Utilidad de la Ozonoterapia en cáncer y otras patologías
Que las autoridades sanitarias procuran amedrentar a todo aquel que se distinga en la investigación y difusión de propuestas cuando éstas suponen un riesgo para el gran negocio de los tratamientos convencionales -muy especialmente en el ámbito del cáncer- es algo tan poco conocido por la sociedad como cierto. De hecho tal es el caso del Dr. Juan Carlos Pérez Olmedo a quien en su momento sancionó el Servicio Gallego de Salud por practicar la ozonoterapia sin haber solicitado la «compatibilidad» de su práctica siendo médico de familia. En el fondo un «aviso» a todos quienes se atrevan a tratar enfermos de cáncer con métodos distintos a los «oficiales». Pues bien, repasamos de nuevo con él las enormes posibilidades del ozono en el tratamiento diversas patologías, cáncer incluido.
Basta leer los artículos sobre los beneficios terapéuticos del ozono publicados a principios del siglo XX en The Lancet para sorprenderse de la manifiesta ignorancia que la mayoría de los médicos -y de las autoridades sanitarias- tienen hoy sobre tan poderosa herramienta terapéutica; es más, resulta indignante la cerrazón y la soberbia de quienes niegan la enorme utilidad de la Ozonoterapia en multitud de patologías. Ya en noviembre de 1902 The Lancet dio cabida a un artículo del doctor George Stoker -médico del London Throat Hospital– en el que éste daba cuenta de la utilidad de aplicar ozono para tratar el tinnitus y la sordera crónica del oído medio. Catorce años después -el 21 de octubre de 1916- The Lancet publicaría un nuevo artículo de Stocker con el título Usos quirúrgicos del ozono en el que se explicaba su eficacia para tratar heridas de guerra -se testó con 21 pacientes del Queen Alexandre Military Hospital– y en cuyas conclusiones podía leerse textualmente: “1) Se trata de un gran estimulante que incrementa el flujo de sangre en la zona afectada. 2) Es germicida y destruye todos los microorganismos hostiles. 3) Tiene gran potencial en la formación de oxihemoglobina«. El texto añade que el tratamiento con ozono supone un gran beneficio no sólo a nivel médico sino científico, humanitario y económico. Un año después Stoker presentaría con el mismo título una relación de 78 casos más en los que se volvía a demostrar la eficacia del ozono.
Pues bien, desde entonces se han publicado centenares de trabajos -en muy distintas revistas científicas- sobre la eficacia del ozono en gran número de patologías. En Discovery DSALUD hemos hablado por eso de ello en varias ocasiones; tiene los artículos a su disposición en nuestra web –www.dsalud.com– con los títulos Ozonoterapia: una técnica terapéutica con resultados espectaculares, Cómo combatir la celulitis con Ozonoterapia, El ozono resuelve las hernias sin cirugía, Tratamiento eficaz de las infecciones vaginales resistentes. La Ozonoterapia eficaz en casos de hígado graso, Tratamiento del cáncer con ozono intraperitoneal y Ozonizar la sangre es útil para prevenir y afrontar numerosas patologías que aparecieron en los números 27, 33, 34, 36, 98,115 y 158 respectivamente.
El uso terapéutico del ozono médico -una mezcla inocua de oxígeno (O2) y ozono (O3)- es pues para nuestros lectores sobradamente conocido: además de ser un potente microbicida –destruye multitud de bacterias, virus y hongos patógenos- aumenta el transporte de oxígeno y estimula y activa los sistemas enzimáticos antioxidantes, modula el sistema inmune y posee una potente acción antiinflamatoria y analgésica. Y como carece de efectos secundarios debería considerarse una terapia imprescindible en toda patología en la que haya fenómenos isquémicos, oxidativos, degenerativos, inmunológicos, infecciosos o tumorales. Es más, se ha constatado ya su eficacia clínica como tratamiento complementario de pacientes de cáncer. De hecho el doctor Juan Carlos Pérez Olmedo, fundador de la primera unidad de Ozonoterapia Intraperitoneal de España, ofreció una ponencia sobre la utilidad del ozono en cáncer durante el /// Congreso Internacional sobre Tratamientos Complementarios y Alternativos en Cáncer que se celebró entre el 31 de octubre y 1 de noviembre de 2009 en Madrid (España) bajo el patrocinio de la World Association for Cáncer Research (WACR) y nuestra revista que los interesados pueden aún adquirir en DVD.
Y entonces, se preguntará algún lector, ¿por qué volvemos a hablar del ozono y sus posibilidades? Pues porque creemos necesario denunciar la persecución que las administraciones sanitarias realizan -utilizando cualquier pretexto administrativo- sobre quienes deciden utilizarlo; especialmente si lo usan para afrontar el cáncer. Como el ya citado Dr. Pérez Olmedo, investigador del Centro Ozonoterapia-Salud de Pontevedra y uno de los principales especialistas en la materia de nuestro país, que fue sancionado con suspensión de un mes de empleo y sueldo además de una fuerte reducción salarial durante 4 años por ¡practicar la Ozonoterapia sin avisarlo! La excusa utilizada por el Servicio Gallego de Salud (SERGAS) -el organismo público que le denunció- fue que siendo médico de familia no había solicitado la compatibilidad administrativamente prevista para el uso del ozono cuando según el artículo 19 de la Ley de incompatibilidades 53/1984 las actividades de investigación están exentas de tal solicitud. Aunque lo más sorprendente es que la sanción se produce tras la publicación de un artículo de un paciente con cáncer agradeciendo al Dr. Pérez Olmedo el tratamiento recibido con ozono intraperitoneal y lo bien que le había ido para su enfermedad. Razón suficiente para que en el ámbito médico muchos colegas suyos hayan percibido que en realidad se trata de un “aviso a caminantes», una advertencia para quienes se atrevan a proponer soluciones terapéuticas contra el cáncer diferentes a las aceptadas -y subvencionadas- oficialmente. Hemos hablado con él de ello.
–Díganos, doctor: ¿en qué tipo de incompatibilidad incurrió usted según el SERGAS?
-Alegan que siendo médico de familia y por tanto funcionario tenía que haber solicitado autorización de compatibilidad para investigar con ozono. Se trata pues de un mero trámite administrativo subsanable. Solo que incluso en eso discrepo porque yo con el ozono realizo fundamentalmente investigación.
–Entonces quizás su trabajo con ozono afecte al erario público. ¿Les cuesta dinero a los españoles?
-En modo alguno. Yo no facturo nada -ni directa ni indirectamente- al SERGAS.
–¿Y cómo se explica la dureza de la sanción tratándose de una mera falta administrativa?
-Para mí -como para mi abogado y otros colegas- resulta incomprensible. Todos ellos interpretan de hecho la denuncia y la sanción posterior como un aviso. Parece evidente que a alguien no le gusta la investigación que hacemos y mucho menos los resultados obtenidos.
–Además usted es médico convencional, no un terapeuta sin titulación académica de dudosa formación.
-Soy médico; especialista en Medicina de Familia. Y además tengo otros títulos relacionados con la Medicina como el de Técnico Ortopédico y el de ATS. Práctico pues la Medicina convencional, no alguna de las llamadas medicinas alternativas. Otra cosa es que la Ozonoterapia se haya arrinconado irresponsablemente y por eso muchos de quienes la utilizan en España no son médicos. En cambio en otros muchos países social y médicamente avanzados la utilizan multitud de compañeros de profesión a quienes no se ponen trabas por ello.
–¿Y qué tipo de investigaciones realiza con el ozono?
-Actualmente me centro en investigar la utilidad del ozono a nivel intraperitoneal en cáncer además de en Odontología. Y estudio asimismo la utilidad de agregar ozono a diversos productos de higiene personal; lo investigo junto con un farmacéutico amigo, Manuel Carrascal, añadiéndolo a cremas, bálsamos, pasta dental… Y estamos ilusionados porque vemos que algunas de las cualidades del ozono se conservan en ellos. Algunos son de hecho muy eficaces en radio dermitis tumoral o herpes zoster por ejemplo.
–Lo incomprensible a nuestro juicio en todo caso es que un médico deba solicitar «permiso» para usar ozono siendo inocuo por mucho que legalmente se considere un «medicamento». Es más, hay sentencias judiciales que argumentan que un médico tiene derecho a utilizar cualquier producto, terapia o procedimiento inocuo si cree que ello puede favorecer a sus pacientes. Además, si a un enfermo se le informa adecuadamente y autoriza el tratamiento por escrito -el conocido consentimiento informado- no puede negársele un tratamiento si lo solicita, esté o no «avalado» o financiado por las autoridades sanitarias. Díganos, usted ¿cómo llegó a conocer la eficacia del ozono en diversas patologías?
-Por pura necesidad. Empecé a sufrir de las cervicales y eso me llevó a estudiar todo lo que tenía que ver con el tratamiento del dolor de columna. Y, sencillamente, tras probar con distintas opciones llegué al ozono. El neurocirujano me había dicho que la única solución para mis hernias cervicales era operar. Le hablé entonces del ozono y le conté que al parecer un tal doctor Verga, en Italia, estaba realizando con mucho éxito tratamientos paravertebrales con ozono… sin efectos secundarios. Pero insistió en que eso no funcionaría en mi caso. A pesar de lo cual decidí no operarme y administrarme ozono. Lo insólito es que ¡todas mis molestias cesaron tras la primera sesión! Aquello me pareció tan extraordinario que supuso un cambio absoluto en mi forma de hacer, entender y estudiar Medicina.
Así que volviendo a su pregunta de antes entiendo que sí, que cualquier médico que conozca una terapia que pueda ayudar a un paciente debe utilizarla o recomendarla; sobre todo si la considera mejor y tiene menos efectos secundarios que las utilizadas convencionalmente. Lo lamentable y grotesco de hecho es que muchas de esas terapias, entre ellas el ozono, no formen parte de la oferta de la Seguridad Social. El doctor Eusebio Sala Planell. cirujano vascular y pionero del ozono en España, cuenta a menudo la historia de una señora de 80 años que ya en la mesa de quirófano, con todo dispuesto para amputar su pierna, decidió suspender la operación e intentar el tratamiento con ozono -bolsas y autohemoterapia-, terapia que había conocido solo unos días antes de entrar en quirófano. La paciente salvó su pierna y vivió diez años más. Nosotros hemos tenido oportunidad de tratar casos distintos pero con igual éxito. De hecho a medida que pasa el tiempo no dejamos de sorprendernos de la gran ayuda que puede representar el ozono en numerosas patologías.
–¿Y por qué no se habla aún a los médicos de las posibilidades de la Ozonoterapia en las facultades de Medicina y se les enseña a los ya titulados en alguno de los cientos de cursos de formación continuada que se imparten?
-Lo ignoro, pero probablemente porque esos cursos los organiza o financia mayoritariamente -por no decir en exclusiva- la gran industria farmacéutica y a ésta no le interesa en absoluto que se conozcan las propiedades del ozono. A mí en la universidad nunca me hablaron del ozono. Y tampoco hablaron de él a nuestros profesores. Pero es que tampoco se explica nada sobre él ahora. Por eso casi todos los médicos acaban hoy la carrera creyendo que la Ozonoterapia debe ser, en el mejor de los casos, una herramienta de segundo o tercer orden. Craso error. Afortunadamente no ocurre así en todo el mundo. En Alemania por ejemplo más de 15.000 médicos prescriben ozono. Y en Cuba todos los hospitales y centros de salud -incluso los de Pediatría- cuentan con unidades de Ozonoterapia. Sé asimismo que en Turquía o México -al igual que en otros países- la Ozonoterapia ha «desembarcado» con una fuerza inusitada. Los resultados terminarán imponiéndose.
EL OZONO, UNA TERAPIA INCOMPARABLE
–Pero el uso del ozono está médicamente autorizado en Europa…
-Cierto. De hecho oficialmente se considera un «medicamento». Así lo considera la Agencia Europea del Medicamento. Pero lo cierto es que se trata de un procedimiento terapéutico eficaz e inocuo con el que cualquier médico debería contar en sus prescripciones. De hecho por su potente acción germicida y oxigenante, es una terapia perfecta para el tratamiento de todo tipo de heridas, quemaduras o úlceras… y también para centenares de patologías más. Cuanto más leo, estudio y reflexiono sobre ello más me pregunto cómo es posible que ello no haya interesado a casi nadie. Y la respuesta a la que llego es siempre la misma: la Medicina se ha convertido ante todo en un gran negocio y curar a la gente no interesa. El Premio Nobel de Medicina de 1993 Richard Roberts ya dijo que «el fármaco que cura del todo no es rentable«, es más lucrativo dar a los enfermos paliativos de por vida. Pero es que en el caso del ozono se suma una nueva razón: el ozono no es patentable ni se puede encapsular o envasar ¿dónde está el negocio?
–¿En qué patologías aporta el ozono un beneficio incuestionable?
-El ozono tiene un amplio espectro de actuación. Es el mayor oxidante después del flúor y el radical hidroxilo, propiedad que permite al organismo generar otros compuestos capaces de estimular una selectiva y potente respuesta antioxidante enzimática. A mi juicio en cualquier condición patológica en la que exista oxidación el ozono debiera ser una terapia obligatoria: enfermedades cardiovasculares, degenerativas, neurológicas, artrosis… La diabetes es un ejemplo de oxidación continua y permanente pues todas las complicaciones del diabético se deben a oxidación; es una patología que se comporta como una fábrica de radicales libres trabajando 24 horas al día. Y claro, las defensas antioxidantes enzimáticas de esos pacientes terminan claudicando porque no son capaces de mantener a raya tantos radicales libres y acaban sobreviniendo las enfermedades o complicaciones propias del diabético. Por eso el grupo de pacientes con diabetes es el que tiene más amputaciones, infartos, ictus, fallos renales, ceguera y cáncer. Sabemos que es importante controlar rigurosamente la glucemia de esos pacientes y todo el tratamiento gira sobre ese aspecto pero también deberían tomarse medidas que mantengan un alto nivel de defensas antioxidantes y en ese sentido la Ozonoterapia es el complemento perfecto.
–Díganos: si el ozono es oxidante, ¿cómo se explica que actúe aumentando las defensas?
-El comportamiento del ozono es una paradoja. Se trata de un potente oxidante fuera del organismo -en el agua por ejemplo es capaz de matar cualquier microorganismo patógeno de forma 3.000 veces más rápida que la lejía- pero en el interior del cuerpo provoca una serie de reacciones que dan lugar a la aparición de moléculas antioxidantes. ¿Cómo? Pues porque el ozono tiene una especial afinidad con toda molécula portadora de doble enlace de carbono -estructura abundante en los fosfolípidos y por tanto en todas las membranas celulares- y cuando contacta con ella -por ejemplo en la sangre- reacciona en milisegundos dando lugar a la formación de aldehidos, peróxidos, hidroperóxidos y ozónidos. Compuestos que son los que ejercen los efectos terapéuticos de la Ozonoterapia al actuar como moléculas señal y activar diversos sistemas; entre ellos el enzimático antioxidante compuesto fundamentalmente por tres enzimas -la superóxido dismutasa, la catalasa y el sistema glutatión peroxidasa– encargadas de mantener en equilibrio el estrés oxidativo en el que vivimos permanentemente. Además el ozono activa sistemas de transferencia de oxígeno a los tejidos. Y no olvidemos que es antiinflamatorio, analgésico e inmunomodulador.
–¿Y qué papel puede jugar el ozono en el tratamiento del cáncer?
-El paciente con cáncer también es otra «fábrica» de producción de radicales libres; como el diabético. Y si se le trata convencionalmente va a estar sometido a tratamientos de quimioterapia y radioterapia que son tremendamente oxidantes. Lamentablemente sus células sanas también sufren ataques oxidativos; a lo que hay que sumar los nefastos efectos secundarios de la quimioterapia y la radioterapia que pueden terminar provocando otros cánceres distintos. Es obvio que un quimioterápico puede matar una célula tumoral pero para matar todas hay que dar dosis tan altas que la mayoría de los pacientes no lo aguanta; especialmente en estadios avanzados de la enfermedad. A fin de cuentas también atacan la médula ósea que es donde se fabrican nuestras células de defensa. Por eso se hace «descansar» a los pacientes entre ciclos: para que el organismo pueda recuperarse. Y si superan ese proceso y las defensas suben es cuando se les vuelve a someter a un nuevo ataque oxidante. Lo que sería aceptable si el cuerpo pudiera resistirlo largo tiempo, si las células sanas lo aguantaran, pero la mayoría de las veces la realidad es la contraria y lo que los tiempos de descanso permiten es que las células tumorales se hagan resistentes al tratamiento lo que obliga a «probar» nuevas líneas o someter al enfermo a más ciclos de quimioterapia. ¿Cuál es entonces la realidad del tratamiento? Que el cáncer progresa y hay metástasis. Excepto en algunos casos -como algún tipo de leucemia, tumores infantiles, linfomas, cáncer de testículo y poco más- la patología sigue progresando. Con lo que los pacientes siguen recibiendo de forma empírica nuevas y distintas líneas de tratamientos… «por si suena la flauta».