Por Jhon Barros
La pérdida de las zonas boscosas, la ganadería, la cacería y hasta creencias de brujería tienen al cóndor de los Andes en peligro crítico de extinción. Se calcula que no más de 150 de estas aves sobreviven en medio natural, aunque no hay estudios que lo confirmen. Actualmente, en el país no hay más de 10 cóndores en cautiverio donde se apuesta por la reproducción.
En Colombia hay tres parejas de cóndores juveniles en cautiverio que buscan reproducirse. Foto: Parque Jaime Duque.
Habita por toda la cordillera de Los Andes, desde las tierras perpetuas del sur de Argentina hasta las zonas tropicales de la Sierra Nevada de Santa Marta en Colombia. Tiene un plumaje negro como el ébano, con el cuello rodeado por un peluche blanco y unas enormes alas oscuras. El macho, de hasta 15 kilos de pesos, posee una cresta protuberante en la frente, y la hembra intimida con sus ojos de color rojo encendido.
Es el cóndor de los Andes, el único animal que hace parte de un símbolo patrio en el país. En el escudo nacional refleja la libertad. Por eso aparece con las alas extendidas en su máxima expresión, mirando imponente hacia la derecha y con una corona de laureles en el pico. Durante años, esta especie (Vultur gryphu) habitaba en nevados, páramos, zonas secas y bosques altoandinos, recorriendo largas distancias en poco tiempo.
No es muy hábil cazando. Busca como alimento mamíferos muertos como dantas (tapires), venados y ganado. Por eso es catalogado como un ave carroñera que a menudo es confundida con el chulo. Es una de las especies más fieles en el reino animal, ya que en los más de 60 años que alcanza a vivir, solo tiene una pareja. Pone solo un huevo cada dos o tres años.
En Colombia no hay más de 150 cóndores habitando en su estado natural. Foto: Parque Jaime Duque.
A pesar de contar con ese estatus emblemático en el territorio nacional, el cóndor de los Andes está a punto de desaparecer. El Libro Rojo de las Aves de Colombia ya lo incluyó en el listado de especies en peligro crítico de extinción, principalmente por el deterioro y transformación de sus hábitats, la expansión de la frontera agrícola hacia los bosques andinos y páramos, la cacería y hasta porque muchos piensan que es un ave asociada a rituales de brujería o que su sangre tiene poderes curativos.
Los ganaderos tienen la falsa creencia de que los cóndores cazan a las vacas. Por eso, los han atraído con cebos envenenados que les causan la muerte en pocos días. Muchas aves han muerto en los sitios cercanos a los páramos por consumir estos restos de animales con altas dosis de veneno, casi siempre agroquímicos. La acelerada deforestación les ha quitado los lugares para reproducirse y anidar, y los tendidos eléctricos sobre las montañas los amenazan cada vez más.
Aunque no es un dato certero, ya que el país no cuenta con un estudio completo sobre la especie, el Libro Rojo estima que no hay más de 150 cóndores libres en Colombia, en sitios como la Sierra Nevada de Santa Marta, la Serranía del Perijá, el páramo de Cáchira, el macizo de Santurbán, el páramo del Almorzadero y la Sierra Nevada del Cocuy.
Buscando cóndores
El edificio que marca la entrada al Parque Jaime Duque, ubicado en Tocancipá (Cundinamarca), tiene como nombre cóndor. Además, en lo más alto de la estructura, hay una gran estatua en piedra de esta ave. Al igual que el escudo de Colombia, esta imagen indica que es la especie más emblemática y representativa del lugar.
Sin embargo, no fue sino hasta el nuevo milenio que sus directivas decidieron crear un salvavidas para que el acabose del cóndor se torne cada vez más lejano en el territorio nacional. El ideal era que en una de las zonas del Bioparque Wakatá (antiguo zoológico), una pareja de cóndores pudiera reproducirse.
La principal amenaza para el cóndor son los ganaderos, quienes los envenenan o les disparan para evitar que sobrevuelen por sus fincas. Foto: Parque Jaime Duque.
El primer reto fue encontrar un par de individuos juveniles, que ya fueran pareja y estuvieran listos para dejar volar el amor y procrear polluelos. Fernando Castro, zootecnista y curador de aves del Jaime Duque, informó que esta búsqueda inició en el año 2013.
“Empezamos a buscar si algunos zoológicos o centros de rehabilitación en Colombia contaban con cóndores. Pero la cifra era muy baja y los que había ya superaban la edad de reproducción: todos tenían más de 40 años. Además, el país no contaba con la experiencia ni los mecanismos para poder encontrar alguno en sus hábitat natural, como en los páramos”.
Otros países de la cordillera de los Andes sí contaban con varios representantes que podrían ayudar a consolidar el proyecto de reproducción en cautiverio. “Las poblaciones más grandes de cóndor están en Chile y Argentina. Luego de varias búsquedas en zoológicos, encontramos a Eduardo Pavez, quien maneja el Centro de Rehabilitación de Aves Rapaces en Talagante (Chile), lugar que en esa época contaba con más de 60 cóndores en proceso de rehabilitación y que ya no podían ser liberados por los impactos causados por el hombre”, asegura Castro.
Al igual que en Colombia, los cóndores chilenos tienen un enemigo frontal: los ganaderos. Según el zootecnista, estas aves, por la falta de alimento en su hábitat natural, llegan a los potreros a tratar de alimentarse con las crías. “Unos han desarrollado técnicas para cazar, aunque no son muy efectivas. Para evitar afectaciones al ganado, los campesinos les disparan o los envenenan las carroñas. Dejan una vaca o una oveja muerta, con agroquímicos. Como no mueren de inmediato, otros cóndores llegan a comer de ese animal y la tragedia se vuelve masiva. En Argentina y Chile hay videos de hasta 60 aves muertas por envenenamiento”.
Los cazadores también tienen en aprietos a los cóndores de los Andes. Cuando matan o hieren a algún animal y no lo recogen, los cóndores llegan a alimentarse. Pero esos cuerpos ya están contaminados con el plomo de las balas, algo que es fatal también para el organismo del cóndor. “Las bajas tasas de reproducción también juegan en su contra. Un cóndor pone un huevo cada dos años, tiempo que se demora en criar al pichón”, anota Castro.
Tres parejas para Colombia
El Centro de Rehabilitación de Aves Rapaces le donó al Jaime Duque tres parejas juveniles de cóndores para su programa de reproducción. Pero como solo podía hacerse cargo de una, llamó a otros sitios para ampliar la iniciativa: el Aviario Nacional de Colombia en Barú (Cartagena) y el zoológico de Santa Fé en Medellín, aceptaron la propuesta.
Las seis aves llegaron al país en octubre de 2015. De inmediato fueron reubicadas en la sabana de Bogotá, en Cartagena y en Medellín. Pero las inquietudes no se hicieron esperar. “Muchos nos preguntaron por qué no los liberábamos. La respuesta era simple: no era posible porque en Chile fueron víctimas del hombre. Unas recibieron disparos, otras no podían volar bien o estaban demasiado acostumbradas a la presencia humana, factores que no les permiten estar en su hábitat natural. En pocas palabras, deben permanecer siempre en cautiverio”, manifestó el zootecnista.
En sus nuevos hogares, las tres parejas de aves, con edades entre los ocho y diez años, continuaron con su proceso de rehabilitación. En el bioparque del Jaime Duque, Xue (el macho) y Chie (la hembra), fueron ubicados en una zona con más de 1.000 metros cuadrados, con decenas de árboles y perchas para que ejercitaran sus alas, y una cueva similar a las que tienen en su hábitat natural para que hicieran el nido.
Xue y Chie, la pareja de cóndores del Jaime Duque, ya empezó un cortejo que podría terminar en reproducción. Foto: Parque Jaime Duque.
“Llegaron adolescentes, pero aún no estaban listos para reproducirse. El proceso de adaptación de estos animales es demorado porque son muy nerviosos. En libertad, ver uno en un páramo es complicado, ya que le temen a la presencia de los extraños. Recién llegaron al Jaime Duque, Xue y Chie estaban tan nerviosos que empezaron a vomitar. La medida de defensa de ellos es vomitar para perder peso y arrancar a volar”, apunta el experto.
Lo mismo ocurrió en Cartagena y Medellín. Por eso, los expertos decidieron mantenerlos lo más alejados posible del contacto con el hombre. En el bioparque y el Aviario las áreas quedaron aisladas al público; en Medellín pusieron una polisombra. En cada sitio fueron instaladas varias cámaras para monitorear sus comportamientos, mientras que los cuidadores solo entraban al encierro dos veces por semana.
La comida fue un nuevo reto. Como una de las características de la especie es una alta desconfianza a los alimentos extraños, posiblemente por los intentos de envenenamiento que han tenido. Durante los primeros meses en sus nuevos cautiverios, las tres parejas rechazaban la comida que le dejaban los cuidadores en las perchas.
“Como son carroñeras no podíamos darles pedacitos de carne, sino un animal casi que completo. Para reproducirse necesitan comer más que músculo, es decir órganos y cartílagos. Cuando el cóndor se come una vaca, éste no solo ingiere la parte musculosa. Hígado, corazón, vísceras y cerebro hacen parte de su dieta, además de orejas y los cartílagos entre las costillas, que son suplementos de calcio. Si una rapaz solo como carne, con el tiempo va a presentar varios problemas de salud”, dijo Castro.
La dieta escogida para estos animales fue pollo, conejo, gallina, pato y trucha, todos ya sacrificados porque no tienen habilidades de caza. Reciben alimento todos los días, en diversas porciones. “El cóndor tiene la capacidad de comer hasta cinco kilos de una, pero después pasa días sin alimento. En los cautiverios decidimos darles raciones diarias, como dos kilos de conejo con músculo, órganos y partes de cartílagos. Los domingos ayunan, para evitar problemas de obesidad”.
Primer polluelo
Desde su llegada al Aviario de Cartagena, los expertos ya tenían sospechas de que la pareja de cóndores sería la primera en reproducirse. Eran los más “maduros” en edad y el macho contaba con un tamaño sobresaliente.
Al año de estar en su nuevo hogar, el macho intentó montar a la hembra, coqueteo que al comienzo fue rechazado. En 2018, las cámaras captaron una monta exitosa, lo cual llenó de esperanzas a los zootecnistas, biólogos y veterinarios de los tres lugares que hacen parte de esta estrategia.
Tayrona nació este año en el Aviario de Barú. Sin embargo, a los tres meses murió posiblemente por unas bacterias. Foto: Aviaro Nacional de Colombia.
A comienzos de este año, las cámaras volvieron a generar sorpresa. El nido contaba con un huevo, que fue incubado por el padre y la madre durante más de dos meses. “En abril nació Tayrona. Quedamos sorprendidos con el comportamiento de los padres, ya que muchas veces, por lo nerviosos que suelen ser, rompen los huevos antes de que eclosionen. Lamentablemente, a los tres meses de nacido, el pequeño cóndor murió. Fue muy triste, pero nos demostró que sí es posible lograr la reproducción y que vamos por buen camino”, afirmó el experto.
Según este zootecnista, que estudia una maestría en conservación y uso de la biodiversidad, las causas de la muerte de Tayrona aún son un misterio. “No sabemos si fue por el clima del Aviario, aunque los cóndores también habitan en zonas con altas temperaturas como la costa Caribe. Sin embargo, la hembra jadeaba mucho y tenía siempre el pico abierto. Pero no creo que haya sido el calor, sino no habría salido un huevo”.
Desde lejos, Tayrona se veía en buen estado y con un crecimiento adecuado. Ninguno de los zootecnistas o veterinarios del Aviario podían ingresar a coger el polluelo, porque tenía que estar solo con sus padres para que no se acostumbrara a la presencia humana. “Pero sí presentó un crecimiento de bacterias. Aun así la causa de su muerte no se sabe. El cuerpo del polluelo ya presentaba una descomposición avanzada”.
Los coqueteos de Xue y Chie
Los dos cóndores del Jaime Duque no fueron tan coquetos como los del Aviario de Barú, tal vez por ser más jóvenes. Hasta este año, el macho inició sus intentos para atraer a la hembra: ya la ha tratado de montar en dos oportunidades.
El 12 de septiembre, las cámaras registraron el cortejo más claro: el macho extiende sus largas alas negras con tonos blancuzcos y grises y empieza a moverse como si estuviera bailando cumbia. La hembra, al igual que en el baile costeño, al comienzo lo rechaza y se comporta arisca.
Chie ya empezó a ceder. Al comienzo salía a volar hacia las otras perchas o le daba picotazos a su pareja eterna. Pero hoy en día ya está más receptiva a los cortejos. Aún no logra montarla, por lo cual solo queda esperar.
Chie es la cóndor hembra del Jaime Duque. Su principal característica son sus intimidantes ojos color rojo. Foto: Parque Jaime Duque.
En su hábitat natural, los cóndores se reproducen cada dos años, poniendo casi siempre un huevo. Según el Libro Rojo de las Aves, en Colombia la reproducción probablemente ocurre entre abril y diciembre, y hay registros de varios nacimientos en junio.
Estos comportamientos tienen a los expertos del Jaime Duque cruzando los dedos para que las cámaras graben un huevo en el nido. “Xue y Chie serán pareja toda su vida. Esa es una de las particularidades de esta especie, que en los más de 60 años que alcanzan a vivir, solo tienen una pareja. Si alguno muere, el que queda vivo no busca otra ave. Esto representa un reto mayor para su recuperación”, apuntó Castro.
Si esta pareja logra procrear un polluelo y éste no corre la mala suerte de Tayrona y logra desarrollarse bien durante sus primeros años, el ideal es liberarlo en zonas de páramo. Todas las crías que salgan de las tres parejas del programa de conservación, el cual cuenta con el aval del Ministerio de Ambiente, alcanzarán la libertad.
En la década de los 90, el zoológico de Cali fue pionero en trabajar por la recuperación del cóndor y alcanzar resultados positivos. En este lugar lograron procrear cinco cóndores, que fueron liberados en varios sitios cercanos a los nevados de Colombia.
“Cuando hay un huevo en el nido, el macho se torna bastante dominante y ni siquiera deja entrar a la hembra a incubar el huevo por una semana. El macho puede estar tan excitado y nervioso que puede romper el huevo. En Cali estas aves lograron poner hasta 15 huevos, pero la mayoría eran rotos por los picotazos del macho. Ese es uno de los grandes retos para la reproducción en cautiverio”, complementa el experto del Jaime Duque.
Este es Xue, el cóndor macho del Jaime Duque. Además de contar con un tamaño y peso mayor, lo que más lo diferencia de la hembra es la cresta arriba del pico. Foto: Parque Jaime Duque.
Almorzadero, piloto
Fausto Sáenz, director científico de la Fundación Neotropical, encontró el segundo nido activo de cóndor reportado para Colombia en el páramo del Almorzadero, ubicado en Santander, una evidencia que no se presentaba desde hace más de 60 años. Por eso el este ecosistema es considerado como un epicentro para esta ave.