JUL, 28, 2020
Población. Un censo realizado en 2018 determinó que en Quito hay un perro abandonado por cada 22 habitantes.
La sobrepoblación de animales callejeros ha afectado a los albergues que los acogen. Hay una ordenanza en reforma.
No hay espacio que no haya sido afectado por la pandemia del Covid-19. En Quito, los albergues dedicados a rescatar animales se han complicado debido al aumento de abandonos, falta de donaciones de alimentos y escasos recursos económicos para pagar cuentas veterinarias.
Uno de los casos más sonados es el de la fundación Lucky que anunció su cierre, así como la preocupación sobre el futuro de los más de 500 perros y gatos que vivían ahí.
Competencia municipal
Jaime Grijalva, docente de la escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad San Francisco de Quito, dice la competencia del control y el manejo de la fauna urbana recaen sobre el Municipio
“Los refugios han sido una ayuda gratuita para el Municipio, están cumpliendo con la función que éste debería cumplir”, menciona Grijalva.
El experto destaca que la falta de implementación de la política pública no permite reducir la sobrepoblación de fauna urbana que tiene la ciudad: Quito tiene un perro abandonado por cada 22 habitantes, según un censo realizado por la Universidad San Francisco de Quito, difundido en 2018.
“Tenemos una ordenanza desde 2011 que no se implementa y los refugios lo que han hecho es suplir esa falta de implementación”, señala Grijalva, al referirse a la Ordenanza 048 que regula la tenencia, protección y control de la fauna urbana en el Distrito.
A mediados de 2019, se propuso sustituir la norma, aunque Grijalva manifestaba que lo que hacía falta era reformar ciertos puntos y no cambiarlo todo. Actualmente la ordenanza sigue en proceso de reforma, mientras que el número de perros y gatos vagabundos crece.
La ayuda a los refugios no debe ser “incondicional” -dice el experto-, sino que debe consistir en regular y capacitar estos espacios.
Los albergues no son la respuesta
Quito no cuenta con un albergue municipal. Para Grijalva esa no es la solución, ya que si no se evita la sobrepoblación están destinados a colapsar como pasó con Lucky y otras fundaciones.
“Los que no son adoptados serán eutanasiados y donde no se hace ese procedimiento empiezan a tener problemas de salud mental por el estrés de estar encerrados”, dice Grijalva sobre cómo se manejan los refugios municipales en otros países.
Reducir los casos
La respuesta no es tener refugios grandes, sino trabajar con base en tres pasos: atrapar, esterilizar y retornar, puesto que la mayoría de animales de la calle tienen dueños a quienes no se les aplica las sanciones, ya que la ordenanza exige que cada mascota tenga un collar de identificación.
Hasta con $4.000 sanciona la Ordenanza 0048 a los actos en contra de los animales. Los refugios deben servir para recibir a perros cuyos dueños, por cualquier razón, ya no pueden tenerlos o en caso de que hayan sido maltratados y deban ser rescatados.
Durante la pandemia
Cuando se confirmó la emergencia sanitaria, en marzo, la Alcaldía convocó a la Academia para confrontar la pandemia en el tema de animales, según Grijalva.
Urbanimal se encarga de identificar ‘focos’ de problema y AMC de multar. “Brindamos ideas desde todas las facultades de veterinaria sobre el Covid-19 y los miedos, desmitificando cosas, incluso hubo un plan de contingencia, duró un mes y se quedó en silencio.
De ahí cada cosa va por su lado”, agrega el médico veterinario experto en Medicina de Refugios.
La pandemia, agrega, Carla Mejía, activista animalista, ha dilatado la falta de control de animales que Quito no ha podido solventar desde hace décadas. “La única forma es esterilizando. De qué me sirve rescatar un animal cuando van a nacer 100.000 más”.
Mejía señala que varias organizaciones animalistas se están canalizando para tomar acciones rápidas junto a entidades privadas, para esterilizar en las áreas más complejas que, por lo general son zonas rurales.
“Ahora se ve más animales, más maltrato. Cuando ya se agrava la situación de la fauna es el espejo de cómo estamos como sociedad. Hay casos terribles de maltrato”, añade Mejía. (AVV)
“No va a haber nunca un refugio -ni privado ni público- que sea lo suficientemente grande para contener a todos los perros”. Jaime Grijalva, docente de la escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad San Francisco de Quito.
https://www.lahora.com.ec/quito/noticia/1102323793/fauna-urbana-en-quito-sigue-sin-solucion
9/08/2020
1 Comment
Rubén Torres
11 meses agoEste tema requiere de una mente neutra, no se puede lidiar con los sentimientos porque la experiencia ha demostrado que no aportan soluciones eficientes. Mantener a unos animales que son capaces de dar sus vidas por sus amos crea un vinculo muy fuerte hacia esos seres, por lo que es muy difícil convencer a la gente una solución que implica el sacrificio de todos los perros y gatos que se encuentren vagabundeando por la calle. Un centro canino jamás podrá dar el cariño que se merece cada animal, por lo tanto es como un campo de concentración nazi. Para vivir así es mejor dejar de vivir.
Como ya he dicho las decisiones las deben tomar gente sensata que no se deje influenciar por los sentimientos. Es mi caso, y no es que no me gusten los perros, lo que odio es el maltrato animal por parte de los humanos.
Si uno estudia zoología verá que los perros están en la tercera franja de la pirámide de la cadena trófica; el hombre como el superpredador absoluto de todas las especies, los superpredadores que matan a otros depredadores y los depredadores como los perros que matan a otros animales para alimentarse y por último vienen los fitófagos que se alimentan de vegetales, pero yo digo que falta otro escalón que los biólogos no han pensado, yo les llamaría los depredatores (animales que son depredados por los depredadores que a su vez depredan a otros, por ejemplo; las musarañas, escorpiones, libélulas, etc.)
Con todo, sería un despilfarro enorme de carne enterrar/incinerar los perros y gatos eutanasiados. Como ya he explicado, en la naturaleza estarían cumpliendo una función; ser la presa de los superpredadores. Como en Ecuador el perro y el gato son animales foráneos no se deberían soltar para que se busquen la vida por la selva, sería atentar contra la vida autóctona local como hicieron las ratas que trajeron en sus barcos y acabaron con los pocos huevos de dodo que quedaban en la isla de San Mauricio al no tener depredadores contra ellas (hay constancia de varios ejemplos más). Sin embargo, sí servirían como alimento a los depredadores de zoológicos y de reservas cercadas de felinos como leones, cocodrilos, serpientes o leopardos. Al menos no se desperdiciaría toneladas de carne.
Además, fomentar la cría de cocodrilos como alimento humano y el cuero de estos reptiles es muy valorado en Europa con lo que su país se beneficiaría en crear puestos de trabajo y en divisas.
A los profanos sentimentales les puede parecer una forma cruel de deshacerse de estos entrañables animales, pero hay que dejar de lado los sentimientos. Los culpables son los imbéciles que los abandonan. Cuando un jaguar mata a un tapir no hay que sentir pena por el tapir, forma parte de la cadena trófica; vive para que sirvas de alimento a otras criaturas. ¿Acaso nosotros no matamos diariamente a millones de animales para comérnoslos y no lloramos sus muertes? Pues entonces, dejad de ser hipócritas. Cada animal debe aceptar su destino.