De bullying poco me puede enseñar nadie, pues lo padecí durante varios años, con mis hermanos, en el colegio, fuera del colegio y en la mili (por segunda vez estuve muy cerca de perder la vida). Cuando tenía 11 años no sabía nadar porque nadie se molestó en enseñarme, pero gracias a un señor que me tiró del flotador (estaba sentado) cuando estaba bastante alejado de la orilla, una ola se llevó el flotador y ahí me quedé, dándole sorbitos al Mediterráneo, el tío que me tiró se alejó nadando y ahí me quedé yo, solito ante tanta agua y sin saber nadar. Por lo visto ese día no era mi hora de palmarla, y dando bandazos y pataleando conseguí llegar hasta el flotador que estaba a unos tres metros de mí. Llorando del susto y tosiendo por tragar tanta agua llegué hasta la orilla sin contar a mis padres lo que me pasó, porque hubiese recibido una paliza y ya tuve bastante por ese día.

No voy a explicar cómo logré que me dejasen en paz porque para muchas personas lo encontrarían nada ético. Pero eso es porque no lo sufrieron.

Lo que sí sé, es que el método KiVa no es 100% efectivo. Tampoco creo que nadie de los que sufren o han sufrido bullyng han pasado por lo que yo. En el colegio, cuando estaba en 4º de EGB (tenía 9 años) estuvieron a punto de ahorcar a un compañero de clase. Ninguno podíamos hacer nada porque era el matón de clase y todos le teníamos miedo, nos quedamos paralizados sin movernos y nadie se atrevió a ayudarle ni de llamar al profe. Resulta que teníamos un gran árbol, un sauce llorón en el patio de recreo, y a Germán (el matón) no se le ocurrió otra cosa que coger una soga y atársela al cuello de Fernando, que estaba llorando por el miedo, pasó el otro extremo por una de las ramas altas y tirar de ella, pero gracias a que apareció por casualidad uno de los maestros no pudo terminar la faena con mi compañero. Han pasado 48 años y no se me ha olvidado su nombre; Fernando Marín Palacios (si por casualidad estás leyendo esto, te mando un abrazo muy fuerte). Por supuesto no fue expulsado del colegio y siguió atormentándonos durante todo el curso. En ese colegio de animales salvajes estudié yo ¿A quién de ustedes les ha pasado algo similar? Porque no les he explicado que dos de los profes eran también unos salvajes. Son varios los palos de escoba que se rompieron contra nuestros cuerpos sino aprobábamos los examines. A menudo regresaba a mi casa con algún que otro chichón en la cabeza fruto de esos palos. Y los guantazos estaban a la orden del día, pero nunca vi pegar a una compañera, aunque hiciesen trastadas mayores que las nuestras. Por aquel entonces odiaba a las niñas porque recibían un trato especial. Menos mal que a los pocos años de dejar el cole se me pasó.

De niño era muy aficionado a la pesca, por lo que a veces iba al Serrallo a pescar, (los que son de Tarragona conocen el lugar) ahora no se permite entrar, pero en aquellos años podías saltar de barca en barca y nadie te decía nada. Pues un día de verano estaba pescando lisas en lugar que había un emisario de agua de los alcantarillados, olía muy mal, pero estaba plagado de lisas, por lo que me puse allí con mi caña de pescar. Tendría unos 13 o 14 años. Vi que se me acercaba un chico directo hacia mí, por lo que sospeché que tenía malas intenciones y me retiré un poco de la orilla del puerto. El chico siguió andando como si tal cosa, pero regresó en un descuido por estar pendiente de la boya y me empujó al agua. No me conocía de nada y nunca supe por qué lo hizo. No sabía si yo sabía nadar ¿qué hubiese pasado si me hubiese hundido? Salí empapado del agua putrefacta, con un olor que ni las mofetas. La caña se hundió y me puse a llorar. Al rato apareció de nuevo y le dije que por su culpa perdí la caña que era de mi hermano. Se lanzó al agua y la recuperé. Se marchó sin decirme nada y yo regresé a mi casa. Cuando mi madre me preguntó por qué iba tan sucio le dije que me resbalé y caí al agua. Me dio ropa limpia y directo a la ducha.

 

4/02/2021