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El aceite virgen de palma lo consumimos los humanos desde hace más de 5.000 años y en la actualidad lo utilizan en los países tropicales millones de personas caracterizándose por ser de color rojizo, algo que se debe a su alto contenido en carotenoides (pro-vitamina A), licopenos y tocoferoles (vitamina E). Es pues muy rico en antioxidantes y de hecho se usa para prevenir problemas cardiovasculares, enfermedades neurodegenerativas, diabetes y cáncer e, incluso, como refuerzo para potenciar el sistema inmunitario, propiedad importante en las zonas proclives a las infecciones bacterianas y parasitarias. No tiene pues sentido la mala fama que ha adquirido. Solo hay que saber cuál consumir y cómo. Esa es la clave.
Hay dos tipos de aceite de palma: el virgen que se obtiene mediante presión en frío de la pulpa de los frutos de la palma Elaeis guineensis y el que se obtiene de sus semillas moliéndolas y sometiéndolas a alta presión o usando solventes y que luego se refina. El primero es sano y rico en nutrientes pero el segundo no y de ahí que normalmente se destine a usos industriales aunque en algunos casos se da como suplemento a los animales. Otra cosa es que algún desaprensivo pueda venderlo para consumo humano.
Aclarado este punto lo que vamos a decir sobre el aceite de palma en este texto se refiere siempre al virgen, al obtenido por presión en frío que se obtiene de la pulpa de E. guineensis, palma nativa de África occidental -en especial de la región del golfo de Guinea- que sería llevada al Caribe y Brasil en la época del tráfico de esclavos de los siglos XVII y XVIII y al sudeste asiático por los holandeses a mediados del siglo XIX (de hecho Malasia es hoy el primer productor mundial de aceite de palma). En la actualidad es el aceite que principalmente consumen unos 1.500 millones de personas, especialmente en la franja tropical de Asia que se extiende desde la India hasta Filipinas así como en la casi totalidad del África subsahariana, el Caribe y el norte de Sudamérica; sobre todo en el nordeste de Brasil donde se le llama «aceite de dende» y está considerado la joya más preciada de la cocina bahiana. Cabe agregar que los frutos de la palma -del tamaño de cerezas- se agrupan por centenares en grandes racimos que llegan a pesar 10 kilos. Añadiremos como curiosidad que es fermentando la savia de la palma joven como se obtiene el llamado «vino de palma», sirope dulce de baja graduación alcohólica. Dicho esto debe saberse que existe una especie similar de palma nativa de América, la Elaeis oleífera o Elaeis melanococca, cuyo fruto oleaginoso tiene más ácidos grasos insaturados y es relativamente rica en yodo pero está menos estudiada.
El problema del aceite de palma virgen es que tiene un 2-3% de ácidos grasos libres -no triglicéridos- que además de conferirle un gusto ácido lo hace inestable por lo que tiende a oxidarse y a enranciarse en poco tiempo; algo similar a lo que le pasa al aceite de lino o linaza. Y esa es de hecho la razón por la que gran parte del aceite de palma -especialmente el procedente de Malasia e Indonesia- se somete a varias etapas de refinado y posterior destilación fraccionada permitiendo obtener dos tipos: uno sólido a temperatura ambiente que se denomina esteárico en el que predominan las grasas saturadas y uno líquido u oleico más sano rico en grasas poliinsaturadas.
Pues bien, en 2018 se produjeron en el mundo unos 200 millones de toneladas de aceites vegetales y de ellos 72 eran de palma, 60 de soja, 25 de colza, 15 de girasol y solo 3 de oliva. Siendo dos de ellos los más ricos en grasas saturadas: el aceite de coco (89% de ácidos grasos saturados) y el de palma (un 47%). Y eso es lo que hizo que durante décadas hayan sido considerados insanos solo que ¿lo son?
¿SON INSANAS LAS GRASAS SATURADAS?
Los organismos internacionales relacionados con la salud y la alimentación lo tienen claro: la ingesta de grasas saturadas aumenta en sangre el contenido de colesterol y eso es perjudicial. Solo que no es así por mucho que tal falsedad se haya instalado en la mente de las personas como «verdad oficial» según hemos explicado ya en varios artículos. La tesis de que las grasas saturadas aumentan en sangre el nivel de colesterol la formularon Ancel Keys, J. T. Anderson y F. Grande -de la Universidad de Minnesota (EEUU)- publicándose en 1957 en The Lancet pero apenas unos años después sería matizada por un grupo de investigadores del Harvard School of Public Health encabezado por D. M. Hegsted mediante un artículo aparecido en 1965 en American Journal of Clínical Nutrition según el cual no todos los ácidos grasos saturados tienen el mismo efecto; de hecho el ácido mirístico característico del aceite de coco aumenta en sangre el nivel de colesterol 4 veces más que el palmítico del aceite virgen de palma. Lo llamativo es que Estados Unidos tenía entonces grandes excedentes de aceites de soja y maíz ¡y había que darles una salida rentable!
En cuanto al argumento ecologista de que el consumo humano de aceite de palma está provocando la deforestación de la selva tropical es bastante cínico porque la mayor parte se destina a la fabricación de biocombustibles, esos que promueven ellos mismos para sustituir al «contaminante» petróleo. Es más, entre las hileras de palmas de las plantaciones los agricultores cultivan también vegetales poco rentables como la batata y la mandioca, principal sustento de los nativos de bajo poder adquisitivo por lo que las propuestas ecologistas tienen un claro matiz antisocial.
LOS NUTRIENTES DEL ACEITE VIRGEN DE PALMA
Hablemos pues de los nutrientes del aceite virgen de palma y empecemos destacando que contiene un 37% de saludables ácidos grasos oleicos -proporción superior a la de los aceites de girasol (30%) y coco (6%) aunque inferior a la del estupendo aceite de oliva (73%)- y, sobre todo, muchas más vitaminas y antioxidantes. Como ya adelantamos su color rojizo característico se debe a su alto contenido en carotenos; en especial betacarotenos y licopenos. Y no olvidemos que los betacarotenos se transforman en el intestino en vitamina A por acción de las enzimas oxigenasas, las mismas que permiten por cierto absorber la vitamina E presente en el aceite virgen de palma en proporción muy superior a la de muchos otros alimentos. En cuanto al licopeno llega a tener hasta 15 mg por cada 100 gramos cuando un tomate tiene de media en esa misma cantidad 9 mg.
Un equipo de la University of Malaya de Kuala Lumpur (Malasia) encabezado por S. H. Goh realizó cientos de análisis químicos sobre el aceite virgen de palma y según publicaron en 1985 en Journal of the American OH Chemists’Society estos son sus constituyentes menores: un 0,03% de esteróles (60% sitosterol, 13% campesterol y 24% stigmasterol), un 0,05% de vitamina E (21% tocoferol y 79% tocotrienoles) y un 0,1-0,2% de fosfolípidos (especialmente fosfatidilcolina y fosfatidil-glicerol). Es más, afirman que de los 600 carotenoides identificados en la naturaleza 13 se encuentra en el aceite virgen de palma en concentraciones de 0,05% a 0,07% y son fundamentalmente alfa, beta y gamma carotenos.
Posteriormente -en 2003- un grupo de investigadores de la Monash University de Australia encabezado por los doctores N. Wattanapenpaiboon y M. W. Wahlqvist publicó en Asia Pacific Journal of Clinical Nutrition un trabajo titulado Phytonutrient deficiency: the place of palm fruit (Deficiencia en fitonutrientes: el papel del fruto de la palma) según el cual los fitonutrientes del aceite virgen de palma son potentes antioxidantes gracias a su riqueza en vitaminas A y E. Además, contienen trazas de coenzima Q10 y escualeno, sustancias ambas de conocidas propiedades terapéuticas.
Analicemos ahora sus dos principales nutrientes en detalle:
Vitamina A. Se llama así a un grupo de compuestos orgánicos insaturados que incluyen retinol, retinal, ácido retinoico y varios carotenoides que juegan un papel vital en el crecimiento y desarrollo así como en la eficacia del sistema inmune y en las retinas. Y aunque los betacarotenos se encuentran en la mayoría de los aceites vegetales ninguno contiene más que el aceite virgen de palma ya que tiene 90 mg por cada 100 gramos; diez veces más que las zanahorias. Siendo uno de los carotenoides más eficaces el licopeno, considerado por muchos vital para tratar patologías como el cáncer y la degeneración macular.
De hecho según el doctor McLaren -del London Instituto of Ophthalmology– la xeroftalmia causada por déficit de vitamina A es la mayor causa de ceguera infantil y la mejor forma de prevenirla es una dieta que incluya grasas ricas en vitamina A liposoluble como el aceite de palma virgen; su artículo se publicó en 1999 en Journal of the Indian Medical Association.
Vitamina E. Se llama así a ocho compuestos solubles en grasa -4 tocoferoles y 4 tocotrienoles- de potente acción antioxidante e importantes tanto para la formación de las membranas celulares como para el metabolismo de las grasas. Abunda en los aceites vegetales así como en muchos granos y nueces pero ninguno es tan rico en tocotrienoles como el aceite virgen de palma. Estos se diferencian de los tocoferoles en que contienen 3 carbonos de doble enlace siendo lo que explica que su poder antioxidante sea 50 veces mayor. Es lo que les hace particularmente eficaces ante el estrés oxidativo causado por el ozono y la radiación ultravioleta causantes de la oxidación lipídica.
Así lo destaca un equipo de la Jadavpur University de la India encabezado por J. Bardhan en un trabajo publicado en 2011 en Current Pharmaceutical Design según el cual protege de enfermedades neurodegenerativas como el parkinson y el alzheimer. Es más, aseveran que tienen propiedades anticancerígenas -al inducir la apoptosis de las células tumorales e inhibir la angiogénesis- además de antiinflamatorias y antidiabéticas. Y como el aceite de palma virgen contiene 2 miligramos de vitamina E por cucharada bastan 8 diarias para alcanzar la dosis mínima recomendada.
NO SUBE EL COLESTEROL
El aceite virgen de palma no sube el nivel de colesterol en sangre. Así se infiere al menos del trabajo de un equipo de la Katholieke Universiteit de Leuven (Bélgica) coordinado por H. Kesteloot y publicado en 1989 en Atherosclerosis tras comprobarlo en 307 hombres y 235 mujeres que consumían aceite virgen de palma como única grasa. Sus niveles estaban entre 156 y 171, por debajo pues de 190. En Estados Unidos en cambio, donde apenas se consume aceite de palma, el nivel medio de colesterol de gran parte de la población supera los 240. Lo constataron los doctores Y. K. Park y E. A. Yetley, investigadores del US Department of Health and Human Services de Washington (EUU) dándolo a conocer en 1990 en American Journal of Clinical Nutrition. Según su informe solo el 4% de la población americana consumía en esa época aceites de origen tropical -básicamente de palma y coco-, incluyendo los agregados a alimentos preparados.
Bueno, pues un año después -en1991- se publicaría en la misma revista el trabajo de un equipo del Advanced Medical Research de Madison (Wisconsin, EEUU) encabezado por A. A. Qureshi titulado Lowering of serum cholesterol in hypercholesterolemic humans by tocotrienols (palmvitee) (Disminución de la hipercolesterolemia humana mediante palmvitee, un extracto de tocotrienoles) en el que se describe un ensayo clínico aleatorizado sobre 30 pacientes con hipercolesterolemia. Divididos en 2 grupos se suministró durante 4 semanas a uno 200 miligramos diarios de palmvitee -un concentrado de tocotrienoles del aceite virgen de palma- y al otro un placebo reduciéndose de media entre los primeros un 15% el colesterol total, un 8% el LDL (colesterol «malo»), un 10% la apolipoproteína B, un 25% el tromboxano y un 12% la glucosa. Luego los tocotrienoles -de los que es rico el aceite virgen de palma- disminuyen en sangre los riesgos cardiovasculares y la hiperglucemia.
Al año siguiente -1992- un grupo de la Limburg University de Maastricht (Países Bajos) coordinado por K. Sundram realizaría por su parte un estudio aleatorizado con 38 varones -apareció en el British Journal of Nutrition– a los que se pidió reemplazar el 70% de su consumo de mantequilla por aceite virgen de palma durante 12 semanas y no hubo efecto negativo alguno sobre el colesterol total incrementándose en cambio un 11% el nivel de HDL o colesterol «bueno».
Ese mismo año un equipo del Instituto for Medical Research de Kuala Lumpur (Malasia) coordinado por T. K. W. Ng realizó un estudio con 33 sujetos sanos -20 varones y 13 mujeres- con 30 años de edad media que consumieron una dieta típica malaya pero con un 34% de grasas comprobando que cuando dos tercios de las mismas correspondían a aceite virgen de palma no subían los niveles de colesterol total ni los de HDL pero mejoraba el índice de trombogénesis (ratio tromboxano/prostaciclina), o sea, que disminuía el riesgo de tromboembolia. El trabajo apareció en 1992 en el Journal ofthe American College of Nutrition.
Meses después un equipo de la Texas A&M University encabezado por R. Wood sometió durante 6 semanas a 30 varones de edad madura dándoles cada semana un tipo distinto de grasas: aceite de palma virgen, aceite de palma refinado, margarina, mantequilla, aceite de girasol y una mezcla de 80% de aceite de palma refinado y 20% de girasol. Pues bien, según explicarían en el artículo que publicaron en 1993 en Journal of Nutritional Biochemistry los niveles de colesterol en sangre no fueron diferentes a los de una dieta americana habitual media aunque el nivel de HDL (colesterol «bueno») más bajo se dio al consumir margarina y el de más colesterol total con el aceite de girasol.
Se corroboraba así lo constatado por el doctor R. C. Cottrell -de la Leatherhead Food Research Association de Surrey (Reino Unido)- que tras evaluar 139 trabajos científicos publicados sobre el tema afirmaría en 1991 en el American Journal of Clinical Nutrition que no había razón alguna para impedir o limitar el aceite virgen de palma en la alimentación.
Terminamos este apartado destacando que un grupo de la Chínese Academy of Preventive Medicine de Beijing (China) encabezado por J. Zhang publicó en 1997 en Journal of Nutrition un ensayo clínico con el título Nonhypercholesterolemic effects of a palm oil diet in Chínese adults (Efectos no hipercolesterolémicos de una dieta de aceite de palma entre chinos adultos) en el que se sometió a un grupo de 31 varones y 20 mujeres con hipercolesterolemia y 50 años de edad media dietas alternas ricas en aceites de soja, cacahuete, palma, manteca o mantequilla y solo el de palma logró disminuir el colesterol total y el LDL tanto durante las seis semanas de la prueba como en las seis siguientes.
AYUDA A EVITAR LA OBESIDAD Y LA DIABETES TIPO 2
Un equipo de la National Defense Medical College de Japón dirigido por H. Uto-Kondo evaluó el efecto de la fracción rica en tocotrienoles del aceite virgen de palma en la diferenciación de los adipocitos concluyendo que este tipo de vitamina E puede tener efecto antiadipogénico y regular el desarrollo de la obesidad. Lo explicaron en un artículo publicado en 2009 en Journal of Nutrition.
Un año después un equipo de la Chínese Academy of Sciences formado por F. Fang, Z. Kang y C. Wong encontró mediante ensayos murinos que los tocotrienoles del aceite virgen de palma mejoran la sensibilidad a la insulina al activar ciertos receptores celulares. Según el estudio que publicaron en 2010 en Molecular Nutrition & Food Research mejora la utilización de la glucosa minorando el potencial desarrollo de la diabetes 2 y del síndrome metabólico.
REDUCE LA ATEROSCLEROSIS
Un equipo del Jordán Research Group de New Jersey (EEUU) encabezado por A. C. Torneo realizó un ensayo clínico con 50 pacientes afectados de estenosis de la arteria carótida dando a la mitad un concentrado de aceite de palma rico en vitamina E (tocotrienoles y tocoferoles) y al otro un placebo comprobándose a los 6 y 12 meses que en siete de los primeros se redujo la ateroesclerosis y aumentó en dos -no hubo cambios en el resto- mientras en el grupo placebo no mejoró ninguno y 10 empeoraron. El trabajo se publicó en 1995 en Lipids.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Stellenbosch (Sudáfrica) dirigido por A. M. Engelbrecht estudió por su parte la capacidad protectora cardiaca del aceite de palma virgen y su papel en la reparación de las zonas del miocardio afectadas por isquemia y según exponen en el artículo que publicaron en 2009 en Lipids in Health and Disease-el trabajo se hizo con ratones- el aceite virgen de palma inhibe la cadena enzimática que provoca la destrucción de los miocitos.
Confirmaron así el experimento hecho antes por un grupo del All India Institute of Medical Sciences de Nueva Delhi (India) coordinado por el doctor D. Narang -se publicó en 2004 en BMC Pharmacology– que había observado un notable aumento de los antioxidantes endógenos catalasa, superóxido-dismutasa y glutatión en el miocardio al suplementar la dieta de un grupo de ratones con aceite virgen de palma.
PREVIENE EL ALZHEIMER
Un grupo de investigadores de la Shiga University of Medical Science de Japón encabezado por N. F. Ibrahin efectuó una serie de ensayos murinos que permitieron concluir que la fracción rica en tocotrienoles del aceite virgen de palma administrada a ratones durante 10 meses mejora la función cognitiva en ratones modelo de alzheimer. De ahí que en el artículo que publicaron en 2011 en Journal of Alzheimer Disease recomienden consumir aceite virgen de palma para prevenir problemas en las personas mayores con problemas incipientes de memoria o inteligencia.
AYUDA EN CASOS DE CÁNCER
Un equipo de la Malaysian Palm Oil Board de Selangor (Malasia) coordinado por el doctor K. Nesaretnam trató a dos grupos de ratones a los que inyectaron células tumorales del tipo MCF-7 de cáncer de mama suministrando luego a uno de ellos carotenos procedentes de aceite virgen de palma -al otro un placebo- lo que incrementó significativamente la actividad y número tanto de linfocitos B como de células asesinas naturales NK siendo menor el desarrollo tumoral y disminuyendo la tendencia a la metástasis pulmonar. Lo dieron a conocer en 2002 en Lipids.
Tres años después un grupo de investigadores de la Kyoto Prefectural University of Medicine de Japón encabezado por S. Wada constató que el tocotrienol del aceite virgen de palma tiene efectos antitumorales tanto in vitro -se probó en células de hepatocarcinoma HepG2- como en ratones con carcinogénesis de hígado o pulmón. El trabajo se publicó en 2005 en Cáncer Letters.
Un equipo del National Institute for Health and Welfare de Helsinki (Finlandia) encabezado por J. Virtamo siguió por su parte durante 18 años a 25.563 fumadores de entre 50 y 69 años y pudo determinar que la incidencia de distintos tipos de cáncer entre los que tomaban 50 miligramos diarios de tocoferol o 20 miligramos diarios de betacarotenos era menor y disminuía sobre todo la mortandad por cáncer de próstata. El trabajo apareció en 2014 en International Journal of Cáncer.
Un año después -en 2015- un grupo de la Wayne State University de Detroit (EEUU) encabezado por el doctor X. Ji publicaría en Anticancer Research un trabajo según el cual los fenoles del aceite de palma virgen tienen actividad antitumoral ante distintos tipos de cáncer. Además describieron en detalle los ensayos in vitro que realizaron sobre células tumorales pancreáticas demostrando que inhibe la vía de expresión del factor NF-Kb.
Y ES EFICAZ EN OTRAS PATOLOGÍAS
Un grupo de investigadores de la Hamdard University de Nueva Delhi (India) encabezado por M. R. Khan demostró que la fracción rica en tocotrienoles (vitamina E) del aceite de palma protege los riñones. Así ocurrió al proporcionárselos a ratones intoxicados con sustancias altamente oxidantes que les produjeron daños renales agudos. El estudio su publicó en 2010 en Chemico-Biological Interactions.
Y un equipo de la Universidad de Heidelberg coordinado por O. Sommerburg suministró durante 8 semanas a 16 pacientes con fibrosis quística 3 cucharadas diarias de aceite de palma virgen al comprobar que las vitaminas A y E liposolubles las absorben mal los pacientes con inflamación pulmonar crónica y comprobaron que les viene bien. Lo dieron a conocer en 2015 en Mediators of Inflammation.
CONCLUSIONES
En pocas palabras, el aceite de palma virgen obtenido mediante presión en frío es saludable -no contiene grasas «trans» aunque sí grasas saturadas absurdamente «demonizadas»- pero no cuando se somete industrialmente a altas temperaturas, se destila, se fracciona, se hidroliza o se usan sustancias solventes o clarificadoras. En ese caso -como acaece con los demás aceites vegetales- no es recomendable. De ahí la campaña de la OMS para que deje de utilizarse en el pan, las galletas, los cereales de desayuno, la bollería (croissants, magdalenas, sobaos, donuts, etc.), las leches, los helados, la margarina, los chocolates, los caldos, los snacks, las gominolas, los caramelos, la comida precocinada y oros alimentos industriales en cuyas etiquetas puede aparecer con muchas denominaciones: Elaeis guineensis (nombre de la planta), aceite de palma, aceite de palmiste, grasa vegetal (palma), grasa vegetal fraccionada e hidrogenada de palmiste, sodium palmitate, estearina de palma, palmoleína u oleína de palma y manteca de palma.
En cambio extraído en frío el aceite virgen de palma es muy rico en carotenoides (pro-vitamina A), licopeno y tocofenoles (vitamina E) y aun siendo rico en grasas saturadas es saludable.
Paula M. Mirre
Fuente; Revista Discovery Salud. Número 226-Mayo 2019
25/09/2023