Por Redacción QUO | 18 junio 2025
Una nueva investigación sugiere que una única sesión psicodélica con psilocibina, la sustancia activa en las setas psicodélicas, combinada con terapia, puede provocar cambios duraderos en personas con trastorno por consumo de alcohol
La psilocibina es un compuesto psicodélico presente en ciertas setas que actúa sobre los receptores de serotonina del cerebro. Produce alteraciones en la percepción, emociones y autoconciencia, lo que ha despertado interés científico por su posible uso terapéutico. Estudios previos han mostrado beneficios en trastornos como la depresión o el tabaquismo, pero la mayoría requerían varias dosis. El nuevo estudio se centra en si una sola dosis puede provocar lo que algunos expertos llaman “cambio cuántico”: una transformación repentina y profunda en la conducta, con efectos duraderos.
Un estudio reciente publicado en el Journal of Psychopharmacology muestra que una única dosis alta de psilocibina, acompañada de apoyo psicológico, podría reducir significativamente el consumo de alcohol en personas con trastorno por consumo severo. El ensayo, aunque pequeño y de diseño abierto, reveló que todos los participantes completaron el tratamiento y la mayoría reportó una fuerte reducción en los episodios de consumo excesivo, una menor necesidad de beber y una mayor confianza en su capacidad de mantenerse sobrios.
La psilocibina es un psicodélico natural presente en ciertas setas, conocido por alterar profundamente la conciencia, y está siendo estudiado por su potencial terapéutico en múltiples trastornos mentales. Hasta ahora, la mayoría de estudios sobre su uso contra el alcoholismo se basaban en varias dosis. Pero el autor principal del nuevo estudio, el investigador Mathias Ebbesen Jensen, decidió explorar si una sola dosis podría tener efectos igual de potentes.
Jensen se inspiró en estudios anteriores sobre adicción al tabaco y alcohol que mostraban beneficios duraderos tras solo unas pocas dosis. También se vio influido por las ideas del psicólogo William Miller, creador de la entrevista motivacional, quien describía ciertas experiencias de cambio radical como “cambios cuánticos”: transformaciones espontáneas que modifican la conducta de forma positiva y sostenida. Jensen notó similitudes entre estos cambios y las experiencias provocadas por la psilocibina.
El estudio se diseñó como un ensayo abierto sin grupo de control. Participaron diez personas (ocho hombres y dos mujeres) con una edad media de 44 años, todas con diagnóstico de trastorno por consumo de alcohol severo. La mitad nunca había probado psicodélicos y la mayoría no había recibido tratamiento anteriormente.
El protocolo incluyó cinco sesiones: dos terapias de preparación, una única dosis de psilocibina (25 mg) y dos sesiones de integración posteriores. La terapia combinó elementos de entrevista motivacional, terapia de aceptación y compromiso e imaginería guiada. El objetivo era ayudar a los participantes a prepararse para la experiencia psicodélica y luego integrarla psicológicamente.
Una sola sesión de seis horas, efectos duraderos
El día de la dosis, los participantes acudieron al centro tras una comida ligera. Se les administró una cápsula de psilocibina y pasaron seis horas en una sala tranquila, escuchando música y acompañados por dos terapeutas. Aunque los terapeutas estaban disponibles, su intervención fue mínima para dejar espacio a la experiencia introspectiva. Se registró la intensidad subjetiva del efecto cada 20 minutos y se tomaron muestras de sangre para medir los niveles de psilocina, la forma activa del compuesto, en el cuerpo.
Los resultados mostraron una gran variabilidad en cómo cada persona absorbía la sustancia, con concentraciones máximas de psilocina en sangre que iban desde 14 hasta 59 microgramos por litro, y tiempos para alcanzar el pico que oscilaban entre una hora y casi cinco. A pesar de estas diferencias, todos los participantes informaron de experiencias intensas, muchas con elementos místicos como sensación de unidad, pérdida del sentido del tiempo y una fuerte carga emocional.
En promedio, los efectos alcanzaron su punto máximo alrededor de una hora y media después de la ingesta y duraron unas seis horas. Los efectos secundarios fueron leves y pasajeros: algo de ansiedad, dolor de cabeza o fatiga durante el primer día. No se registraron complicaciones médicas graves y las variables fisiológicas como la presión arterial se mantuvieron dentro de los márgenes seguros.
Doce semanas después de la sesión, los participantes habían reducido en promedio un 37,5% sus días de consumo excesivo y bebían unas 3,4 copas menos por día. Además, los niveles de deseo de beber descendieron notablemente desde la primera semana tras el tratamiento y se mantuvieron bajos durante todo el seguimiento. Los participantes también mostraron una mayor confianza en su capacidad de evitar el alcohol.
Uno de los hallazgos más interesantes fue que quienes vivieron experiencias más intensas desde el punto de vista místico tuvieron más probabilidades de reducir el consumo de forma duradera. Sin embargo, la cantidad de psilocina en sangre no se relacionó directamente con los resultados, lo que sugiere que el aspecto psicológico de la experiencia podría ser más importante que la dosis exacta absorbida.
“Me sorprendió que la concentración de psilocina no predijera mejores resultados”, comentó Jensen. “Personas con niveles por debajo de la media vivieron experiencias muy profundas que se asociaron con mejor respuesta al tratamiento. Es posible que el umbral para alcanzar un estado alterado terapéutico varíe mucho entre personas, en función de factores no farmacológicos, como la apertura mental o la sugestionabilidad”.
Pese a los resultados prometedores, los investigadores advierten sobre las limitaciones del estudio. El tamaño muestral es muy reducido, solo diez personas, y el diseño abierto (donde todos sabían que iban a recibir psilocibina) introduce posibles efectos por expectativas. Además, al no contar con grupo de control, no se puede saber con certeza si los cambios se deben a la sustancia, a la terapia o a una combinación de ambos.
“El lector debe interpretar estos datos con cautela”, subrayó Jensen. “Sólo participaron diez personas, de las cuales solo dos eran mujeres, y todos sabían que recibirían psilocibina. Es probable que las expectativas inflaran los efectos observados. Es necesario replicar el estudio en ensayos más amplios y con placebo”.
El equipo ya está trabajando en un estudio más robusto para confirmar los hallazgos. “Actualmente estamos llevando a cabo un ensayo controlado con placebo y grupo aleatorio usando el mismo enfoque de dosis única. Esperamos tener los resultados a finales de 2025. En este nuevo estudio también analizamos los efectos de la psilocibina sobre la neurobiología, mediante técnicas de imagen cerebral y biomarcadores de neuroplasticidad”, concluyó Jensen.
REFERENCIA
Foto: Cannabis Pictures
1/07/2025