Por Jhon Barros

 

Al experto le afana que se repita la historia del zambullidor andino, otra especie acuática endémica del altiplano cundiboyacense que habitaba en los cuerpos de agua de la cuenca media del río Bogotá. Según la Asociación Bogotana de Ornitología (ABO), la última vez que fue visto fue a finales de los 70 en Boyacá, y ya no volvió a aparecer. La desecación de los humedales causó su extinción.

“Esto le podría pasar a la tingua bogotana si continúa el cambio de uso del suelo en la sabana. En Córdoba, uno de los humedales más conservados, desde hace mucho no hace presencia esta tingua porque fue fragmentado. Esta especie necesita de gran área y buen estado para sentirse segura, por lo cual no se adapta fácil a los cambios. La pérdida del 98 por ciento de los humedales fue una aniquilación brutal”, afirma Escobar.

La del pico verde

Su peculiar pico la hace diferente a las demás especies de tinguas. No es amarillo, sino de tonos verdosos. En algunas partes de Sudamérica, único continente donde habita, la llaman polla sabanera, ya que tiene un porte parecido al de una gallina. Los científicos la nombraron Porphyriops melanops Gallinula melanops.

Alcanza a medir 28 centímetros y cuenta con un copete negruzco. Su plumaje es grisáceo en la cabeza, café en las alas y negro con manchas blancas en la parte inferior. Es uno de los habitantes de los humedales del altiplano cundiboyacense, sitio donde es conocida como la tingua pico verde (Gallinula melanops bogotensis), una subespecie que solo habita en esta parte del mundo.

La tingua pico verde está en peligro de extinción debido a la pérdida de su hábitat y contaminación hídrica. Foto: SDA.

Al igual que la tingua bogotana, la pico verde era una de las aves que más proliferaba en los humedales naturales y canales rurales con moderados niveles de contaminación, sitios donde se alimentaba de hojas, raíces, invertebrados y animales pequeños.

Además de los humedales de la capital, la pico verde hacía presencia en las lagunas de Fúquene y La Herrera en Cundinamarca, y el lago de Tota en Boyacá, casi siempre en parejas. Pero la fragmentación del hábitat, vertimientos, cacería y perros ferales y ratas que se comen sus huevos, fueron mermando su población. Hoy está listada como en peligro de extinción.

“El área de hábitat remanente dentro de la distribución de la especie oscila entre los 93 y 500 kilómetros cuadrados, pero son zonas fragmentadas. Se estima que la población es inferior a 2.500 individuos maduros, cifra que sigue disminuyendo”, dice el Libro Rojo de las aves.

En los últimos años, la población de tinguas pico verde ha aumentado en los humedales bogotanos. Foto: SDA.

Según Escobar, la tingua pico verde ha tenido un leve despertar en los últimos años, ya que sus registros han aumentado en humedales como Tibanica, La Conejera, Salitre, La Vaca, Juan Amarillo, Guaymaral, Jaboque y La Florida, la laguna de la Herrera y el humedal refugio de la universidad UDCA, donde se adelanta un proceso para su recuperación.

“La última vez que visité al humedal de la UDCA, que no está legalmente declarado, ví cerca de seis tinguas pico verde a menos de dos metros de distancia, algo que rara vez pasa. Las inversiones económicas por parte del Distrito para la recuperación de varios humedales, han causado un pequeño renacer en la especie, tanto así que muchos expertos dicen que que el ave podría estar saliendo de su estado de peligro de extinción”.

El pico verde de esta ave ha vuelto a relucir en los humedales de la capital. También ha vuelto a aparecer en las zonas de amortiguación del río Bogotá en su paso por la cuenca media, a pesar de ser uno de los sitios más contaminados del país.

La tingua pico verde tampoco cuenta con un plan de manejo que establezca acciones para su conservación en Bogotá. Foto: Fundación Humedales Bogotá.

“Sin embargo, es necesario hacer una investigación más profunda sobre la especie, algo que en Colombia es bastante complejo debido al poco dinero que le destinan a la ciencia. Los estudiantes de las universidades son los que actualmente hacen estudios para sus tesis. Loreta Rosselli, experta que trabaja en la UDCA, ha estudiado a la pico verde detalladamente, tanto así que la identificó en todas sus fases, desde el huevo hasta la parte adulta”, complementa Escobar.

La dueña de los humedales

Santa María del Lago, humedal ubicado en Engativá, es el sitio de Bogotá donde más abunda la Fulica americana columbiana, una subespecie de la focha americana nativa del continente americano que solo habita en Colombia y Ecuador. Es más conocida como la tingua pico amarillo.

Los visitantes de este ecosistema, el primero en ser recuperado en la ciudad y que hoy está encerrado y con varios senderos en concreto, caminan, trotan y hacen ejercicios alrededor de estas aves de plumas negras, con un tamaño de hasta 50 centímetros y patas amarillas con dedos semipalmeados que, lucen pegados como si fueran aletas.

La tingua pico amarillo es una especie que se adecúa fácilmente a espacios reducidos y hasta contaminados. Aunque comparte el territorio con otros individuos, puede ser bastante territorial, es decir que lucha por su espacio y puede desplazar a otras tinguas como la bogotana y la pico verde.

Tiene fama de corretear a sus otros pares de tinguas, comportamiento que se torna mucho más agresivo cuando está en época de reproducción. Sin embargo, su grado de adaptación a la presencia humana es tal que no se perturba ante su presencia.

En los 10 años que lleva la Fundación Humedales Bogotá cuidando a estos ecosistemas, sus voluntarios las han visto en la mayoría de los humedales ya declarados. A excepción de Torca, reservorio en la localidad de Usaquén que cuenta con un espejo de agua diminuto.

La tingua pico amarillo es la más territorial y agresiva de las tinguas de los humedales bogotanos. Foto: Fundación Humedales Bogotá.

Por su alta proliferación en Norteamérica, centroamérica, Colombia y Ecuador, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) cataloga a esta tingua como una especie de preocupación menor.

“Por su comportamiento territorial, parecido al de una mirla, coloniza grandes espacios, por lo cual sus poblaciones están en preocupación menor. Cuando vamos a pajarear a los huemdales, la que siempre salva los registros es la tingua pico amarillo. En Santa María del Lago muchos consideran que la población es demasiado alta para lo pequeño que es el ecosistema. No solo está en el cuerpo de agua, muchas salen a comer pasto kikuyo; hay partes que ya están peladas o podadas por esta especie”, menciona Escobar.

Para el director de Humedales Bogotá, la cantidad de tinguas de pico amarillo podría estar desplazando a otras especies, una teoría que no ha sido demostrada científicamente. “En Santa María del Lago hace mucho que no se registra la tingua pico verde, a pesar de que el cuerpo de agua tiene una buena calidad. Puede ser por el gran número de tinguas pico amarillo”.

Santa María del Lago es el humedal favorito de la tingua pico amarillo. Foto: Fundación Humedales Bogotá.

El único impacto que han recibido las tinguas pico amarillo en Santa María del Lago es la alimentación por parte de los visitantes. “Hace varios años denunciamos esa actividad, por lo cual la Secretaría de Ambiente tomó medidas e instaló señales y avisos para que la comunidad no siguiera alimentándolas”, anota Escobar.

En 2017, una fotógrafa realizó un trabajo de ciencia ciudadana con esta temperamental tingua. “Carolina Fresneda estuvo varias semanas en Santa María del Lago analizando el comportamiento de la tingua, registrando cómo atacaba a las otras aves y su comportamiento territorial. Con los resultados hizo una exposición fotográfica y un libro virtual. Esto demuestra que la ciudadanía sí puede hacer su aporte a la ciencia por medio de la observación”, recalca el experto.

La más resistente

Un escudo frontal y un pico grueso de colores rojizos, es el rasgo característico de la tingua pico rojo o gallareta piquirroja, ave que tiene una amplia distribución en el mundo y que en Colombia habita en los cuerpos de agua del altiplano cundiboyacense, Caribe y algunas partes del Pacífico, inclusive en sitios con alturas de hasta 3.100 metros sobre el nivel del mar.

Mide entre 33 y 36 centímetros. Cuenta con un plumaje gris, con manchas marrones en las alas y espalda y una cola pintada de blanco. La punta de su pico es amarilla y hace un sonido agudo y profundo cuando se siente en peligro o cuando está criando a los polluelos.

 

Tingua pico rojo anidando en un espejo de agua del cementerio Jardines de Paz. Foto: Fundación Humedales Bogotá.

Es amante del agua y prefiere no volar. Solo lo hace cuando siente alguna amenaza, a busca refugio en la vegetación flotante.

través de da pasos rápidos sobre la superficie hasta que levanta vuelo. Según el Instituto Humboldt, es fácil observarla nadando cerca a los bordes de aguas abiertas y “Se alimenta de hojas, raíces e invertebrados. Forma grupos dispersos conformados por una pareja adulta y varios juveniles de diferentes edades que defienden el territorio, presentando incluso comportamientos agresivos. Se han encontrado nidos en cercanías de cursos de agua altamente contaminados”, dice la entidad.

Es una de las tinguas más frecuentes en los humedales capitalinos y en cuerpos hídricos cercanos al río Bogotá en su tramo medio. La Fundación Humedales Bogotá la ha avistado en aguas con cierto grado de contaminación, donde otras aves acuáticas son escasas o están ausentes. 

La pico rojo ha logrado sobrevivir en las aguas más contaminadas de los humedales capitalinos. Foto: Fundación Humedales Bogotá.

“Esta tingua es mucho más exploradora que la pico amarillo. Se le ve por todo lado: nadando en el agua, entre la vegetación y las raíces de los árboles. La hemos visto hasta en las aguas contaminadas de los canales Córdoba y Molinos. El biólogo Byron Calvachi me contó que en los años 90 encontró varias de estas tinguas muertas; cuando les hizo la autopsia, los intestinos estaban llenos de líquidos negros parecidos al petróleo, productos de toda la contaminación que ingieren”, recuerda Escobar.

La fundación ha avistado a la tingua pico rojo en todos los humedales de Bogotá. La cataloga como una de las especies que más se adapta y convive en sitios con altos grados de contaminación, inclusive en cercanías al río Bogotá. 

“A diferencia de las tinguas bogotana o pico verde, cuya presencia indica que hay una mejor calidad del agua, la pico rojo se ha adaptado a muchos espacios donde la contaminación es el común denominador”, indica el director de Humedales Bogotá.

El humedal Juan Amarillo es uno de los sitios donde más abunda la tingua pico rojo. Foto: Fundación Humedales Bogotá.