Pocas zonas vírgenes

La mayoría de los lugares sin huella humana se concentran actualmente en apenas unos pocos países, como Rusia, Canadá, Brasil y Australia. Según WWF, estas son las últimas zonas realmente vírgenes del planeta.

El último mapa de huella humana muestra que 58 por ciento de la superficie de la Tierra está bajo la intensa presión humana y que solo el 25 por ciento del planeta puede considerarse libre del hombre. Desde 2000, 1,9 millones de kilómetros cuadrados de tierra intacta, área similar al tamaño de México, se ha perdido”.

El informe indica que los lugares ecológicamente intactos están al borde de la misma crisis de extinción que enfrentan las especies. “Estos lugares están desapareciendo frente a nuestros ojos. Como la extinción de especies, la erosión de estos ecosistemas es esencialmente irreversible y tiene profundos impactos”.

La pérdida de la cobertura glaciar es cada vez más mayor. Foto: Elisabeth Kruger (WWF-US).

Una vez erosionados, los ecosistemas intactos nunca se pueden restaurar por completo. “Nuestra capacidad mejorada de utilizar la tecnología para mapear y monitorear la Tierra debe ir de la mano con compromisos para evitar que estos ecosistemas sigan desapareciendo y cumplir con su papel fundamental ante la crisis climática y la biodiversidad”.

Los mares arden

Ningún lugar del océano está completamente ajeno a los humanos. El IPV estima que incluso en el 13 por ciento de los mares libre de humanos cuenta con desechos y basura marina en las fosas profundas del mar. “Estos efectos negativos amenazan varios bienes y servicios, como el suministro de alimentos, clima, regulación, almacenamiento de carbono y protección costera. Además, estos ecosistemas son vitales para la sociedad humana”.

La FAO estima que el pescado representa 20 por ciento de la base alimenticia a más de 3.300 millones de personas y que las pesquerías y sectores de la acuicultura proporcionan empleo directo a 59,5 millones de habitantes. “Casi 200 millones de personas dependen de los arrecifes de coral al evitar marejadas ciclónicas y olas”.

Los manglares figuran entre los ecosistemas más amenazados del planeta. Foto: ©naturepl.com (Tim Laman – WWF).

Sin embargo, la sobrepesca, contaminación y desarrollo urbanístico costero impactan profundamente los océanos, desde las aguas someras a las grandes profundidades marinas. “El cambio climático provocará cada vez más efectos en los ecosistemas marinos”, dice el IPV.

WWF elaboró un listado con las 10 mayores amenazas para los mares: pesca, cambio climático, contaminación de origen terrestre, contaminación de origen marino, desarrollo urbanístico costero, especies exóticas invasoras, infraestructuras en alta mar, embarcaciones, maricultura y minería de los fondos marinos.

Hoja de ruta

A pesar de las cifras, el Índice Planeta Vivo indica que la batalla aún no está perdida y que el mundo está a tiempo de detener y revertir la pérdida de biodiversidad. ¿Cómo lograrlo? WWF propone un planteamiento novedoso y orientado tanto en la conservación de la naturaleza como en la transformación del sistema alimentario, iniciativa llamada “Revertir la Curva”.

Con base en proyectos pioneros y los más recientes esfuerzos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático y la Plataforma Intergubernamental sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas, se han desarrollado siete posibles escenarios de futuro:

  1. Escenario de referencia: asumir una situación a medio camino con limitados esfuerzos hacia la conservación, producción y consumo sostenibles. En dicho modelo, la población humana alcanzaría los 9.400 millones de personas en 2070, el crecimiento económico sería moderado y fuertemente desigual y la globalización proseguiría.
  2. Incremento del esfuerzo de conservación: incluye un incremento de extensión y gestión de las áreas protegidas, mayores esfuerzos en restauración y planes de conservación a escala paisajística.
  3. Producción más sostenible: recoge un incremento de la sostenibilidad tanto en la producción como en el comercio de alimentos.
  4. Consumo más sostenible: contempla una reducción del desperdicio de alimentos desde “el campo a la mesa” e incluye cambios en la dieta hacia una menor ingesta de calorías de origen animal en los países con altos consumos de carne.
  5. Esfuerzos en conservación y producción sostenible.
  6. Esfuerzos en conservación y consumo sostenible.
  7. Integrated Action Portfolio (escenario de actuaciones integradas).

WWF propone una hoja de ruta para que la conservación y la economía vayan de la mano. Foto: James Suter (Black Bean Productions – WWF-US).

La conservación es fundamental pero no suficiente, ya que debemos transformar los patrones de producción y consumo de alimentos. El IPV muestra que sólo con un enfoque integrado, que combine una conservación ambiciosa con medidas dirigidas a los factores que provocan la conversión del hábitat, como las intervenciones de producción o consumo sostenibles, se logrará revertir la curva de la pérdida de biodiversidad”, concluye el informe.

Mensaje de la pandemia

Según WWF, la pandemia por la covid-19 sirve como una señal de SOS para la humanidad y pone sobre la mesa la necesidad de vivir dentro de un espacio operativo pero seguro para el planeta. 

“De no hacerlo, las consecuencias ambientales, sanitarias y económicas serán desastrosas. Ahora, más que nunca, los avances tecnológicos nos permiten escuchar estos mensajes y comprender mejor el mundo natural”.

La humanidad aún está a tiempo de evitar la mayor hecatombe ecosistémica. Foto: Daniël Nelson.

Uno de los primeros pasos propuestos en el informe es estimar el valor del capital natural, es decir la cantidad de recursos naturales renovables y no renovables del planeta, como plantas, suelos y minerales, junto con los valores del capital humano y producido.

“Datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente muestran que, por persona, las existencias mundiales de capital natural han disminuido casi un 40 por ciento desde principios de la década de 1990, mientras que el capital producido se ha duplicado y el capital humano ha aumentado 13 por ciento”.

Al sol de hoy, pocas de las personas que toman las decisiones económicas y financieras saben cómo interpretar este mensaje. “Un problema clave es el desajuste entre la gramática económica artificial que dirige las políticas públicas y privadas y la sintaxis de la naturaleza que determina cómo funciona el mundo real, y por eso perdemos el mensaje”, anota la organización.

La biodiversidad pide a gritos un equilibrio entre la conservación y el desarrollo económico. Foto: Clay Bolt (WWF-US).

Para WWF, ubicar las economías dentro de la naturaleza ayuda a aceptar que la prosperidad está limitada finalmente al planeta. “Esta nueva gramática es necesaria en todas partes, desde las aulas hasta las salas de juntas, y desde los consejos locales hasta los departamentos gubernamentales nacionales”.

El crecimiento económico sostenible debe orientar a los líderes para que adopten las mejores decisiones que “nos procuren, a nosotros y a las generaciones futuras, la vida más saludable, verde y feliz que cada vez más personas quieren. A partir de ahora, proteger y mejorar nuestro medioambiente debe estar en el centro del objetivo de lograr la prosperidad económica”.

https://www.semana.com/impacto/articulo/que-dice-el-informe-indice-planeta-vivo-2020-de-la-wwf–noticias-hoy/55059/

16/04/2024