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                                                                                                                                 Pobreza en Estados Unidos. © Anadolu

 

Algo tan básico como ir al supermercado a comprar productos frescos, es tarea casi imposible para millones de personas en Estados Unidos. Kathy Yancey vive en el norte de Memphis, una de las zonas pobres de la llamada capital del hambre de Estados Unidos. Cientos de barrios con población mayormente negra o latina, que tiene que viajar hasta hora y media en autobús, para comprar en un supermercado. Zonas que llamamos «food deserts», en español, desiertos de comida.

En varios foros, Alana Rhone, economista del departamento de agricultura del gobierno de Joe Biden, abordaba este tema, y en declaraciones a la SER, se ha referido a vecindarios con bajos ingresos y poco acceso, rodeados de restaurantes de comida rápida.

Guadalupe Ramos, profesora de sociología en la Universidad de Valladolid, nos explica un problema social, silencioso, que trae detrás una historia de racismo y segregación. Nos explica que en algunos lugares no es interesante invertir, porque no hay un rendimiento económico claro. «La variable ingresos está vinculado a la raza o a la etnia, y en esos lugares se concentre población más pobre. En el caso de Estados Unidos, como vemos, el medio oeste americano y donde las distancias son tan gigantescas, pues ahí es donde más se han desarrollado,» explica Ramos.

13 años más de vida que en las zonas pobres

Vecindarios con bajos ingresos y poco acceso, rodeados de restaurantes de comida rápida. La comida ultraprocesada estimula la química del cerebro que te hace sentir bien, produciendo dopamina, y haciendo que el consumidor cada vez quieras más y más. Su consumo habitual está relacionado con la obesidad, enfermedades del corazón o la diabetes. Para que se hagan una idea, en la zona más rica de Memphis, la gente vive 13 años más, que en la más pobre.

Aparte de restaurantes como McDonald, estos vecindarios tienen tiendas cerca llamadas «dollar stores», que se caracterizan por vender productos muy baratos, muchas veces por un dólar o incluso menos, que venden comida, pero son alimentos enlatados como sopas preparadas, o snacks como galletas o patatas fritas. La mayoría de gente no tiene los recursos para mudarse, los bancos no les conceden préstamos, y tampoco quieren invertir en estas zonas, por lo que los negocios tampoco lo hacen.

Durante décadas, se les ha negado a la gente negra y las minorías, préstamos para hipotecas y se les han excluido de ciertos vecindarios; y el patrón alimentario sigue esta línea. Los supermercados siguen a los blancos adinerados, y las cadenas de comida rápida, a las comunidades pobres. Unos 17 millones de personas en Estados Unidos viven en zonas de bajos ingresos y poco acceso, y están entre uno y 32 kilómetros del supermercado más cercano.

Los desiertos de comida son una realidad en estados como Tennesse, Texas, Mississippi, Nuevo México, Arkansas, Nueva York o Alabama.

 

https://www.msn.com/es-es/dinero/economia/los-desiertos-de-comida-ya-son-una-realidad-así-son-los-lugares-del-mundo-donde-es-imposible-comprar-una-manzana-o-un-tomate/ar-AA1uCTdS?ocid=msedgntp&pc=U531&cvid=54de2f7156294ccba1575a60a5f8e553&ei=50

 5/12/2024