuestas y construir cosas cuando se ha sembrado tanto la desconfianza entre nosotros. Quizás ese sea el mejor logro de la Seguridad del Estado (policía política del régimen cubano), porque al final nos pasamos todo el tiempo atacándonos entre nosotros y perdiendo los objetivos comunes. Esta situación ha provocado que muchas personas del exilio sencillamente se desconecten y se centren en los problemas que enfrentan en sus países de acogida».
Esa situación, estima Morales, redunda en una cultura prácticamente congénita del exilio: «Llevamos muchos años y décadas huyendo del sistema. Mi generación, por ejemplo, los que nacimos en los años 90, no conocemos un contexto distinto en Cuba, siempre estuvimos en crisis. La población venezolana, por ejemplo, no lleva tanto tiempo migrando. Los cubanos se van de la Isla desde que triunfó la Revolución en 1959″.
https://www.elconfidencial.com/mundo/2024-08-01/cuba-exodo-poblacion_3930405/
5/07/2025
1 Comment
Rubén Torres
10 horas agoDe todo lo que se ha dicho aquí, hay una sola cosa con la que estoy de acuerdo; “Hace falta un cambio, pero no cualquiera”.
Y ese cambio es el que llevo proponiéndolo yo varias décadas, pero no hay forma que esas ratas de alcantarilla las implanten en su país y han preferido huir como ratas que son.