Las sociedades fallidas empiezan partiendo de grupos de personas que se dedican a buscar alimento. Solían compartirlos entre los demás componentes de las tribus. Al mismo tiempo cada individuo se encargaba de realizar algunas tareas por lo que todos los miembros eran útiles salvo los niños muy pequeños, heridos, enfermos graves y ancianos por razones obvias.

Hasta aquí los grupos vivían en armonía y en paz.

Los problemas empiezan cuando la escasez de alimentos se hace patente. Entonces se envía a un pequeño grupo de exploradores a buscar comida lejos de su territorio habitual, y sin saberlo se meten en el territorio de otro grupo de individuos donde sí hay presas suficientes y cazan una y la transportan a su poblado. Como hay que recorrer mucha distancia deciden trasladar todo el poblado hacia la zona que han descubierto para tener más cerca las presas. No tardan mucho en darse cuenta los “propietarios” de esa invasión y como es lógico deben defender su sustento porque saben que no habrá presas suficientes para ambos poblados. Entonces se produce un enfrentamiento entre ambos que como resultado se producen muchas bajas y muchos heridos de gravedad por ambas partes. Por eso en una guerra no hay ganadores ni vencidos.

Llegados a este punto nace la codicia y desaparece el noble acto de compartir todo con los demás semejantes puesto que si lo compartiesen perecerían ambos poblados por falta de alimento.

Según como vayan los enfrentamientos los grupos se retirarán hacia sus respectivos poblados para curar a los heridos y enterrar a sus muertos caídos en la batalla. Pero al cabo de un tiempo volverán a enfrentarse, solo que esta vez se han dado cuenta que si espían a sus enemigos en vez de atacar nada más verlos y esperar a que cacen una presa o pesquen algunos peces, pues asaltándolos no sufren bajas ni heridos porque utilizan dardos envenenados y no hacen ruido. Además, pueden llevar alimento a su clan en vez de presentarse con las manos vacías y con heridas.

Desde ese momento nace el robo entre personas. Se percatan que es mucho más efectivo esta estrategia que entablar una guerra donde todos pierden, por lo que se acostumbran a acechar a los del otro grupo y robarles el alimento.

Pero con el paso del tiempo se cansan pronto de que los asalten y se produce la aniquilación total de uno de los grupos. Pero eso es una pésima idea puesto que la codicia nunca da buenos resultados. La historia está llena de ejemplos.

Como los humanos nunca han sabido o querido controlar el número de individuos, pues surgen los problemas. Al aumentar el número de individuos aumenta el número de bocas que hay que alimentar. No es l mismo repartir un tapir de 240 Kg entre 15 que entre 200. Está claro que todos querrán comer carne pero solo unos pocos la catarán. Eso provoca envidia y malestar a los que no les han dejado probarla. Ahí nace el poder, alguien que manda y que decide quién come carne y quienes no van a probarla. Eso puede ocasionar disputas por ser el que manda. Por lo que la historia está llena de ejemplos que se ha asesinado al jefe por ocupar ese puesto.

Llegados a este punto el lector habrá podido observar cómo poco a poco los grupos de personas se alejan de vivir en armonía y en paz y se anula la justicia. Cómo surge la desigualdad y cómo unos pocos someten a la mayoría.

Dejamos pasar unos miles de años para poder constatar que somos capaces de producir alimento de sobras para toda la humanidad. Sin embargo dejamos que millones de personas pasen hambre o que no dispongan de agua potable. ¿Porqué hacemos eso? Pues porque arrastramos la codicia que hemos heredado de nuestros ancestros. Hemos olvidado nuestra esencia humana; ser civilizado y compartirlo todo con nuestros semejantes.

Pero para complicar aún más la situación, inventamos el adjetivo posesivo, ya saben; mío, tuyo, suyo, nuestro y vuestro. Otra pésima idea, quizá la peor de todas las que que se le ocurrió al ser humano, pues es la responsable de las guerras, genocidios, asesinatos y demás delitos graves. Salvo si utilizamos el adjetivo nuestro si nos referimos al conjunto de todos los humanos.

Quién de ustedes no ha dicho alguna vez frases parecidas a estas; mi mujer me hizo una sopa que…mi perro me pone la pata encima cuando…mi coche no ha querido arrancar, mi hijo me ha dicho, nuestro jardín se ha secado, su higuera me está perjudicando mi piscina, etc. Eso es precisamente la decadencia de la humanidad, el utilizar ese adjetivo posesivo.

Y surgió el dinero para “facilitar” los negocios y enterrar el noble gesto de compartirlo todo. Eso fue la puntilla que acabó con la posibilidad de vivir en paz y en armonía.

Para revertir estas conductas injustas y regresar a la sociedad primigenia que citaba al principio donde se vivía en paz y en armonía con la diferencia de que ya no tenemos que salir a buscar los alimentos sin tener la certeza que los vamos a encontrar puesto que los producimos en grandes cantidades, pues basta con implementar el Nuevo Orden Mundial.

26/09/2024