Estimado Lector,

Hace unos días cayó en mis manos un artículo que me ha dejado realmente impactado y preocupado.

Según el director de un hospital especializado en enfermedades crónicas (al final del texto encontrará en las fuentes el artículo del que le hablo), cualquier patología crónica está asociada «en mayor o menor grado» con un alto índice de toxicidad por metales pesados, algo que afecta a un elevado porcentaje de la población.

Y no solo eso.

En 2020 un estudio de la Universidad de Granada encontró concentraciones de metales pesados en una de cada dos personas. Otro estudio llevado a cabo en Barcelona demostró la presencia de metales como el cadmio, el estroncio, el talio o el antimonio en la sangre del 70% de los habitantes de la urbe catalana.

Está claro que la presencia de metales pesados en nuestro organismo está haciendo mucho más daño a la salud de lo que creemos.

¿Y si estos venenos tuvieran la culpa de sus molestias cotidianas?

¿Está cansado de ir al médico para hablarle de esa fatiga crónica que nunca acaba de superar? ¿De ese persistente dolor de cabeza? ¿De esa inflamación ósea o muscular que siempre está ahí? ¿De esa irritación inexplicable en la piel?

¿Y si la causa de sus padecimientos, esa que su médico nunca consigue descubrir (puede que incluso le despache de la consulta con un “eso son obsesiones” o “cosas de la edad”) no fuera otra que la presencia de metales pesados en su cuerpo?

¿Le han hecho un análisis específico y en condiciones?

Me temo que no.

Y sin embargo cada vez son más los estudios científicos que señalan que la concentración de metales pesados en nuestro organismo (un proceso lento, silencioso e inexorable) produce efectos relacionados con problemas neurológicos, renales, hepáticos, cardiovasculares y dermatológicos.

De hecho, a comienzos de 2024 se publicaron decenas de estudios en distintos países que relacionaban la presencia de plomo, arsénico o mercurio con enfermedades renales (Italia), muerte de pacientes con Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) (EE.UU.) o cáncer de próstata (Corea del Sur), entre otras patologías.

Y lo más terrible es que estos metales pesados están por todas partes.

El cromo, que puede provocar problemas respiratorios y cáncer de pulmón, se encuentra en gran número de objetos de uso cotidiano, como cubiertos, piezas de cerámica, prendas de cuero, alimentos enlatados…

El mercurio, relacionado con las enfermedades neurodegenerativas y alteraciones de la conducta, se haya en los pescados de gran tamaño, pero también en los antiguos empastes dentales, el pigmento rojo de las pinturas, insecticidas, bombillas y, por supuesto, en los termómetros que tanto hemos usado hasta que dejaron de producirse precisamente por su toxicidad.

El plomo nos llega a través las tuberías, del polvo en suspensión, de alimentos envasados en recipientes esmaltados con este metal… Sus efectos incluyen: destrucción de células del riñón, hipertensión, reducción de la libido, infertilidad en hombres y abortos espontáneos en mujeres.

El cadmio, debido a la contaminación de los suelos y el mar, se encuentra en cangrejos, nécoras, gambas, langostinos, etc., y también en los cereales y las verduras de hojas verdes. La acumulación de cadmio en nuestro organismo puede provocar enfermedad renal crónica, cirrosis hepática, debilidad de los huesos y algunos tipos de cáncer (mama, útero y próstata).

El arsénico, cuyo nombre va unido indisolublemente a las historias más truculentas de crímenes, forma parte de nuestra vida cotidiana a través de ciertos alimentos (especialmente el arroz de países no europeos, pero también pescados y mariscos, carne y pollo) y del agua potable contaminada. Además, el arsénico se emplea en la elaboración de vidrio, pigmentos, textiles, e incluso, productos farmacéuticos.

Todos estos metales pesados, y otros muchos, se van acumulando en nuestro organismo, lo van envenenado poco a poco y pueden ser la causa de todos esos dolores y trastornos crónicos cuyo origen nunca logra quedar claro.

¿Qué hacer ante esta situación?

¿Huir a una isla alejada de la civilización, libre de fábricas, coches, productos químicos y contaminación?

Pues tampoco sería una solución, ya que seguiríamos llevando con nosotros esos metales pesados que hemos ido acumulando tras años y años de exposición a la contaminación.

¿Cómo escapar entonces de la amenaza de estos despiadados asesinos?

Pues haciéndoles frente con las armas más eficaces y naturales posibles.

No permita que le envenenen

A partir de la lectura del artículo del que les hablé al principio me puse a investigar y creo que puedo presentarles un eficaz “antídoto” contra todos esos venenos.

(Existen métodos como el suero de quelación, que atrapa las toxinas para luego expulsarlas mediante la orina, pero requiere una preparación y un seguimiento médico cuyos costes no todo el mundo puede asumir).

Afortunadamente, existen una serie de poderosos desintoxicantes que pueden ayudarnos a contrarrestar el envenenamiento de los metales pesados y a sacarlos de nuestro cuerpo. Y esta alternativa sí la podemos hacer en casa y sin necesidad de acudir a una clínica especializada.

Cuando todos ellos actúan en sinergia sus capacidades desintoxicantes, depurativas, hepatoprotectoras y antirradicales libres se incrementan notablemente.

Estos son los nombres de estos “héroes” en la lucha contra los metales pesados:

♦ N-acetil l-cisteína

♦ L-glutatión reducido

♦ Bardana (Arctium lappa)

♦ Cardo Mariano (Silybum marianum)

♦ Vitaminas del grupo B

♦ L-metionina

♦ Alcachofa (cynara scolymus)

♦ Selenio orgánico

Y lo mejor de todo es que los laboratorios Equisalud han reunido todas estas sustancias naturales en un complemento alimenticio de enorme calidad y eficacia. Su nombre no puede ser más revelador: Holomega Detoximetal.

Hagamos un breve repaso de sus beneficiosas propiedades desintoxicantes.

N-ACETIL L-CISTEÍNA. Aumenta los niveles del glutatión, un poderoso antioxidante y desintoxicante, y los de ácido lipoico, vitamina C y selenio, todos potentes antioxidantes. Protege al hígado frente a los metales pesados (cadmio, cromo, mercurio y arsénico).

L-GLUTATIÓN REDUCIDO (GSH). Otro gran protector del hígado. En concreto, reduce la toxicidad producida por el plomo, el mercurio y el arsénico. También combate la acción de los radicales libres.

BARDANA (Arctium lappa). Se emplea la raíz. Tradicionalmente, se ha empleado para tratar la artritis y la gota. Es hipoglucemiante y ayuda a la eliminación de metales pesados por su efecto depurativo.

CARDO MARIANO (Silybum marianum). Se usan los frutos, que contienen una sustancia llamada silimarina, la cual posee propiedades antihepatotóxicas y antioxidantes. Su eficacia se basa en dos mecanismos de acción: por una parte, modifica la estructura celular externa de los hepatocitos (las células del hígado) impidiendo la penetración de los agentes hepatotóxicos dentro de estos; por otra, estimula la capacidad de regeneración del hígado y la producción de nuevos hepatocitos. Diversos estudios han demostrado la eficacia de la silimarina en pacientes con inflamación hepática crónica y cirrosis inducida por alcohol, drogas o toxinas.

VITAMINAS DEL GRUPO B ASIMILADAS EN LEVADURAS. Se aportan 10 vitaminas de este grupo tan importante porque tiene mucha relación con las reacciones metabólicas de detoxicación, protección hepática y efectos antioxidantes.

L-METIONINA. La metionina es un agente lipotrópico que elimina grasas del hígado, además de actuar como un protector hepático que neutraliza los agentes tóxicos. Aumenta la síntesis de glutatión, el cual facilita la desintoxicación hepática, neutralizando toxinas, radicales libres, residuos metabólicos y hormonales. También controla el nivel de compuestos azufrados, que son imprescindibles en la lucha contra los metales pesados.

ALCACHOFA (Cynara scolymus). Se usan las hojas desecadas. Esta planta es un poderosos desintoxicante y depurativo natural cuyo uso ha sido respaldado incluso por la Agencia Europea del Medicamento. Mejora el tránsito intestinal y combate el hígado graso.

Todos estos ingredientes naturales convierten a este complemento alimenticio en un eficaz contrapeso frente a la intoxicación causada por la enorme presencia de metales pesados en nuestra vida cotidiana.

Para obtener una eficaz detoxificación de metales es necesario tomarlo durante tres meses al menos.

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Su acción conjunta y en sinergia le ayudará a:

Proteger las células de su hígado frente a las agresiones de los metales pesados.

Depurar su organismo.

Eliminar toxinas y radicales libres.

Reforzar la acción desintoxicante de las vitaminas del grupo B.

Regenerar su hígado.

Y, en general, desintoxicar su cuerpo.

Si lo desea, puede pedirlo ahora en este enlace o haciendo clic en el botón que encontrará a continuación.

Proteja su salud frente a los metales pesados

A partir de ese momento comenzará a proteger su salud frente a la amenaza latente de los metales pesados.

No solo conseguirá desintoxicar su organismo, especialmente su hígado, sino que también estará previniendo el desarrollo de numerosas enfermedades de todo tipo, incluido el cáncer.

Si padece, además, algún dolor o trastorno crónico merece la pena eliminar la influencia de los metales pesados en su salud.

No permitan que le envenenen. Es el momento de luchar contra los terribles metales pesados.

¡A su salud!

Felipe M. Miller

P.D.: Nunca es tarde para desintoxicar su organismo. Nuestro cuerpo tiene una asombrosa capacidad de regeneración, pero hace falta ayudarle con los mejores ingredientes naturales posibles. Haga clic aquí para comenzar su proceso de desintoxicación y combatir la acción de los metales pesados.