Por Vicente Fernández López| 16 octubre 2012
Tomar un chocolate con churros es algo que cada día hacen miles de personas en nuestro país. Pero puede que en 2031 no les quede más remedio que tomarse solo los churros, ya que, si se cumplen las funestas predicciones del analista financiero Angus Kennedy (considerado el mayor experto británico en el mercado de este producto), dentro de veinte años el chocolate, el de verdad, el que lleva cacao, será casi tan caro como el caviar.
Mano de obra muy barata y casi esclava
Cada año que pasa hay menos cacao en el mercado, lo que hace que suba su precio; y la razón de esta escasez hay que buscarla en dos países africanos: Costa de Marfil y Ghana. Entre ambos producen casi el 50% de la cosecha mundial de este producto (el 46% el primero y el 15% el segundo). Pero progresivamente las plantaciones están muriendo. ¿La causa? Los bajísimos precios. Un agricultor gana 80 céntimos de dólar al día y le sale muchísimo más rentable dedicarse a cultivar otro tipo de plantas para la producción de biocombustibles.
Los precios del cacao se dispararon de manera súbita en la década de 1970, y alcanzaron su máximo histórico en 1977, cuando se pagaban 3.000 libras por cada tonelada de grano en el mercado de Londres (el principal del mundo). Este dato hizo que la producción mundial aumentara de forma espectacular hasta llegar a principios de los 90, momento en que la oferta de grano llegó a ser superior a la demanda y los precios cayeron hasta su mínimo histórico de 300 libras por tonelada.
La situación no ha mejorado mucho desde entonces, y la consecuencia ha sido que poco a poco el cacao africano ha ido disminuyendo en el mercado; si la cosa sigue a este ritmo, podría incluso desaparecer. Y por muchos motivos: el hecho de que los agricultores ganen tan poco por cultivar cacao fue alejando a los hombres de esta práctica; su lugar fue ocupado en muchas plantaciones por mano de obra infantil. Cuando las organizaciones humanitarias se enteraron, promovieron un boicot al grano de Costa de Marfil y Ghana que ha sido secundado por bastantes compañías chocolateras.
Todo esto ha motivado que, si en 1980 los ingresos por venta de cacao suponían el 60% de los beneficios por exportaciones en estos dos países, en 1994 la cifra había descendido hasta el 31% y ya roza peligrosamente el 20%.
Dedos de chocolate
La consecuencia es que durante 2010 el precio del cacao subió un 40%. Un aumento al que tampoco es ajena la especulación. Y llegados a este punto, hemos de presentaros a un personaje cuando menos llamativo. Se trata del británico Anthony Ward, apodado chocolate fingers (dedos de chocolate).
En el mundo de las finanzas circula una leyenda urbana según la cual un broker de Nueva York llamado Steve Perkins se tomó una noche unas cuantas copas de más y cometió la locura de comprar siete millones de barriles de petróleo por 570 millones de dólares. La consecuencia fue que al día siguiente los precios del crudo se dispararon. Con el cacao ha sucedido algo similar, solo que en este caso no es una leyenda.
En diciembre de 2010, varias personas adquirieron más de doscientas mil toneladas de grano por un valor de 658 millones de libras. Se trataba de la mayor operación realizada en el mercado en veinte años, y poco después se supo que detrás de ella estaba Anthony Ward. Este individuo controla ahora el 7% de toda la producción mundial, y lo que ha hecho ha sido sacarla de la circulación. El producto adquirido ha sido confinado en cámaras de congelación en las que puede mantenerse durante veinte años. Las empresas chocolateras tienen bien clara la intención de Ward: disminuir la cantidad de producto en el mercado para hacer que subiera su precio. Y la jugada le ha salido redonda.
La genética acude al rescate
Por si todo esto fuera poco, Tony Lau, portavoz de la Cocoa Research Association, afirma que actualmente la demanda de chocolate está creciendo a un ritmo muy superior al de la producción de grano. “En 2010 se consumieron 3,6 millones de toneladas de cacao frente a los 2,8 que se produjeron”, explica. “La diferencia aún no es muy grande, pero conforme crezca la brecha, y todo indica que va a aumentar, consumir chocolate se irá convirtiendo en un lujo”.
Se entiende que lo lujoso será comer chocolate auténtico, porque la consecuencia de la disminución de la oferta de cacao y del aumento de su precio ha sido que muchos fabricantes lo sustituyen por otros productos derivados de grasas vegetales que tienen un sabor similar. Vamos, que cuando sacas una barrita de una máquina expendedora te lo venden como chocolate, aunque no siempre lo es.
¿Pero qué posibles soluciones hay ante esta crisis? De momento, existen proyectos, como el de Nestlé, para replantar 10 millones de hectáreas en África y formar cooperativas en las que los campesinos ganen más dinero. Las compañías de EEUU también tratan de estimular la producción en países de América del Sur y Asia para suplir la carencia de grano africano.
Pero tal vez la gran solución venga de la mano del Proyecto Genoma del Cacao. Durante tres años, un grupo de científicos contratados por Mars Inc (la mayor productora de chocolate del mundo) han descifrado el código genético del cacao. Esperan que esto sirva como punto de partida para crear mediante modificaciones en laboratorio plantas más resistentes y que germinen más deprisa. ¿Salvará la genética al chocolate?
Mientras esperamos la respuesta, yo me voy a tomar un rebanada de pan con una buena cantidad de Nocilla (de la que lleva cacao), por si las moscas.
3/10/2022
1 Comment
Rubén Torres
2 años agoUna vez más podemos observar que no aplicar las nuevas leyes que desde hace muchos años vengo proponiendo es un no parar de ver cómo se acumulan los problemas. Pues prácticamente tengo cubiertos todos. Y este no iba a ser una excepción.
Empezando que estaría prohibido disponer de más un millón de euros que evitaría que nadie pudiera especular con los alimentos, seguido de que utilizando la mano de obra barata se erradicaría el trabajo infantil y terminando con los porcentajes que deberían aplicarse entre el agricultor y el vendedor se eliminarían ese tipo de problemas.