Animales viven entre la basura en el humedal Juan Amarillo

La cuarentena incrementó las afectaciones a este ecosistema bogotano. Aguas contaminadas, muebles, obras y hasta personas haciendo ejercicio sin tapabocas (mascarillas), también fueron evidenciadas durante el confinamiento.

2020/07/30

Tinguas y curíes viven en medio de botellas, aguas residuales y muebles viejos. Fotos: Fundación Humedales Bogotá.

Su nombre original es Tibabuyes, palabra muisca que significa tierra de labradores. Hoy es llamado Juan Amarillo, un ecosistema de 222,5 hectáreas que lo convierten en el humedal más grande de Bogotá, de los 15 que han sobrevivido a la mole de cemento.

En este ecosistema, ubicado entre las localidades de Engativá y Suba, existen 112 especies de aves. Es el quinto con mayor presencia de alados en los humedales capitalinos. Tiene una de las poblaciones más numerosas de tingua bogotana, una especie única de la sabana cundiboyacense que está en peligro de extinción, y es el único donde hay musgo de pantano.

Juan Amarillo es uno de los humedales más biodiversos de Bogotá. 112 especies de aves hacen presencia en la zona. Foto: Fundación Humedales Bogotá.

A pesar de su potencial biodiverso, Juan Amarillo es uno de los humedales más impactados por la proliferación de basuras y escombros, los vertimientos de aguas residuales, la presencia de perros ferales (callejeros) y los conflictos sociales como la presencia de habitantes de calle (mendigos) y personas que consumen drogas.

Sumado a esto, varias obras de las administraciones distritales pasadas afectaron considerablemente la flora y fauna nativa del ecosistema, como la piscina en cemento rodeada por varias ciclorrutas en la que fue transformado uno de los sectores del humedal, intervenciones realizadas durante el primer periodo como alcalde de Enrique Peñalosa.

El cemento volvió a aparecer en Juan Amarillo en el segundo mandato de Peñalosa como alcalde, cuando el Decreto 565 de 2017 modificó la Política Distrital de Humedales y le dio vía libre a obras duras como la construcción de infraestructura, ciclorutas, senderos, alamedas, plazoletas, adoquinados y luminarias.

Un puente elevado en concreto dentro del humedal Juan Amarillo prendió las alarmas de la ciudadanía y los ambientalistas. Foto: SDA.

En Tibabuyes, que en la época prehispánica fue uno de los lugares sagrados de los muiscas, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB) dio marcha a la construcción de un puente elevado de 1,2 kilómetros en el sector sur del humedal para conectar al barrio Lisboa en Suba con el El Cortijo en Engativá, proyecto que causó el rechazo de ambientalistas y ciudadanos.

Un año complejo

En enero de este año, la Fundación Humedales Bogotá hizo un recorrido de inspección en un sector de Juan Amarillo, comprendido entre la carrera 119 y la calle 90, en la localidad de Engativá, justo donde la EAAB daba marcha al proyecto “conexión corredor ambiental” y el parque Colsubsidio.

“Evidenciamos el avance en la construcción de los cimientos y pilotes del sendero elevado, una intervención de alto impacto ambiental. Este es uno de los proyectos más perjudiciales para los ecosistemas de humedal en Bogotá, una obra costosa que no es prioritaria. Esos dineros podrían invertirse en descontaminar sus aguas y mejorar las condiciones para la biodiversidad”, dijo Jorge Emmanuel Escobar, director de la fundación.

El año pasado, la EAAB inició la construcción del puente elevado en Juan Amarillo. Foto: Nicolás Acevedo Ortiz.

En el recorrido, los ambientalistas encontraron un foco de contaminación por parte del canal Bolivia, que le aporta agua contaminada a Juan Amarillo. “El canal es una fuente constante de residuos sólidos. La reja que cumplía la función de represar los residuos está en malas condiciones y la disposición de los residuos no mejora”, denunció Escobar.

El sector llamado la chucua de los curíes, ubicado en el tercio medio del humedal, lucía deplorable a comienzos de año. Según Escobar, esta parte del espejo de agua fue recuperada en 2014, “pero los residuos y las especies oportunistas han hecho su trabajo y hoy luce bastante deteriorado”.

El parque Colsubsidio, proyecto de canchas sintéticas y senderos en concreto, estaba casi terminado. “Las canchas y senderos son dos tipos de coberturas de suelos que generan un efecto de impermeabilización, lo que evita que el agua se infiltre y pueda recargar los acuíferos. También se pierden áreas verdes que ayudan a mitigar los efectos del cambio climático”, reveló Escobar.

El buchón, una especie invasora, cubre varias partes del espejo de agua en Juan Amarillo. Foto: Fundación Humedales Bogotá.

Cuarentena crítica

Desde mediados de marzo, cuando inició la cuarentena obligatoria por la pandemia del coronavirus, los voluntarios ambientales de la Fundación Humedales Bogotá no habían podido recorrer Juan Amarillo para corroborar si el confinamiento surtió un efecto positivo, como ocurrió en varios ecosistemas del país.

El domingo pasado, Escobar y tres miembros de la fundación dejaron la zozobra a un lado y decidieron inspeccionar varios sitios del ecosistema durante más de tres horas. “Estaba un poco temeroso de ir porque pensé que la zona estaría muy sola. Ingresamos por el sector llamado siete canchas, en el parque Colsubsidio, y vimos por lo menos 500 personas jugando baloncesto y volibol, muchos sin tapabocas. Esa fue la primera impresión que nos llevamos en el recorrido”.

La comunidad no está respetando las medidas para evitar los contagios del coronavirus. Foto: Fundación Humedales Bogotá.

Superado el susto, los ambientalistas llegaron al tramo donde están las primeras columnas del puente elevado, lugar donde evidenciaron algunos avances comparados con la visita de comienzos de este año.

Vimos más vigas, varillas y andamios en la parte de Engativá. Más adelante, en la parte de Suba, evidenciamos senderos que no son elevados y la estructura de un mirador grande. Es como un cuadrado que está avanzando”.

El puente elevado, un mirador y varios senderos avanzaron durante la cuarentena en Juan Amarillo. Fotos: Fundación Humedales Bogotá.

Hace unas semanas, el Juez Cuarto Administrativo de Bogotá declaró como nulo el Decreto 565 de 2017, es decir que quedan de nuevo prohibidas este tipo de obras en los humedales. Por su parte, la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA), luego de evidenciar inconsistencias e incumplimientos en la normatividad ambiental por las obras de Juan Amarillo, abrió un proceso sancionatorio contra de la Empresa de Acueducto.

“Las obras deben detenerse, pero sumado a esto es indispensable iniciar la recuperación de las zonas afectadas por el cemento, compensar los daños ambientales generados y aplicar sanciones ejemplarizantes por este evidente atentado contra uno de los humedales más biodiversos de la ciudad”, indicó Escobar.

 

Muebles arrojados por la ciudadanía ahora son el hogar de las tinguas. Foto: Fundación Humedales Bogotá.

Fauna entre la basura

Aunque en el recorrido reciente por Juan Amarillo aparecieron por lo menos seis curíes y varios senderos y huecos construidos por estos mamíferos insignia de los humedales, muchos están viviendo en medio de la basura.

“La ciudadanía del sector me informó que durante la cuarentena se han desmontado varios cambuches de habitantes de calle dentro del humedal. Sin embargo, muchos de los residuos y basuras que agobian al humedal provienen por parte del río Salitre y lo que arroja la gente en las canchas aledañas al ecosistema. Todo esto se junta y afecta a la fauna”, denuncia Escobar.

Los curíes de Juan Amarillo habitan en medio de botellas plásticas. Foto: Fundación Humedales Bogotá.

En la chucua de los curíes aparecieron varias tinguas nadando en medio de las basuras. Para el director de la fundación, esto se debe a su cercanía con el canal Bolivia, que recoge las aguas residuales de barrios como Bochica y Bolivia, en Engativá.

Este canal está lleno de residuos como plásticos, botellas e icopor. Vimos algunas tinguas habitando en unos sillones viejos que algún ciudadano decidió dejar en el humedal. Esto indica un empobrecimiento ambiental alarmante en la zona, ya que en enero no vimos muebles ni tanto residuo”, anota el experto.

La basura es el común denominador en la chucua de los curíes de Juan Amarillo. Las tinguas habitan en medio de la basura. Foto: Fundación Humedales Bogotá.