El constante aumento en todo el mundo de personas inteligentes y formadas que niegan la veracidad de lo que se dice sobre la Covid-19 -presunta enfermedad que se achaca a un virus bautizado como SARS-CoV-2 cuya propia existencia está en entredicho aunque algunos la admiten pero negando que sea de origen natural sino creado por manipulación genética en laboratorio- ha llevado a quienes controlan los grandes medios de comunicación a calificarles peyorativamente de «negacionistas» para no tener que contraargumentar sus afirmaciones. De hecho nos hallamos hoy inmersos en un contexto kafkiano en el que la sociedad se divide básicamente en dos grupos: los «borregos» y los «negacionistas», es decir, aquellos que se niegan a aceptar acríticamente las «verdades oficiales» de quienes en realidad llevan meses dedicándose a desinformar, manipular, tergiversar, mentir e incluso inventarse «noticias» así como a difamar, calumniar, injuriar y mancillar el honor, la buena imagen y la fama de quienes se enfrentan a ellos. Y lo hacen demostrando su mala baba ya que «negacionista» es una expresión socialmente mal vista porque se empezó a utilizar para definir a quienes niegan el constatado holocausto judío perpetrado por los socialistas alemanes que dirigía Adolf Hitler. Lo llamativo es que la inmensa mayoría de los «negacionistas» son universitarios y profesionales inteligentes de sólida formación y preparación entre los que hay genetistas, biólogos moleculares, virólogos, epidemiólogos, profesionales de la salud (la mayoría médicos y enfermeros), químicos, bioquímicos, biofísicos, farmacéuticos, veterinarios, psicólogos, matemáticos, profesores de Bioelectromagnetismo, abogados y periodistas de prestigio así como expertos de otras muchas disciplinas académicas entre los que hay numerosos profesores, catedráticos, investigadores e incluso dos premios Nobel. En cambio las personas menos formadas y preparadas así como las intelectual y profesionalmente peor dotadas se encuentran entre los «borregos». Y no estamos diciendo en absoluto que todos los «borregos» sean personas sin preparación porque la inmensa mayoría está simplemente desinformada, pero sí que entre ellos están las personas con menor formación y cultura. Y otro tanto cabe decir de quienes tienen menor nivel ético o sencillamente carecen de principios: todos ellos están en el grupo de los «borregos». Otro aspecto que distingue notablemente a los llamados «negacionistas» es que tienen mucho que perder y nada que ganar -a diferencia de quienes controlan a los «borregos»- ya que muchos se juegan su puesto de trabajo, su profesión, su prestigio, su buena imagen y hasta el aprecio de los familiares, amigos y conocidos del grupo de los «borregos». Y lo hacen sin otra contraprestación que la de sentirse bien porque actúan según les dicta su conciencia. Ser «negacionista» pues en el contexto actual de esta pandemia es casi un honor. Lo mismo que si les califica de charlatanes, conspiranoicos, terraplanistas, curanderos, magufos o antivacunas, calificativos igualmente utilizados con la misma intención por algunos grupitos e individuos de baja calaña y carentes de ética y principios. Se les identifica fácilmente porque en lugar de contraargumentar responden siempre con tales epítetos demostrando que su intelecto no da para más, algo que se explica porque la mayoría no son universitarios y quienes lo son no aceptan debates serios y rigurosos para no hacer el ridículo. En fin, nos parece esperpéntico pero el lector sabrá si prefiere estar entre los «negacionistas» -y para serlo basta con discrepar de una sola de las verdades oficiales- o ser un obediente «borrego» que acepta sin cuestionar nada de lo que le dicen y proponen nuestras competentísimas autoridades sanitarias y políticas.
José Antonio Campoy
Director
Fuente; Revista Discovery Salud. Número 241 – Octubre 2020
27/09/2023
1 Comment
Ybatsan
11 meses agoEl mayor problema que ocurre es que muchas personas nunca llegan a madurar, y pasan de necesitar la autoridad de sus padres a necesitar otra autoridad que encuentran fácilmente en los representantes gubernamentales. En realidad no llegan a superar el TRÁNSITO DE LA MORAL HETERÓNIMA A LA MORAL AUTÓNOMA con lo que nunca van a conseguir la LIBERTAD DE CONCIENCIA INDIVIDUAL necesaria para tomar decisiones autónomamente, también en los asuntos de ámbito público como son los que afectan a las votaciones y todo lo que tiene que ver con la política.
Precisamente de eso es de lo que se han valido las élites para implementar su agenda 2030 a través de los políticos mandatarios de los distintos países a sabiendas de que eran determinantes para que las distintas poblaciones aceptaran sin rechistar todas las medidas restrictivas que se nos impusieran, sobre todo si se hacían con la excusa de proteger nuestra salud y utilizando el miedo.
Se trataba de acostumbrar a la población a obedecer a partir de un cambio de patrón inculcado aprovechando un hecho traumático como pudo ser la pandemia.
Si a eso añadimos la fuerza del gran grupo sobre el individuo o la minoría,, a la hora de negar las evidencias demostrada en el experimento de Solomon Ach de “Conformidad social” pues se garantizaban que hasta los despiertos acabaran entrando por el aro. Tanto a gran escala (como fue el caso del confinamiento a nivel mundial) como a pequeña escala, ya dentro de cada país en concreto.
Eso vale tb para las elecciones.
La única forma de acabar con esto es volver a romper el patrón de la obediencia con otro evento que obligue a gran parte de la población a rebelarse a la autoridad haciendo uso de su moral autónoma o madurez. NUNCA SE PODRÁ LLEGAR A UNA SOCIEDAD MADURA POLÍTICAMENTE SI PREVIAMENTE LA POBLACION ADULTA NO MADURA INDIVIDUALMENTE.
Sé que este comentario heriría muchas sensibilidades si lo dijera en otra plataforma o red social.