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Buena parte de lo que llamamos enfermedades tienen su origen en la intoxicación a la que año tras año sometemos de forma constante a nuestro organismo sin darle tiempo para recuperarse de la Intoxicación que llega generalmente a su máximo durante las fiestas navideñas y de Año Nuevo, época particularmente dada a los excesos de todo tipo. Pensando en ello y sabedores de que la mayor parte de la gente se hace la promesa de cambiar de vida cada primero de Enero, hemos pensado en ofrecer a nuestros lectores un método rápido de desintoxicación que les permita a continuación recuperar la salud y adelgazar sin apenas esfuerzo y sin pasar hambre siguiendo nuestra Dieta Definitiva. Es nuestro regalo de Año Nuevo. Y créanos: funciona.

La vida sedentaria, el estrés, la rapidez con que muchos almorzamos a mediodía, el consiguiente abuso de bocadillos, sandwiches, hamburguesas, perritos calientes y pizzas ingeridas con bebidas alcohólicas, colas o refrescos con gas y azúcar, unido a esos tentempiés consumidos entre horas – galletas, bollos, pasteles, patatas fritas, caramelos, frutos secos, aceitunas, etc.- pueden hacer de nuestra alimentación diaria un ejercicio continuado hacia el sobrepeso, la obesidad, los problemas cardiovasculares y el cansancio crónico. Porque quien no engorda en exceso termina con su organismo intoxicado. Problema que se intensifica normalmente en estas fiestas navideñas y de Año Nuevo en las que se dispara el consumo de las delicias habituales de la época -turrones, peladillas, nueces, chocolate, almendras garrapiñadas, piñones, etc.-, el café y el alcohol. Pantagruélicas celebraciones que muchos terminan a veces con un chocolate caliente con churros con el que intentar disipar el exceso de alcohol consumido en esas inacabables noches con la excusa del frío ambiente exterior.

En cualquier caso, el exceso que cometemos en tan pocos días no suele ser sino la gota que colma el vaso de nuestra intoxicación. Y a la alegría de las fiestas suele seguir en la mayoría de las ocasiones un sentimiento de hastío en la convicción de habernos pasado, de pesadez y auténtico agotamiento físico. Nada debe pues extrañarnos que cada Año Nuevo sean millones los españoles que se hace «firme» la promesa de ponerse a régimen. Unos, para intentar eliminar los kilos de más cogidos durante esos días; otros, para desintoxicar el organismo; los más, para recuperar la figura -algunos ni recuerdan cómo eran delgados- de una vez para siempre: «Esta vez -se prometen- hago el régimen hasta el final». Por supuesto, la intención es buena y suele ser sincera. Los resultados, sin embargo, llevan a la inmensa mayoría al abandono a los pocos días. Demasiado esfuerzo -se dicen- para tan escaso resultado.

Y es que son multitud las dietas absolutamente inútiles que circulan por ahí. Sirven para vender revistas y libros, eso sí, pero no hacen adelgazar a nadie. Claro que eso es lo de menos, lo que importa es que se trata de un magnífico negocio para quienes viven de vender ilusiones y para quienes fabrican todo tipo de productos presuntamente adelgazantes y fármacos o productos sustitutivos de la comida relacionados con el problema; para los que fabrican aparatos cuasi mágicos y para quienes venden cremas milagrosas que se supone te hacen «adelgazar» en horas (burdas mentiras para gente ingenua), para quienes han inventado sorprendentes mezclas de infusiones que se supone poco menos que queman la grasa y para quienes venden vendas frías que destrozan la piel o excepcionales y carísimas fajas adelgazantes que no adelgazan un gramo. Y bien está para ellos que la gente no adelgace: se les acabaría el negocio.

LA DIETA DEFINITIVA

Lo explicamos en los dos primeros números de la revista. La única manera de adelgazar, para los expertos nutrólogos de todo el mundo, es consumir menos calorías que las que gastamos. En eso se basan todas las llamadas dietas hipocalóricas. Su principal problema es que suele pasarse hambre. Y la gente las deja. Pero en realidad el problema es que el organismo termina ajustando su metabolismo basal a esa ingesta reducida y uno deja de adelgazar a las pocas semanas para desesperación de quienes las siguen.

Comentamos también las demás. Las más conocidas al menos. Y explicamos por qué no funcionan o, en el caso de las que sí hacen adelgazar, los peligros para la salud que conllevan. Y dimos las bases de la única dieta que de verdad nos consta que sirve para adelgazar sin pasar hambre, sin pesar la comida, sin hacer deporte ni otro ejercicio que el de caminar un poco todos los días, sin pastillas ni diuréticos. Nos referimos, obviamente, a la Dieta Definitiva con la que miles de nuestros lectores han perdido peso. Y no vamos a hablar de ella puesto que ya la conocen. Lo que no obsta para que la incluyamos en recuadro aparte a fin de que quienes lean esta revista por primera vez y no tuvieran acceso a la misma, puedan beneficiarse de ella.

En cualquier caso, son muchas las personas que no padecen problemas de sobrepeso u obesidad pero tienen su organismo intoxicado. Personas que no quieren perder peso -o no sólo quieren eso- sino eliminar todas esas toxinas que abotargan su mente y su cuerpo. Y de ello es de lo que vamos a hablar en este artículo. No de las posibilidades de una desintoxicación parcial con remedios naturales, piel incluida, algo útil y a lo que la revista dedica varias páginas en distintas secciones de este número, sino a una desintoxicación profunda y drástica. Una desintoxicación que proponemos hacer a todos nuestros lectores y que luego pueden completar quienes deseen seguir adelgazando – porque también se adelgaza rápidamente con ella- siguiendo la Dieta Definitiva. Nos referimos a la cura mediante sirope de savia y limón. En cualquier caso, y como siempre hacemos, hágala bajo la supervisión de su médico. No porque tenga peligro alguno, sino porque cada persona es un mundo y conviene seguir los consejos de un profesional. Aunque la mayor parte probablemente le diga que no sirve para nada: los médicos, en su mayoría, no han sido formados en nutrición. Es más, la mayoría saben de ello poco y lo que saben suele estar equivocado. La mejor demostración es que los principales expertos del mundo afirman que hacer adelgazar a un obeso es poco menos que imposible. Y lo explican en sesudos tratados de cientos -o miles- de páginas. Expertos para quienes la Dieta Definitiva, por ejemplo, no existe. Lo que se explica bien: es la demostración palpable de que sus creencias no valen ni el papel en el que están escritas. Y lamentamos tener que ser tan duros pero es hora de poner las cosas en su sitio. A pesar de lo cual, nos reiteramos: busque si así se queda más tranquilo el asesoramiento de un médico, preferentemente naturista o al menos no fanatizado por lo que le han dicho que es la verdad. También los hay.

EL AYUNO Y LA DESINTOXICACIÓN

La necesidad de someter al cuerpo a una desintoxicación cada cierto tiempo es algo que recogen todas las culturas. Normalmente, eso sí, recomendada por imperativo religioso, única manera de que la masa inculta atendiera cualquier norma higiénica mínima. En el Occidente cristiano se resume en la Cuaresma, es decir, en suprimir la ingesta de carne los viernes. En la cultura islámica tal norma se recoge en el Ramadán, mucho más extensa en el tiempo y que se reduce a la prohibición de ingerir alimento. Claro que esa norma no deja de ser una copia del ayuno tradicionalmente recomendado por la práctica totalidad de las culturas milenarias orientales.

Y es que el ayuno ha sido considerado siempre en Oriente fuente de armonía, norma de imprescindible cumplimiento para poder mantener la salud, preventivo de cualquier enfermedad.

Hoy día sabemos que esa tradición tenía como fin permitir al organismo liberarse de sus toxinas suprimiendo todo alimento y así dedicar toda su energía a depurarse por dentro sin tener que dedicar parte al proceso de digestión -operación que requiere un gran consumo energético-; hecho que, paralelamente, garantizaba no ingerir durante ese tiempo nuevas toxinas.

De ahí que el ayuno fuera elemento imprescindible para conservar una buena salud y se llegara a recomendar seguirlo hasta durante 40 días. De ahí precisamente nace la «cuarentena». El propio Jesús de Nazaret ayunó 40 días en el desierto cuando decidió comenzar su «vida pública». Debía «purificarse».

Ahora bien, atendiendo a nuestros conocimientos actuales, ¿se trata de una buena medida? Las opiniones al respecto están divididas. Nosotros pensamos que en las distintas épocas en que se adoptaron, posiblemente fueron una buena medida. Pero con los conocimientos y las posibilidades actuales, no. Porque un ayuno total ingiriendo sólo agua es verdad que desintoxica el organismo pero se corre el riesgo de dejarlo durante ese tiempo sin algunos de los oligoelementos imprescindibles para la vida. Es decir, el beneficio del ayuno se puede ver contrarrestado por los posibles perjuicios. Y aunque sus defensores argumentan que no hay peligro ya que se trata de poco tiempo es mejor a nuestro juicio buscar una alternativa. Especialmente porque cuando las personas se sometían en la antigüedad a un ayuno cesaban en sus actividades y descansaban. Y ese es un lujo que hoy día pocos pueden permitirse.

Afortunadamente, desde hace unos años la fórmula existe. Fue propuesta por Stanley Burroughs y constituye sin duda una alternativa ciertamente válida al ayuno tradicional. Nos referimos a la cura con sirope de savia y limón.

LA CURA CON SIROPE DE SAVIA Y LIMÓN

Así llamada, no constituye una forma de alimentación. Por tanto, no debe seguirse más que durante un cierto tiempo que, como norma, debe estar entre los siete y los diez días. Tiempo más que suficiente, en general, para desintoxicarse y eliminar buena parte -en la mayoría de los casos no todos- de los depósitos de grasa acumulados en el cuerpo. ¿Y en qué consiste? Pues es sencillo: se trata de ingerir exclusivamente durante ese tiempo -7 o 10 días- un preparado elaborado a base de sirope de savia y palma mezclado con zumo de limón y agua al que se le añade un poco de canela y una pizca de cayena picante. Mezcla que será nuestro único alimento durante esos días si bien podemos tomar paralelamente algunas infusiones.

El método original -creado, como ya hemos dicho, por Stanley Burroughs- se completa con un sistema especial de masaje que llama Vitaflex y el uso de Cromoterapia. Pero aun cuando cabe admitir que esos dos elementos son muy útiles, no son imprescindibles. Obviamente, si puede conseguir que alguien le de un masaje en todo el cuerpo durante los días que dure la cura, mejor. Pero si no es así, no es motivo para que no siga la terapia que le proponemos. Entre otras cosas, porque lo normal es que tras ese tiempo usted se haya deshinchado, su cuerpo habrá logrado una desintoxicación importante -cuyo grado dependerá también del grado de intoxicación de su organismo- y, además, perderá entre cuatro y siete kilos. En tan corto espacio de tiempo… y sin pasar hambre.

Esa es precisamente una de las razones del éxito de este método: el primer día puede tener usted algo de ansiedad -su mente le dice que «hay» que comer, que es lo que «corresponde»- pero el segundo esa sensación habrá desaparecido y a partir de entonces no tendrá ni ansiedad ni hambre. Y lo más importante: no sólo no se sentirá cansado sino que comprobará, quizá perplejo, que tiene mucha más energía que antes. Es decir, no padecerá síntomas tan habituales en otras dietas como nerviosismo, irritabilidad, fatiga o desvitalización. Antes bien, se sentirá más ligero y con más ganas de vivir. Incluso dormirá y descansará mejor.

LOS INGREDIENTES

La razón es simple: la mezcla contiene por sí misma -y de forma equilibrada- la mayor parte de las vitaminas, minerales (potasio, sodio, calcio, magnesio, zinc, manganeso y hierro), enzimas y demás oligoelementos que el organismo necesita, lo que con la alimentación normal no es tan frecuente que ocurra. La grasa, obviamente, la sacará de los depósitos acumulados en el cuerpo, quemándolos. Y en cuanto a los hidratos de carbono del sirope de savia -fructosa y glucosa- son naturales porque no contiene azúcar artificial alguno.

Por otra parte, el limón -también importante fuente de minerales y vitaminas, especialmente de la C- es un antioxidante natural que ayuda en la eliminación de los depósitos grasos y mejora la actividad del metabolismo. Además de ser un buen diurético. En cuanto a la cayena, además de contrarrestar el fuerte sabor dulzón del sirope de savia, es una buena fuente de vitaminas del complejo B, disuelve flemas y regenera la sangre.

LOS EFECTOS

Como ya hemos comentado, el ayuno con sirope de savia y limón permite al cuerpo dedicar su energía a la desintoxicación, a eliminar las toxinas acumuladas. Y así, tras efectuar una primera limpieza del tracto digestivo, el cuerpo dedicará luego sus esfuerzos a eliminar toxinas del hígado y de los riñones. Paralelamente, la presión de los vasos sanguíneos se irá regularizando ayudando a mantener una buena circulación.

Es más, también desaparecen rápidamente las enfermedades respiratorias -catarros, gripes, sinusitis, bronquitis…- y los estados febriles así como diversas alergias, causadas muchas veces por la acumulación de toxinas.

Igualmente es útil para eliminar los depósitos calcáreos en articulaciones y músculos así como los depósitos de colesterol en arterias y venas. Y como quiera que numerosas infecciones se deben a  la acumulación de toxinas, la eliminación de éstas hace superar el problema.

No podemos olvidar tampoco, por otra parte, que muchas de las llamadas enfermedades tienen su origen en el sistema digestivo, así que no está de más reiterar que una alimentación sana y equilibrada es el mejor remedio para conservar la salud.

LA PREPARACIÓN

Hace unos años el sirope de savia que se utilizaba para esta cura era exclusivamente el de arce – proveniente especialmente de América del Norte y, más concretamente, de Canadá- pero con el tiempo se descubrió que su contenido de minerales estaba sujeto a diversos condicionamientos, desde la calidad de la tierra hasta las condiciones climatológicas. Problema que se resolvería satisfactoriamente al mezclarlo con el sirope de savia de palma y conseguir que la proporción de minerales sea exactamente la adecuada.

Eso sí, no se deje confundir con esos otros siropes industriales fabricados masivamente que no proceden de la savia del árbol aunque se comercialicen como siropes de arce. Precisión necesaria tras la que pasamos a explicarle cómo prepararlo:

Utilice una botella de litro y medio o dos de vidrio o plástico (más cómodo este último material si debe llevarla consigo, por ejemplo al trabajo). Tras lavar bien su interior, use un embudo y vierta en ella el contenido de 14 cucharadas soperas grandes de sirope de savia de arce y palma. A continuación, exprima cuatro limones grandes y eche el zumo en la botella. Después añada una pizca de cayena picante molida (la puntita de una cucharadita de café; y no se pase porque si lo hace puede resultarle desagradable al paladar). Para terminar, y a fin de darle un toque de sabor, puede añadir media cucharadita de café de canela en polvo. Rellene después el resto de la botella de agua y agite fuertemente la mezcla. Tendrá así preparada su «comida» para todo el día.

Obviamente, lo suyo es beberse media botella por la mañana y otra media durante la tarde-noche repartiéndola en varias tomas. Pero puede usted distribuir el líquido como prefiera. Nuestro consejo es que se beba un vaso cada vez que sienta hambre. Y que, a continuación, se beba otro u otros dos más de agua.

Como ya le adelantamos, el primer día puede tener ansiedad porque el cuerpo, inconscientemente, reclamará la comida a la que está habituado. Suele suceder sobre todo a mediodía, a la hora de almorzar. Un buen truco para «engañar» entonces al organismo consiste en tomarse después del sirope de savia la infusión que suela ingerir normalmente tras la comida: café (descafeinado), té, manzanilla, poleo… De esa forma al cuerpo le dará la «sensación» de que ya ha comido porque ese líquido es con el que termina normalmente su comida. Le aseguramos que funciona.

Eso sí, no tome a lo largo del resto del día ningún otro café más (ni siquiera descafeinado), ni té (contiene un excitante similar: la teína).

Y otro consejo importante: beba cuanto pueda. Un mínimo de dos litros de agua, además del preparado. Pero recuerde que si se bebe cuatro o cinco litros de agua la desintoxicación será más rápida y más efectiva. Y no se preocupe incluso si tiene normalmente retención de líquido: cuanto más líquido ingiera, más líquido expulsará (el que beba ahora más parte del que retenía).

LIMPIAR EL INTESTINO

Una de las cosas fundamentales que deberá tener en cuenta y del que depende en buena medida el éxito de esta cura es la necesaria limpieza del intestino. La mayor parte de las personas intoxicadas suele padecer gases, hinchazón y estreñimiento cuando no gastritis o úlceras a causa de las deficientes digestiones por malas combinaciones alimenticias, falta de suficiente fibra en la comida y consumo excesivo de pan blanco además de ingerir demasiado alcohol y café. Y no digamos nada de la malsana costumbre de comer dulces o fruta de postre, error tan extendido en nuestra sociedad.

De ahí que la limpieza del intestino se convierta en algo prioritario. Porque debe saber que aun cuando no va a ingerir alimento sólido alguno durante estos días defecará todos y cada uno de ellos. Y que si así no sucediera es que algo no funciona bien en su organismo.