Juan José Ibáñez

29 abril 2021

Erosión de los márgenes fluviales, contaminación y degradación de los ecosistemas fluviales y la calidad de las Guas: Fuente: Colaje Imágenes Google.

Hemos coinvertido el sistema cardiovascular de Gaia en un estercolero que da síntomas, no ya de enfermedad sino de deterioro prácticamente irreversible.  Al margen de desastres naturales y antrópicos, la vida de nuestros ríos enferma debido a su elevada contaminación y también a la erosión. Ya nadie duda que todo ha sido motivado por las prácticas de manejo de la agricultura industrial, que ha persistido tanto el abuso en la aplicación de agroquímicos, como en no respetar la extensión natural de las ripisilvas que bordeaban los márgenes fluviales, los caudales ecológicos, todo tipo de obras de acondicionamiento, así como soslayar cualquier principio de precaución. Desde el punto de vista social y natural, no cabe la menor duda que la ingente cantidad de pesticidas y fertilizantes que son vertidos sin control, o mal depurados, resulta ser de suma gravedad.  Ahora bien, la erosión de los márgenes fluviales, también resulta ser devastadora.

Durante las últimas décadas del siglo XX, los procesos de erosión y desertificación despertaron en el sur de Europa un gran interés, siendo su estudio científico y monitoreo, financiado generosamente por las autoridades científicas, tanto nacionales como continentales. Sin embargo, recuerdo que gran parte de la investigación se ha venido realizando en laderas y microcuencas experimentales, soslayando casi siempre la de los márgenes fluviales. En países con déficits hídricos, la construcción de presas y embalses ha sido una bendición en lo concerniente a la producción de alimentos, aunque nefasta desde el punto de vista ecológico. Abajo os dejo unos post previos en los que explico el problema con mayor minuciosidad. Recientemente, se ha observado que la erosión de los bordes de los ríos, con la consiguiente producción y liberación al cauce de los sedimentos producidos es de suma gravedad en áreas agrarias. Empero en lugar de restaurar las ripisilvas, que era lo más racional y económico, se han construido los más variopintos tipos de infraestructuras, como esos asombrosos, ridículos y onerosos “filtros vegetativos” (ver post abajo). Es decir mejor desviar el dinero hacia infraestructuras innecesarias, que restaurar lo que jamás debió degradarse, que además, suele ser más económico y saludable para Gaia y el Hombre.

Pues bien, la noticia que os vamos ofrecer hoy explica palmariamente que la erosión de los márgenes fluviales sigue siendo un problema de primera magnitud ambiental en ciertas áreas, superando al ocasionado por la contaminación. La única objeción a las conclusiones de los autores (y me refiero a la nota de prensa, que no al artículo original) ha consistido “once again” en generalizar los resultados. La erosión puede alterar más las comunidades de macro-invertebrados fluviales en algunas ocasiones, pero lo contrario también es cierto en otras.  Tampoco debemos soslayar el periodo de monitoreo, porque nos podemos llevar muchas sorpresas: a veces la contaminación y otras la sedimentación de los materiales previamente erosionados. Sin embargo, el desastre ha llegado a tal punto, como para que la restauración ecológica sea denostada por los ciudadanos, cuando son afectados por inundaciones. Parece que nos olvidamos, pero debemos recordar, que cuando tan hecho ocurre, en buena parte ha sido propiciado por nuestra sociedad, como por ejemplo, una expansión del sellado urbano desmesurada y paupérrimamente planificada. Cabría recordar que las ripisilvas frenan la erosión y a la vez depuran parte de los contaminantes que se vierten  a los ríos desde los espacios agrarios circundantes.

¡Mal está lo que mal acaba!.

Juan José Ibáñez

 

https://www.madrimasd.org/blogs/universo/2021/04/29/150818

23/05/2024