INHIBIR LA TELOMERASA TUMORAL, UNA ESPERANZA PARA EL CÁNCER

En suma, los investigadores se plantean cómo inhibir la telomerasa para intentar así bloquear el crecimiento tumoral y una posible metástasis. Pues bien, el Dr. J. Kenyon evaluó el nivel de expresión de la telomerasa en 30 pacientes con tumores y luego les pidió que ingirieran una conocida seta medicinal, la Cola de Pavo (Coriolus versicolor), en dosis crecientes; empezando por 4,5 gramos diarios y terminando con 13,5. El resultado -el estudio se publicó en 2003 en Mycology News– fue una disminución media de la expresión de la telomerasa tumoral ¡de un 75,9%! Además, se observó un aumento de interleuquina IL-12 del 111,7% y una disminución de la interleuquina IL-5 del 80,1%. Lo que indica que la mera ingesta de Cola de Pavo hizo disminuir notablemente la actividad de la telomerasa a la vez que estimulaba la respuesta inmunitaria tipo Th1 de acción antitumoral.

El equipo del Dr. J. W. M. Yuen demostró por su parte in vitro -el artículo se publicó en Nutrition and Cáncer– que el extracto de la seta Reishi (Ganoderma lucidum) bloquea el crecimiento de las células tumorales uroteliales al inducir su apoptosis (suicidio celular) e inhibir la actividad de la telomerasa tumoral.

Finalmente, el equipo del Dr. Sang Eun Park -de la Universidad de Daejeon (Corea)- explicaría en un artículo publicado en 2009 en Food and Medical Toxicology que eso mismo se consigue en células de carcinoma pulmonar con extracto acuoso de la seta Cordyceps militaris (para más información sobre las propiedades terapéuticas de las setas en cáncer lea en nuestra web –www.dsalud.com– los artículos que con los títulos. Las propiedades anticancerígenas del champiñón del sol, Los hongos Shiitake, Reishi, Maitake y Kombucha, eficaces en el tratamiento del cáncer, El enorme poder curativo de las setas y Cordyceps sinensis: lo más parecido a una panacea universal aparecieron en los números 58, 79,115 y 130 respectivamente).

ESTRÉS, CORTISOL Y TELÓMEROS

Aunque las células del sistema inmune tienen especial importancia el estado de sus telómeros no es suficientemente conocido pero sí que las telomerasas que permiten preservar los telómeros de las células inmunitarias son muy sensibles al cortisol. Y ello podría explicar por qué en las personas estresadas se deprime el sistema inmune. Y es que cuanto mayor es la cantidad de cortisol más cortos son los telómeros y menor la capacidad de multiplicación de los linfocitos y macrófagos, la capacidad de producir citoquinas y la posibilidad de que fallen los receptores de anticuerpos. Y de ahí que las personas con estrés crónico sean más susceptibles a enfermar. En suma, cuando el cortisol se segrega de forma continua a causa del estrés la acción de las telomerasas y los telómeros se ven perjudicados. Y eso provoca daños en los cromosomas de las células inmunitarias haciendo que pierdan su capacidad de respuesta, tanto ante las agresiones externas (microorganismos patógenos) como internas (toxinas, células tumorales…).

Las células más fáciles de obtener para estudiar sus telómeros son las de la sangre; y como la mayor parte de éstas pertenecen al sistema inmune la Nobel Elizabeth H. Blackburn y sus colegas decidieron centrarse en ellas para ver qué influencia tienen en las funciones vitales. Su trabajo dio lugar a la publicación en 2004 de un interesantísimo trabajo en Proceedings of the National Academy of Sciences que apareció con el sugestivo título de El acelerado acortamiento de los telómeros en respuesta al estrés en el que se llama la atención sobre el hecho de que si bien hay numerosos estudios que vinculan el estrés crónico con una salud frágil en general y con un sistema inmune débil junto a problemas cardiovasculares no se aclara en ellos cuál es el mecanismo fisiológico que provoca el estrés. Así que partiendo de la hipótesis de que el estrés actúa sobre el envejecimiento celular comprobaron que éste disminuye en efecto la actividad de la telomerasa y, como consecuencia, se produce un acortamiento de los telómeros. La investigación demostró que la longitud de los telómeros de mujeres que se encontraban muy estresadas debido a años de dedicación al cuidado de hijos pequeños con serias enfermedades crónicas eran equivalentes a los de mujeres diez años mayores que no sufrían estrés y cuyos hijos se desarrollaban sanos y normales.

En un posterior trabajo -publicado en 2006 en Psychoneuroendocrinology– el mismo equipo estudiaría los leucocitos de 62 mujeres sanas poniendo en evidencia la relación existente entre el estrés, el acortamiento de los telómeros y un bajo contenido en telomerasa en aquellas personas que tienen un alto riesgo de enfermedades cardiovasculares. Como cabía esperar las pacientes que sufrían altos niveles de estrés expresaban altos niveles de catecolaminas y cortisol (hormonas del estrés).

El Dr. K. Ahola y sus colaboradores publicaron por su parte en 2012 un interesante artículo en PLoS ONE. El equipo centró sus estudios en un grupo de 2.911 finlandeses de ambos sexos -con edades comprendidas entre 30 y 64 años- y midieron el grado de estrés provocado por su trabajo mediante el cuestionario Maslach-Burnout. Y encontraron que el acortamiento de telómeros en los leucocitos se correlacionaba estadísticamente con el grado de estrés laboral; siendo significativamente mayor -los telómeros eran más cortos- en aquellas personas que manifestaban prolongados períodos de tensiones laborales.

CÓMO FRENAR EL ACORTAMIENTO DE LOS TELÓMEROS

Lo singular es que los telómeros no parecen estar destinados a acortarse inevitablemente. Al menos así parece deducirse de las experiencias del Dr. Dean Ornish y sus colegas de la Universidad de California (EEUU) publicadas en 2008 en The Lancet-Oncology. Es evidente que el acortamiento de los telómeros aumenta el riesgo de padecer enfermedades graves y muerte prematura pero en muchos casos se ha comprobado que es el estrés severo -como el que provoca por ejemplo el cuidado de enfermos terminales o con distintos tipos de demencia- lo que más provoca ese acortamiento. Afortunadamente el Dr. Ornish ha encontrado evidencias de que la telomerasa puede actuar ¡revirtiendo el proceso! Para ello estudió a 30 hombres a los que tras hacérseles una biopsia se les diagnosticó claro riesgo de sufrir cáncer de próstata y a los que se les sugirió hacer cambios radicales en su estilo de vida y seguir una dieta hipocalórica sin azúcares ni hidratos de carbono refinados que debían complementar con vitaminas y aceites esenciales, ejercicio diario y técnicas de relajación. Pues bien, apenas tres meses después se observó un significativo incremento de la actividad de la telomerasa en las células mononucleares de la sangre (linfocitos, monocitos, etc.).

En otro estudio dirigido en 2010 por Elizabeth Blackburn -se publicó en PLoS One– se midió la longitud de los telómeros de 608 personas que padecían patologías coronarias a las que se siguió durante cinco años observándose un acortamiento en los telómeros de sus leucocitos de 42 pares base por año -de media- diferenciándose tres tipos de resultados: en el 45% de los casos los telómeros se acortaron, en un 32% se mantuvieron estables y en un 23% se alargaron. Aunque los autores del trabajo no se atrevieron a sacar conclusiones parece obvio que los casos de alargamiento están relacionados con la actividad de la telomerasa.

De ahí que numerosos investigadores -como antes adelantamos- se hayan lanzado recientemente a la búsqueda de una transcriptasa inversa que «encienda» el gen codificador de la telomerasa en las células humanas. Y de hecho hay ya un suplemento nutricional denominado TA-65 que lleva cinco años en el mercado americano y se vende como «activador de la telomerasa» que según quienes lo comercializan está especialmente diseñado para proteger la replicación de las células del sistema inmune. Según el fabricante ha demostrado in vitro que incrementa la actividad de la telomerasa en queratinocitos, fibroblastos y células inmunitarias. Y en ensayos clínicos se observó que en pacientes seropositivos al citomegalovirus (CMV) se produce una disminución de células T y NK senescentes lo que se interpreta como una extensión de los telómeros de los leucocitos. Pues bien, el TA-65 es un producto patentado pero podemos decirle al lector que su componente principal es el extracto de raíces secas de un conocido arbusto componente habitual en los tratamientos anti¬senilidad y de potenciación del sistema inmune de la milenaria Medicina Tradicional China: el Astragalus membranáceos.

Y el extracto de estrágalo es mucho más económico que el TA-65.

LA AYUDA DE UNA DIETA SANA Y DE CIERTOS NUTRIENTES

Cabe agregar que desde 2002 el doctor R. Dashwood y su equipo del Linus Pauling Institute en la Universidad de Oregón (EEUU) investigan sobre las expresiones aberrantes de los genes producidas por las modificaciones epigenéticas que alteran la «lectura» del ADN. Según este profesor los genes pueden estar «apagados» por efecto de las Desacetilasas de las Histonas (HDAC), unas complejas proteínas alrededor de las cuales se envuelven las cadenas de ADN. Y tal podría ser el caso del gen de la telomerasa; es decir, que la acción de una HDAC podría estar «silenciando» su actividad sin que por ello el genoma se vea afectado. Ahora bien, se conocen varias enzimas inhibidoras de las HDAC que podrían evitar ese hecho y permitir la expresión de la telomerasa en las células humanas. Y, ¡oh sorpresa! se encuentran en muchos alimentos y suplementos nutricionales: la biotina (también llamada vitamina H y vitamina B7 o B8 indistintamente), la seleniometionina, algunos compuestos orgánicos del selenio, el indol-3-carbinol de las coles, el sulforafano del brócoli, las catequinas del té verde y los distintos compuestos organosulfurados que se encuentran fundamentalmente en ajos y cebollas. Es muy posible pues que al igual que el astrágalo, las setas medicinales y los ácidos grasos omega-3 esas sustancias activen la telomerasa de las células inmunitarias rejuveneciéndolas para que actúen de forma eficaz frente a microorganismos patógenos y células tumorales.

También el Dr. L. Paul -de la Universidad Tufts de Boston (EEUU)- corrobora lo anterior sosteniendo en un artículo publicado en 2011 en Journal of Nutritional Biochemistry  que la longitud de los telómeros depende de la actividad de la telomerasa -cuya expresión controlan las HDAC- lo que, a su vez, depende de las pautas nutricionales.

En 2003 un grupo de investigadores de la Universidad de Sevilla (España) dirigido por el doctor M. M. León-Blanco publicó en Journal of Pineal Research un interesante trabajo que demuestra las propiedades oncoestáticas de la melatonina y su efecto inhibidor de la telomerasa tumoral; algo que inicialmente se constató in vitro y se confirmó con ensayos murinos. Hasta 2009 lo que se sabía era que la melatonina impide la proliferación de las células tumorales si éstas se cultivan en un medio rico en esa hormona pero desde la publicación en Journal of Pineal Research de un trabajo dirigido por el doctor K. G. Akbulut en la Universidad Gazi de Ankara (Turquía) se sabe que en el caso de las células sanas de la mucosa gástrica la melatonina retrasa su envejecimiento porque estimula la producción de telomerasa.

Un año después -en 2004- el doctor S. H. Choi y sus colegas de la Universidad de Ajou (Corea) demostraron en un artículo publicado en Archives of Pharmacal Research que una lectina del muérdago (Viscum álbum var coloratum) inhibe in vitro la expresión del gen TERT en células cancerosas humanas A253 induciendo además su muerte. Mostrando luego la sustancia en ensayos con animales una clara actividad antitumoral.

X. Cui y su equipo de la Academia de Medicina de Shandong (China) publicaron por su parte en 2006 un artículo en Journal of Molecular Medicine explicando que in vitro que la expresión de la telomerasa y su actividad en distintas líneas de células cancerosas -como la HL60 y otras- se detiene en presencia de curcumina llevándolas finalmente al suicidio celular o apoptosis.

Posteriormente -en 2008- un equipo dirigido por el Dr. L. Xia publicó un estudio en el British Journal of Pharmacology que resumía varios experimentos que evidencian que in vitro el resveratrol incrementa la actividad de la telomerasa en las células progenitores endoteliales, tanto en número como en actividad funcional y capacidad migratoria. Y trabajando sobre esas mismas células el Dr. X. X. Dong y sus colegas de la Universidad de Zhejiang (China) encontraron que también el extracto de Gingko Biloba produce los mismos efectos; así lo aseveran en el artículo que en 2007 publicaron en Journal of Cardiovascular Pharmacology.

Un año después -en 2009- el doctor P. Thomas y su equipo de investigadores australianos del CSIRO Human Nutrition en Adelaide publicó en Mutation Research un artículo relatando que tras comprobar que en los eritrocitos y células de la mucosa bucal de ratones genéticamente diseñados para padecer los síntomas del alzheimer había un 91% de acortamiento de los telómeros les pusieron a dieta y les dieron suplementos de cúrcuma y extracto de semilla de uva constatando algún tiempo después que la longitud de los telómeros había aumentado notablemente.

Sheng y su equipo de la Universidad de Suzhou (China) publicarían algo después -en 2011- en International Journal of Cardiology un artículo en el que tras explicar que la pérdida de telómeros en los cardiomiocitos puede provocar hipertrofia cardíaca añadirían que pudieron revertir el proceso in vitro cuando cultivaron esas células con los telómeros acortados en un medio rico en la epigalocatequina-galato del té verde o en un concentrado de quercitina. Ambas sustancias activaron la generación de telomerasa reparándose los telómeros.

Terminamos indicando que los doctores A. Parzonko y M. Naruszewicz -de la Universidad Médica de Varsovia (Polonia)- publicaron en 2010 en Journal of Cardiovascular Pharmacy los resultados de un experimento en el que trataron células progenitoras endoteliales con rapamicina -un inmunosupresor- con el objetivo de disminuir su telomerasa y provocar su senescencia. Y luego, una vez logrado, trasladaron las mismas a un medio rico en silimarina -principio activo presente en el cardo mariano- comprobándose que las células progenitoras endoteliales se recuperaban incrementándose su capacidad proliferativa. Confirmaban así de alguna manera el trabajo que P. Thelen y sus colaboradores desarrollaron -el artículo se publicó en 2004 en Journal of Urology– utilizando en su caso un grupo de células tumorales específicas de cáncer de próstata (LNCaP) que cultivaron in vitro en distintos medios con concentraciones variables de silimarina observando que tanto la actividad de la telomerasa de las células tumorales como la expresión del PSA (antígeno prostético específico) disminuían; en mayor o menor medida según la dosis del flavonoide.

Añadiremos por último que el equipo de colaboradores de la doctora E. S. Epel -del Institute for Behavioral Medicine Research (Medicina del Comportamiento) de Columbus (Ohio, EEUU)- acaba de publicar un revelador trabajo en Brain, Behaviour and Immunity (Cerebro, Conducta e Inmunidad); en él se explica que se dividió a 106 adultos sanos pero con sobrepeso en tres grupos dando a los miembros de uno ellos un placebo y a los otros dos distintas dosis de aceite omega-3. Pues bien, la longitud de los telómeros aumentó entre quienes tomaron más omega-3 concluyéndose que parece contribuir pues a ralentizar el envejecimiento celular además de disminuir la cantidad de citoquinas pro-inflamatorias en sangre.

CONCLUSIONES

1) La longitud de los telómeros es en efecto una manera de calcular o medir no sólo nuestras expectativas de vida sino nuestro estado global de salud. Sabiendo que la longitud media de los telómeros en las células somáticas al nacer es de unos 15.000 pares de bases (un cromosoma tiene unos 100 millones) pero se va reduciendo con cada replicación celular a medida que envejecemos.

2) Los telómeros se acortan más rápidamente cuando se sigue un estilo de vida inadecuado (alimentarse mal, fumar, beber alcohol, estar obeso, sufrir estrés, no tener ninguna actividad física, estar intoxicado…).

3) El factor más importante de acortamiento de los telómeros parece ser el estrés crónico, generador de cortisol y otras catecolaminas.

4) Mantener un estilo de vida sano retrasa el acortamiento de los telómeros.

5) Un cada vez mayor número de estudios indican que la ingesta de algunas sustancias concentradas en forma de complementos nutricionales estimula la síntesis de telomerasa y ello no sólo retrasa el acortamiento de los telómeros sino que vuelve a alargarlos logrando un «rejuvenecimiento» celular. Es más, ese proceso de «rejuvenecimiento» potencia enormemente las células del sistema inmune hasta el punto de que éste puede eliminar peligrosos patógenos resistentes a los antibióticos e, incluso, destruir las células cancerosas.

6) Si consiguiéramos algo que «silenciara» el gen productor de la telomerasa en las células cancerosas es muy posible que se pudiera detener sin más el crecimiento de los tumores y las posibles metástasis e, incluso, lograr la remisión total del proceso canceroso. Y en ese sentido las investigaciones apuntan a algunas de las moléculas presentes en algunas setas medicinales de probada acción antitumoral así como a algunas sustancias nutricionales.

Juan Carlos Mirre

Fuente; Revista Discovery Salud. Número 155-Diciembre 2012

6/10/2023