Entre 10 y 15 osos andinos han sido asesinados en los últimos tres años en Colombia
Lo más grave es que por la falta de información que existe sobre ellos no se conoce exactamente el daño que pueden provocar estas muertes sobre la naturaleza, afirma Mauricio Vela, uno de los biólogos que más ha trabajado el tema.
2018/09/28
Colombia es uno de los países andinos que menos investigación e información tiene sobre las poblaciones y distribuciones de los osos andinos. Foto: archivo/Semana.com
*Por: Mongabay Latam
En Colombia, cada cierto tiempo es común ver noticias sobre asesinatos de osos andinos, también conocidos como osos de anteojos.
Hace dos años, a la sede de Parques Nacionales en el departamento del Cauca llegó un paquete con la garra mutilada de un oso, acompañada de una nota en la que se leía: “van a matarnos a todos, créame, ya son 2 en 5 días…”.
Algunos ganaderos de esa región del país habrían emprendido una cacería contra estos animales porque, según ellos, estaban devorando sus vacas.
En 2017 la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca inició una exhaustiva campaña para evitar que pobladores del municipio de La Calera -a pocos kilómetros de Bogotá- asesinaran a un oso andino que, al parecer, había bajado desde el Parque Nacional Chingaza.
El caso más reciente ocurrió a finales de agosto de este año cuando un poblador indígena perteneciente al pueblo Uncaría, del resguardo de Valle del Sol de la comunidad U‘wa (Arauca), descuartizó un oso.
El propio ministro de Ambiente, Ricardo Lozano, dijo que hacía “un llamado muy fuerte a la Fiscalía General de la Nación, al Ministerio de Justicia, a las Fuerzas Armadas y a la Policía, pues de manera conjunta tenemos que evitar que más asesinatos de esta índole se repitan”.
Al final, la única sanción fue pedir disculpas públicas, pues representantes de la comunidad indígena aseguraron que se trató de un acto de caza de supervivencia ante la escasez de alimentos que se vivía en la Orinoquía.
Mongabay Latam conversó con Mauricio Vela, uno de los biólogos que más ha venido trabajando con osos andinos en Colombia.
El investigador habló sobre el estado de conservación de la especie en el país, sus amenazas y lo que podría significar el constante asesinato de estos grandes mamíferos en diferentes regiones colombianas.
Oso andino captado recientemente por una cámara trampa en el Parque Nacional Chingaza, cerca de Bogotá. Foto: Mauricio Vela.
¿Los casos de asesinatos de osos andinos, que se han vuelto bastante mediáticos, son un indicador de que el animal podría estar ante un inminente peligro en Colombia?
Lo que es un gran peligro actualmente es la falta de información sobre la especie. No sabemos qué pasa si perdemos un oso andino. Hemos tenido registros de entre 10 y 15 asesinados en los últimos tres años, pero desafortunadamente no sabemos qué significa perder un individuo, qué implica el hecho de que sea un macho, una hembra o un juvenil.
No sabemos las consecuencias biológicas y ecológicas de estas pérdidas porque no sabemos cuántos osos tenemos. No hemos podido hacer un censo y un ejercicio científico para evaluar la densidad real de la especie.
Esto quiere decir que es difícil analizar el impacto de que maten uno, dos, 10 o incluso 100 osos.
¿A qué se debe ese rezago en el conocimiento de la especie?
Históricamente la investigación que se ha hecho del oso andino en Colombia no ha sido muy fuerte. Hubo un impulso en la década de 1990 y hasta un poco más allá del año 2000, sobre todo con trabajos de investigadores extranjeros. Pero luego, por cuestiones sociales, conflicto en zonas rojas, entre otros, se frenaron las investigaciones sobre osos.
El oso andino en Colombia es visto, en gran medida, como un hoyo negro de información científica validada en Suramérica a nivel de su distribución.
Hacia el final de esa época de avance científico se acabaron los fondos y pasó algo que a mi parecer es grave, no hubo seguimiento a las investigaciones que se habían realizado.
Nos quedamos en lo que, en mi opinión, considero el gran problema: construcción de líneas bases -la primera medición de todos los indicadores contemplados en el diseño de un proyecto- que es lo que normalmente se hace a través de las corporaciones autónomas regionales (CAR).
Aunque hay algunos procesos rescatables, la gran mayoría de CAR se quedaron en eso, en lugar de generar investigación aplicada a la especie para mirar qué está pasando y cómo se pueden solucionar todos los problemas que hay con este animal.
Además, el Plan de Conservación de Oso Andino, en el cual se identificaron unas prioridades de conservación, hasta el momento quedó prácticamente en el olvido: no sabemos cuál es el rango de hogar del oso y en 15 años solo se han hecho dos ejercicios de telemetría -sistema que permite el monitoreo a través de datos que son transferidos a una central de control-.
Ancestralmente, los pueblos indígenas colombianos han relacionado al oso andino con el agua y la fertilidad. Foto: Arizona Center For Nature Conservation / Phoenix Zoo.
¿Y el país sigue sin hacer nada?
Durante mucho tiempo en Colombia nos quedamos haciéndoles encuestas a la gente para preguntarles qué pasó con el oso andino.
Cuando tú, como investigador de carnívoros en general, llegas a indagarle a un campesino su percepción sobre el oso, te reciben con tres piedras en la mano porque ya están cansados de eso, de que hagan una encuesta, les den las gracias, pero no se solucionen los problemas que enfrentan ellos y los que enfrenta el animal.
En este momento hay una nueva generación de investigadores jóvenes que está tratando de salir de ese hoyo negro, tratando de producir más información para decirle, tanto a las autoridades como a los nuevos investigadores, ‘hey!, deje de hacer lo que se está haciendo hace 15 años’.
Podría decirse que la cacería es el principal problema, ¿a qué otras amenazas se enfrenta el oso de anteojos?
El grupo de expertos en oso andino de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha identificado que una de las principales amenazas es la pérdida de hábitat y la cacería ilegal.
¿Esto por qué se da? En gran medida porque esta especie se distribuye en la zona donde hay mayor densidad de población en el país: la región andina.
El biólogo Mauricio Vela en una expedición al Perijá, en una zona conocida como Cerro Pintado en La Guajira. Foto: Mauricio Vela.
Entonces, el campesino que llega a sembrar su cultivo o a meter sus tres vacas o dos ovejas y tumba los remanentes de bosque, altera el entorno de los osos y ellos son animales demasiado curiosos, una característica que he identificado en esta especie y en otros grandes carnívoros.
Cuando les doy charlas a comunidades campesinas me gusta usar este símil: “si usted deja sus vacas solas durante 15 días es como dejar, sin protección, un pastel de chocolate en la mitad de un jardín infantil… ¿Qué cree que pasa?… pues se lo terminan comiendo”.
El problema es que muchos pobladores no ven la importancia de tener un sistema productivo organizado y sostenible.
Una mala gestión del territorio termina potenciando los conflictos con el oso andino y eso lleva que veamos la ya típica cacería por retaliación. Los bosques altoandinos son los que prefiere la especie y son de los más amenazados en el país, al igual que los páramos.
¿Por qué si las condiciones de seguridad han mejorado, seguimos tan atrás en la tarea de conocer con certeza el estado de las poblaciones de oso andino en Colombia?
Cuando hablas con una corporación, con el Ministerio de Ambiente o cuando buscas fondos para hacer una investigación desafortunadamente llegamos hasta la línea base y ahí acaba el proyecto. Cuando planteas la continuación de la investigación es muy difícil dar el siguiente paso.
Además de eso, durante mucho tiempo la ciencia en Colombia estuvo muy relegada a nivel de Suramérica y a nivel mundial.
Yo diría que a lo largo de los últimos 20 años los investigadores han tratado de mejorar la ciencia que se viene haciendo en nuestro país para poder implementar ejercicios reales donde puedas ir y decirle a una autoridad ambiental, por ejemplo, que tiene 50 osos en su jurisdicción y que ahora mire cómo los cuida.
Eso es algo muy diferente a decir que tenemos 8.000 o 10.000 en todo el país. Esos últimos ejercicios de censo se han hecho pero tienen sus pros y sus contras y han sido muy discutidos en la literatura científica.
Oso andino en Colombia. Foto: Mauricio Vela.
Usted dice que muchas investigaciones han quedado estancadas y que aún falta mucho por descubrir, ¿cómo convencer al país de que es importante conocer el estado de una especie como el oso andino?
Aunque parezca un poco básico, hay algo que el oso tiene a favor y es ser una especie carismática. Este animal puede generar una conciencia ambiental y un sentimiento de cariño que no generan otro tipo de especies.
Antes de trabajar con mamíferos grandes yo trabajaba con murciélagos, imagínate lo que es decirle a una comunidad que cuide un murciélago y lo que es decirle que cuide un oso.
Las cosas son muy diferentes y el carisma del oso te puede ayudar a generar un mayor interés por conocer sobre la biología de todo lo que hay alrededor de este animal.
Además, el oso es una especie sombrilla. Es decir, se distribuye en grandes áreas y se mueve bastante, por lo tanto, si lo cuidas, cuidas todo lo que la especie usa, abarcas todas sus interacciones, las plantas que dispersa, los hábitats en los que se moviliza, etc.
La mayor parte de su dieta es vegetariana. Por ejemplo, si se come una uva camarona en el municipio de Guasca (Cundinamarca) y camina 40 kilómetros hasta otro bosque en Choachí (Cundinamarca) cuando defeca, la semilla de la planta puede germinar.
Lo que hacen los ácidos dentro del estómago del oso es activar esos procesos de germinación y esto en qué se traduce… pues en la regeneración natural de los bosques.
El oso andino es conocido como el arquitecto de los bosques porque ayuda a mover las semillas y como es una especie tan grande, que además le gusta trepar árboles -la morfología de sus talones cambió para facilitar este proceso- abren unos grandes huecos cuando escalan y permiten que entre la luz natural, lo que activa todos los procesos de vida en los bosques.
¿Cuándo empezó su interés por el oso andino?
Hace más de 10 años. Toda la vida quise trabajar con oso andino, me parece una especie hermosa en todos los sentidos y mi primer ejercicio de publicación y divulgación científica fue, precisamente, con un artículo sobre el estado de conocimiento del oso andino.
Busqué la manera de trabajar con la especie en mi pregrado y luego en la maestría, pero por diferentes motivos nunca pude conseguir fondos.
Trabajar con animales tan grandes es logísticamente complejo y requiere un brazo económico fuerte.
El biólogo Mauricio Vela en un trabajo con primates en la Amazonía colombiana. Foto: Mauricio Vela.
Ahora que estoy haciendo mi doctorado pude cubrir todas esas falencias y se me dio la oportunidad de trabajar con el oso. Me fui para Estados Unidos, pero convencido que mi proyecto está acá, quiero generar información científica de mi país y de la especie que me gusta.
Desde que empecé a leer sobre el oso andino encontré, como ya he dicho, que no había información sobre Colombia y no había publicaciones científicas del país. Eso me motivó a generar información y a que dejemos de ser el hueco negro científico de Suramérica en este campo.
¿En qué proyectos está trabajando actualmente?
He venido trabajando con la fundación Procat Colombia y lo que hacemos es generar conocimiento científico para soporte de decisiones a nivel administrativo.
Mejor dicho, traducir toda esa ciencia compleja que se puede generar para que el director de una corporación o un Ministerio entiendan qué caminos tomar y cómo avanzar.
Estamos trabajando con pumas y jaguares. Con oso andino empezamos en una zona cerca de Bogotá (Chingaza) donde los campesinos se quejaban de que los grandes felinos se estaban comiendo sus animales.
Cuando empezamos a mirar, descubrimos que estaban apareciendo osos donde antes no se habían visto. Eso nos causó mucha felicidad y comenzamos a hacer análisis de conectividad a lo largo del Parque Nacional Chingaza y sus áreas de influencia, para poderles sugerir acciones a las autoridades que tienen injerencia en estos lugares.
Aunque se asocia al oso andino con la muerte de animales domésticos y ganado, su dieta es principalmente vegetariana. Foto: Arizona Center For Nature Conservation / Phoenix Zoo.
Ahora lo que estamos haciendo es, en colaboración con diferentes entidades nacionales como extranjeras, evaluar cómo los osos perciben el paisaje, cómo lo usan y cómo en realidad aún no sabemos qué está pasando en Chingaza, un Parque que a lo largo de los años se ha convertido en emblema del oso andino.
¿Será que los osos no están encontrando más zonas de vida en el macizo de Chingaza y por eso se aíslan en el Parque sin poder salir? ¿O será que el Parque en realidad tiene una capacidad de carga impresionante?
¿Qué tan difícil es hacer ciencia en Colombia?
Es complicado porque no tienes suficiente apoyo. Le han venido haciendo muchos recortes económicos a Colciencias -entidad encargada de promover las políticas públicas para fomentar la ciencia, la tecnología y la innovación en el país- y a los Ministerios.
Cuando comienzas a trabajar con fauna silvestre, y en general con manejo y conservación de biodiversidad, lo primero que necesitas es buscar un sitio y el apoyo económico para generar una idea de investigación y enfocarte en un problema.
El punto es que la conservación y la ciencia no se dan de un día para otro. Son procesos demorados y complejos que, incluso, a veces arrojan resultados que el investigador no espera.
La falta de apoyo a la comunidad científica en nuestro país ha sido un problema grandísimo. Pero más allá de esto, creo que hay algo más preocupante y es que a muchos científicos en nuestro país no les gusta trabajar en equipo.
Te encuentras con acceso restringido a muchas cosas porque un investigador no lo permite o porque tiene los datos y no los quiere soltar. Esa falta de solidaridad académica y esa colaboración, que es en lo que se basa la ciencia al fin de cuentas, no se ha generado como debiera.
A veces te encuentras con esa pared que no te permite avanzar y te toca seguir por otro camino porque tampoco quieres quedarte estancado.
El lado positivo es que en los últimos años el recambio académico en Colombia ha sido fuerte y hay mucha gente que le está apostando a volver al país luego de hacer sus posgrados en el exterior y quiere generar esa sinergia con otros científicos.
7/12/2020